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David López
Miércoles, 27 de abril 2016, 18:43
Hacer algo a muerte, cueste lo que cueste. Cuando Isabel Fernández Reviriego (Getxo, 1979) alude a aquellos que luchan por lo que realmente quieren es inevitable evocar algunos de los mantras que recorren 'Lost in music', ese libro de Giles Smith que identifica la música ... pop con «una fuerza que te cambia la vida», una fuente de energía que te agarra por las solapas y ya no te suelta nunca. No es por tanto fortuito que el tercer LP que firma como Aries lleve por título 'Adieu or die' (La Castanya/K Records), una línea extraída del 'Surf's up' de Beach Boys (un sencillo que Brian Wilson regrabó hasta en tres ocasiones), pero también un verso de 'La carga de la brigada ligera', un poema de Lord Alfred Tennyson que igualmente incide en el sacrificio, en esa tenacidad y en ese optimismo ciego que pertenece por derecho propio a los que persiguen sueños imposibles.
Hoy se nos antojan lejanos sus días en Electrobikinis y Charades, posiblemente porque su proyecto unipersonal ha adquirido tal entidad y madurez que no resulta fácil imaginarse un mundo sin discos como 'Mermelada dorada'. Porque sus canciones celebran la poética de lo cotidiano, esa idea según la cual las grandes cosas no se hacen sólo impulsivamente, sino cimentándose sobre los pequeños detalles que configuran de forma inconsciente nuestra existencia. De ahí que su música irradie luz, como explosiones de color y fogonazos de expresionismo lisérgico, pero asimismo evidencie los sinsabores y los claroscuros de la etapa adulta. La banda sonora de una trayectoria vital que nos obliga a crecer a marchas forzadas.
Más allá de la electrónica de samples (la misma que últimamente le ha valido incontables comparaciones con Panda Bear), el pop psicodélico y tropicalista que ahora practica rehuye la ortodoxia. Aquí importan (y mucho) unas melodías dotadas con la gracia de la atemporalidad, unas letras, sabias y emocionantes, que apelando al 'yo' se dirigen a un 'tú' universal. Es la magia bruta que nos conduce, por ejemplo, a experimentar nostalgia de un lugar aunque no nos hayamos marchado de él. Y siempre supone un soplo de aire fresco, como ese pasaje de 'Body art' en el que Don DeLillo permite a su protagonista abrir una ventana al mar, para que sienta en su cuerpo el paso del tiempo, para que sea consciente de su identidad una vez ha culminado el proceso de conocimiento interior. Sensaciones hermosas y gráciles que escucha tras escucha modela 'Adieu or die'. Y un concierto como el que ofreció en el madrileño Teatro del Arte el pasado 14 de abril, pura ensoñación, sirve para apuntalar una tesis: Aries es el mayor regalo que nos ha brindado el reciente indie de este país. Lógico, pues, que quisiera indagar en sus secretos.
Tu música, luminosa y cálida, también encierra un discurso maduro y taciturno sobre los conflictos de la edad adulta, sobre la soledad o la búsqueda de la propia identidad. La vida, interpretada así, ¿se asemeja a una montaña rusa, con constantes subidas y bajadas?
Muchas gracias. La mayoría de las veces la gente se queda sólo con la primera parte de tu descripción, en la parte luminosa, cuando yo siento que en mi música conviven las dos. Pero no creo que la vida así interpretada se asemeje a una montaña rusa; al menos yo no lo vivo así. En la vida siempre hay rachas mejores y peores pero intento evitar los picos y mantenerme más o menos en paz y tranquila, en la medida de lo posible.
'Yo y mi circunstancia'. ¿Qué hay de Galicia, de sus paisajes, costumbres y gentes, en 'Adieu or die'? (Nota: Isabel reside actualmente en Vigo).
Hay mucho, claro. Para mí, este entorno es súper propicio para trabajar en la música. Me influye mucho tanto a nivel pragmático (tener más tiempo, tener mayor calidad de vida) como a nivel de espíritu. Y la gente es maravillosa, hay gente divertida e inspiradora a tope. El paisaje, la comida es exquisita, las tradiciones y la cultura hermosísimas...
Por otro lado, admites con absoluta sinceridad que esas circunstancias te han abocado, precisamente, a cierta misantropía. A la vez, aplaudes el optimismo como opción vital.
No, no, para nada. Vivir en un lugar así me salva. De hecho, si hubiera seguido viviendo en una gran ciudad, en cualquier momento hubiera tenido un 'día de furia' como Michael Douglas (risas).
Me refería a nuestro actual contexto, en sentido amplio.
Si siento cierta misantropía es por el momento que atraviesa la humanidad, que me parece crítico... Soy bastante apocalíptica, sorry. Me parece muy difícil no sentir desasosiego y desconexión. Y si elijo el optimismo es porque me parecería muy cutre por mi parte no hacerlo. Siento mucha gratitud por millones de cosas, empezando por estar viva, tener salud o vivir en un lugar que no está en guerra. Tengo muchas ganas de hacer cosas y disfrutar.
Aunque ahora la electrónica manda, un tema como 'Nuestra casa' sugiere que no te has olvidado de lo orgánico y lo analógico, que dejas la puerta abierta a retomar la guitarra en un futuro.
No, claro... Es que no puedo entender la música en términos absolutos en plan 'se acabó la guitarra'. No es un camino unidireccional, hay millones de inputs y herramientas sobrevolando por todas partes. ¡Ya veremos qué me apetece en el siguiente disco! Además, lo importante no es tanto los instrumentos que utilizas sino a dónde los llevas, creo yo. Lo importante es continuar divirtiéndome y retándome, mantener viva la llama de la inspiración y las ganas.
Tanto 'Transmisión', que cerraba 'Mermelada dorada', como 'Adieu or die', que hace lo propio en tu tercer LP, se extienden en el minutaje y brindan la posibilidad de enfrentarse a una Aries que no teme experimentar, que disfruta manipulando los elementos y la secuencia temporal.
Sí, eso es... También que en ambos casos me apetecía salirme un poco de la estructura pop y hacer algo más expansivo, digamos.
Diría que tu verdadero vehículo expresivo es el collage, una forma de 'jugar' con aquello que te rodea y que se expande a todo lo que creas, sea música, un fanzine o la portada de un disco.
Me gusta mucho el formato corta y pega, es cierto. Me resulta súper creativo y lúdico. Por otro lado las muestras de sonido o samplers me parecen muy poderosas: tienen gran poder sensorial y nos remiten a la memoria, al tiempo, espacio y contexto en que fueron hechas.
A propósito del collage, adentrándose en tu obra, en tu universo creativo, visual o sonoro, uno acaba sumergiéndose en una suerte de gabinete de curiosidades. No puedo evitar preguntarme si Jan Svankmajer es una de tus debilidades o, al menos, una fuente de inspiración.
¡Pues la verdad es que me flipa! Me encantan sus collages, sus pelis en stop motion, todo su universo. Me parece alucinante. El año pasado también me preguntaron si era fan de Parajanov... Otro hombre al que amo.
¿Qué 'cacharrería' utilizas en el estudio?
He utilizado tres sintetizadores y un sampler-secuenciador. Me hago samplers con grabaciones de campo, con los sintes o ruidos hechos en el estudio con lo que pillo. Para grabar trabajo con el Cubase.
La voz, ¿es un instrumento más o le otorgas un papel privilegiado a la hora de componer?
Tiene un papel privilegiado porque las melodías recaen sobre ella y para mí las melodías son el epicentro de la canción. Al mismo tiempo, la voz me parece el instrumento más poderoso y con mayor poder comunicativo. Y, además, por encima de todo me flipa hacer armonías.
'La fuerza del sonido' ofrece una descripción tan gráfica como kinestésica de lo que sucede cuando «la música entra en ti». En el fondo pareces ponderar que se trata de una experiencia emocional, muy subjetiva, con propiedades prácticamente terapéuticas. Luz en la oscuridad.
Quería hacer mi pequeño homenaje a la música porque me salva y me da valor para ser yo misma y hacer lo que quiero. Cuando empecé a escuchar música de pequeña era eso lo que sentía: fuerza y libertad. E intento seguir escuchándola de esa manera, con las tripas. Aunque luego me encanta leer o teorizar sobre música... pero a la hora de disfrutarla quiero hacerlo así, lo más visceralmente posible.
'Si te desanimé' era una declaración de principios. Prometías que no te apagarías a pesar de haber conocido el mar del tormento. ¿Consideras que ya has alcanzado la cima de las cosas por las que has luchado estos años?
No lo sé, no quiero pensar en esos términos, además siempre hay millones de cosas por hacer. Ahora mismo estoy disfrutando un momento súper bonito y me lo estoy pasando muy bien. Pero lo que queda e importa son los discos, las canciones... Y las experiencias vitales que voy acumulando. Yo me siento bastante en la cima siempre pero porque soy una flipada (risas).
Has trabajado con varios sellos, como BCore o La Castanya, de los que celebras la libertad que te han concedido desde el primer momento.
Sí, he tenido una suerte muy grande habiendo trabajado con gente como ellos. Me siento muy respetada y apoyada. Me ayudan y siento total libertad. Además el resto de los grupos del sello me gustan mucho y es un honor estar entre ellos.
Creo que el Teatro del Arte, donde actuaste el pasado 14 de abril, es un lugar idóneo para defender una propuesta como la tuya. Un espacio acogedor, cercano, sin un escenario al uso. ¿Es el tipo de recinto donde más a gusto te sientes a la hora de trasladar al directo tus canciones?
Bueno, al final cada sitio tiene su aquel. El Teatro del Arte es súper chulo, suena muy bien, tiene ese telón gigante para los visuales y sí que sentí que se creó una intimidad con la gente, a pesar de que os tenía a diez metros. Reconozco que me gusta más cuando la gente está súper cerca y puede bailar conmigo. Pero bueno, cada experiencia es diferente y eso también me gusta mucho.
Me sorprendió que lamentases que tus conciertos sean «demasiado breves».
A mí me gustan los conciertos cortos, prefiero quedarme con ganas. Me encantan los grupos que miden guay eso. Pero siempre me disculpo un poco porque hay gente que prefiere que toque más. ¡Sorry!
Sobre los visuales que acompañaron tu actuación, ¿te implicas personalmente en los mismos o prefieres dejarlo en manos en terceros de tu confianza?
Esta vez no me he implicado nada. De un tiempo a esta parte, con toda la gente con la que trabajo dejo que hagan lo que quieran. Siempre hablo con gente que me guste mucho y pueda delegar totalmente a ciegas. Si me piden ayuda o cierta guía lo hago, pero si no, prefiero llevarme la sorpresa y ver qué les ha sugerido la música.
¿Alguna anécdota confesable de tu reciente periplo por Estados Unidos?
¡Uff, no lo sé! ¡Cada día era una aventurilla! Bueno, en Texas el showcase del festival que me tocó era en un garito de 'springbreakers' con toda la gente bien chuza y bien mazada en el gym, moviendo el bullarengue al ritmo de macrocubatas. Antes de tocar, creía que me iban a tirar piedras. Pero no, fue un 'amazing crowd'. No sé si vale como anécdota (risas). Me flipó sobre todo el noroeste porque los otros lugares ya los conocía. Aunque bueno, California siempre me enamora.
En una entrevista para la revista 'Número Cero' seleccionabas tus cinco personajes favoritos de ficción. Entre ellos, Maude, la encantadora septuagenaria de la película de Hal Ashby. De ella subrayas que es un espíritu libre que celebra cada minuto. ¿Una manera de entender la vida que también compartes?
Sí, Maude es una heroína para mí. A esto me refería antes cuando comentaba que estoy siempre en la cima y soy una flipada. Pero, como Maude, también trato de tomarme en serio las cosas que hay que tomarse en serio, creo.
Sé de buena tinta que adoras cantar en la serie de animación 'Hora de aventuras'. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Yo era muy fan e hice una versión junto a Aborigen de la sintonía de la serie. Está colgada en mi Bandcamp, si alguien la quiere escuchar. Y el chico responsable de la música, que también toca en un grupo, la escuchó y me invitó a hacer un personaje. ¡Y desde entonces he hecho ya como siete!
Desde hace tiempo utilizas tu blog para recomendar exposiciones, canciones, películas o libros. En ese rincón tan personal tiene cabida aquello que te inspira, siempre trufado de citas de escritores, filósofos o artistas. Otro modo de 'desnudarse', como también lo era 'Un rayo ultravioleta', tu primer libro.
Sí, en realidad lo hago para compartir esas cosas y que se extiendan por el mundo, bueno, todo desde el modesto poder que tiene mi blog, claro. Pero ya me entiendes, ¡sólo quiero compartir y correr la voz!
Las fotografías que acompañan este artículo son obra de Virginia Fernández, Helena Exquis, e Isabel Fernández.
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