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Pilar González Ruiz
Jueves, 14 de abril 2016, 08:44
Coque Malla (Madrid, 1969 ) ha vuelto a los escenarios tras un paréntesis de tres años. Lo hace con una brillante colección de canciones reunidas en el disco El último hombre en la tierra (Dro/Warner). Malla, a medias con su hermano Miguel se adentra en ... territorios sonoros nuevos, con registros que engrandecen sus composiciones. Compañeros y crítica alaban este último trabajo y parece que el público comparte esa emoción. En Santander será posible comprobarlo este viernes, en el Paraninfo de la Magdalena (21.00 horas)
- ¿Cómo está tras el gran concierto de la pasada semana en Joy Slava?
- Muy emocionado. Fue uno de esos conciertos en los que se dan todas las circunstancias para que se produzca algo que va más allá. Es difícil de explicar esa energía, esa magia y comunicación entre escenario y público. En realidad, todos los conciertos están siendo muy brutales. Creo que eso comienza con el disco. Ha habido una comprensión muy bestia y a la gente le ha llegado muy adentro.
- ¿Parece que la acogida de 'El último hombre en la tierra' está siendo muy positiva. Tiene esa sensación?
- Es complicado no tenerla. Por todas partes llegan comentarios positivos. Es continuo y muy emocionante. Sobre todo de los compañero porque es gente con mucho criterio. Recibir halagos de ellos te aumenta la satisfacción .
- Han sido tres años de espera desde 'Mujeres'. ¿Se siente cómo en este formato reposado?
- No sé si es muy consciente o si la palabra es cómodo. A veces es necesario. Mis discos, ya se puede echar la vista atrás, y hay unos cuantos en solitario, tienen como una unidad. Hablan de una etapa muy tremenda, no en negativo, sino con mucha intensidad. Uno tiene que parar, vivir etapas y convertirlo en un disco. De forma instintiva, cuando acabo un disco, me quedo vacío y necesito que me ocurran cosas. Estoy empezando a analizarlo ahora.
- Con esa forma de trabajar ¿quedan temas fuera?
- Precisamente esa forma indica que voy a por un disco, cierro esa historia y quedan fuera muy pocas canciones. Son como novelitas musicales que terminan. Todo escritor supongo que dejará algún capítulo fuera pero va a por la novela.
- ¿La influencia de los conceptos cinematógraficos (sus padres son actores) ha podido marcar esa visión de los discos como historias cerradas?
- Es posible. No lo he analizado pero tiene sentido que tenga algo que ver. Seguro que también muchas otras cosas de mi personalidad y mi forma de entender la música y mis influencias. La dramaturgia que he recibido por parte de mis padres y el cine, que ha sido mucho más que una afición, algo a lo que me he dedicado y dedicaré, por supuesto que tiene que influir.
- ¿Cree que se plasma en los temas?
- Hay quien me ha dicho que el disco tiene muchos momentos que recuerda a musicales de Broadway o Hollywood. Tanto mi hermano que ha hecho los arreglos orquestales, como yo, hemos recibido una educación muy cinéfila y nuestra primeras influencia ha sido la música de cine antes que el rock o el jazz, en su caso.
- Es un disco que suena a diversos estilos. ¿Ha buscado esa diferencia de géneros a posta?
- Se han producido varios fenómenos para que eso ocurra así. Hay unas influencias de base desde que soy pequeño, como es el cine que mencionábamos, los Beatles o Bowie que ya utilizaban esos recursos de unir el rock y el pop a lo sinfónico. Por supuesto, está el trabajo de Miguel que es músico de jazz, con unos conocimientos amplios y un catalizador muy reciente, la chispa para que todo explotase en ese sentido, ha sido escuchar a Divine Comedy o Rufus Wainwright los dos grandes en ese terreno. Casi he enfermado con su música. Escucharles tanto a ellos o a Richard Hawley en otra medida, ha disparado eso que ya estaba ahí.
- ¿Le gustaría verse con una orquesta sinfónica real?
- No sé si es mi terreno. Su escuela rockera es mínima; no se vislumbra el blues, el rock o el soul casi por ninguna parte. Es sonido y concepto musical europeo. La música de la que beben no había descubierto América. Yo no puedo ni quiero evitar que el rock salga por alguna parte. Me gusta el disco que he hecho. Por hacer la gracia quizá, pero me parece más interesante el reto de ensamblar mis influencias más negras y los arreglos orquestales.
- Esas influencias negras se perciben muy claras en 'Santo, santo' que suena casi a gospel
- Esa era la idea.
- En esa canción pide un cambio de rumbo; ¿lo necesita la industria musical?
- Bueno, la industria musical lleva muchos años sufriendo un cambio brutal. Por eso hay cosas que están como están. No es sacar una ley o que las compañías hagan algo de un día para otro. Creo que ha habido una transformación muy profunda, muy global de cómo entiende la gente que le llega la música a sus oídos y poco a poco, habrá que suavizar los efectos secundarios de esa transformación.
- ¿Hay que empezar por la base?
- Sí, supongo que sí. Todos nos estamos planteando cosas como ¿a dónde hemos llegado?. Las crisis hacen reflexionar; la música no puede ser gratis y la gente debe entenderlo. No es una cuestión moral o ética, que también, sino de números.
- Y se ha metido en referencias de tinte más social. ¿Era inevitable por el contexto general?
- No, podría no haberlo hecho, pero me salió. Supongo que también el contexto te lleva a eso. Todo el día en la tele, los medios, las conversaciones. En todas partes hay un asunto muy presente y te acaba saliendo por algún lado. Pero inevitable no era. Podría no estar.
El paso del tiempo
- ¿Este disco es el salto definitivo a la madurez?
- No creo mucho en eso de la madurez, ni como ser humano ni como músico. No sé muy bien qué es eso de madurar; maduran las peras. Las personas nos lleva el viento, vamos arriba o abajo.
- ¿Y qué sensación le produce entonces?
- Hay aprendizaje. Experiencia. Cierta sabiduría a la hora de elegir las canciones, de componer. También suerte de encontrar a la gente adecuada en el momento adecuado. A veces las grandes obras, y no digo que la mía lo sea, son resultado de la casualidad también. Desde luego, los discos son trabajos en equipo. No hubiera sido así sin Miguel, sin José Nortes (productor), sin la banda, aunque yo haya estado por encima supervisando todo.
- ¿Cuál es la canción cuyo resultado final más le ha sorprendido?
- Todas sorprenden. El proceso creativo nunca se detiene. Podríamos haber seguido. Imagínate que decimo: "Este disco no lo vamos a acabar". Puedes pasar 15 años haciendo cambios y la canción sigue viva.
- ¿No sería muy aburrido?
- Sería un horror, pero este ejemplo que no aconsejo a nadie es para explicar que una canción nunca termina y todas te van sorprendiendo, desde que estás solo en tu casa hasta que la tocas con una banda, editada, mezclada.
- ¿Escuchar una canción tiempo después y que funcione significa que se hicieron bien las cosas?
- Sí, exactamente.
- ¿Y cuál es la que mejor responde en directo?
- Hay muchas, es sorprendente. Es muy emocionante ver cómo antes en los conciertos sabías que el momento álgido iba a ser 'Berlín' o 'No puedo vivir sin ti', 'Una moneda' o 'Lo intenta'. Y con este disco se nota que la gente lo ha devorado. Antes quizá había oido algo, alguno tenía el disco y luego el reducto de súper fans que se lo saben todo, pero aquí está pasando algo muy fuerte y es que ves que todo el público se ha escuchado cuarenta veces todo el disco. Provoca momentos muy emocionantes por la energía que genera.
Carretera e inquietudes
- ¿Echaba de menos la carretera?
Tampoco es algo que fuese tan lejano. Yo no he parado de tocar ni de sentir esto.
- En junio se marcha a México con Ariel Rot y también pasará por Buenos Aires. ¿Es la asignatura pendiente?
- Sí, no sé si lo llamaría así, pero desde luego no sé por qué narices nunca había tomado la determinación de ir allí como hice hace dos años con México. Es un continente enorme lleno de posibilidades, de músicos y de un público que vive la música y la cultura de una forma distinta.
- ¿Con más respeto, quizá?
- En España metemos la cultura, a veces, sin darnos cuenta, sin mala intención, en el cajón del ocio. En Latinoamérica no lo hacen. Colocan los libros o los discos en un lugar más serio, más profundo que tiene que ver con lo emocional que es donde debe estar. Hay que echar unas gotitas de ocio en la cultura, pero no meterlo solo en divertimento. Es otra cosa. Allí se vive como algo muy serio; vamos a ver y a escuchar estas canciones. Aquí vamos a echar el rato, a ver a gente, a tomar algo.
- ¿Se plantea retomar el cine?
- No es algo que esté planeado pero no estoy negado a que ocurra. En ningún momento he pensado no volver a hacerlo, por tanto, ¿por qué no?. El cine es un oficio muy serio al que hay que dedicar la vida entera, la sangre, el tiempo...todo. Eso lo hago con la música. Pero de vez en cuando, un director escribe un guión maravilloso y piensa que un personaje puede ser para mí y si me cuadra, lo hago.
- Además de las referencias anteriores, internacionales, ¿qué escucha en materia nacional?
- Bueno, estoy enamorado de dos grandes, creo que los músicos que están haciendo la música más personal dentro de la escena independiente: Alondra Bentley y Jacobo Serra. Bigott también hace algo muy interesante. Creo que para ser independiente hay que demostrarlo y se empieza por serlo artísticamente; encontrar algo muy personal sin importarte el mercado. Echo de menos y me encantaría que salieran un montón de bandas que les importase un carajo todo y solo quisieran hacer su música, con su estética, su estilo, y no lo que manda el mercado mainstream o indie.
- ¿En su estética de trabajo entran el chaleco y el sombrero?
- (Ríe) En mi caso no soy indie ni mainstream...soy un músico que hace canciones, y cada vez me parezco más a un carpintero que se pasa un año haciendo su mesa. Se lo decía a José Nortes. Llevábamos ocho horas en el estudio poniendo un poco de aquí, bajando un poco de allá... Como esos talleres pequeños, que ya no quedan, en el centro de una ciudad, que abres la puerta y ves a un señor trabajando una madera. Esa chorrada de darle 2,5 más de brillo la gente lo va a escuchar en un móvil y le va a dar igual, pero nos sentimos muy recompensados.
- ¿Ha conseguido que su niña duerma con la nana que le ha compuesto?
- Pues no. Le da mucho miedo. No le hace mucha gracia lo cual me hace gracia a mí.
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