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José Mari Reviriego
Miércoles, 11 de mayo 2016, 17:07
AC/DC parece una caricatura de sí mismo. De lo que fue hasta hace bien poco. En 2009, en el 'Black Ice Tour', reventó el BEC con su equipo titular. Un año después hizo lo mismo al llenar hasta la bandera San Mamés (apretados todos ... como en una lata de conservas se respiraba el peligro y el agobio), en lo que parecía el adios definitivo del gran grupo australiano. En ambos conciertos estuvieron a la altura de su historia, pese a que Brian Johnson ya avisó tras su actuación en La Catedral que, quizá, le faltaba algo de fuelle para seguir adelante al ritmo que marcaba el resto de sus compañeros, capitaneados por el pequeño Angus Young, siete años más joven que el bueno del cantante. La sordera empezaba a llamar a su puerta tras media vida al filo del decibelio, escoltado por paredes gigantescas de altavoces 'Marshall'.
En aquella misma década, allá por 2006, subieron a las campas de Cobetas los remodelados Guns and Roses, con Axl Rose como único superviviente de la formación original, para estrenar como cabezas de cartel el festival Bilbao BBK Live. Quién le iba a decir entonces a Rose que ocuparía diez años después el trono de Brian Johnson, que ha sumado 37 años de protagonismo compartido con los hermanos Young. Y que, encima, lo haría en silla de ruedas, con la pata chula y con Slash esperándole a que acabe la gira con AC/DC para seguir adelante con los conciertos programados de los Guns 'N Roses originales. O de lo que queda de ellos. Otra caricatura.
Pues al final AC/DC se ha degradado y eso es muy duro de reconocer para un fan que ve en ellos la esencia de lo que tiene que ser el rock and roll, la música con mayúsculas. La biblia del rock, especialmente desde el arranque del grupo, allá por 1973, hasta el disco 'For Those About To Rock', el de los cañones (1981). Por el medio, dos referencias esenciales: 'Highway To Hell' (1979), el ultimo disco grabado por Bon Scott antes de su fallecimiento. Y 'Back In Black' (1980), el poderoso regreso con Johnson al micro.
Retratado como un pequeño déspota, en una especie de gerifalte empresarial empeñado en sacar hasta el ultimo dólar a lo que se supone que es la gira de despedida, Angus Young ha decidido contra viento y marea seguir adelante con la banda a pesar de todas las bajas. Que son muchas. Sin su hermano Malcom Young en la guitarra rítimica, aquejado de demencia; ni Phil Rudd en las baquetas por sus problemas con la justicia en Nueva Zelanda (pesan sobre él cargos sobre amenazas de muerte y posesión de cannabis y metanfetaminas); ni, sobre todo, Brian Johnson como vocalista, lastrado por sus problemas de audición. Pese a todo, el menudo guitarrista, que sigue disfrazado de colegial en el escenario a sus 61 años, ha decidido cubrir las vacantes en una polémica medida que ha convulsionado al rockerío y que acapara los debates entre los fans de la banda y amantes de la música. La discusión sigue viva tras su actuación del martes en Sevilla.
¿Alguien se imagina a los Kiss sin Paul Stanley o Gene Simmons? ¿O a U2 sin The Edge o Bono? Judas Priest ya lo intentó sin Rob Halford a la voz y le salió rana. Queen lo hace con prestigiosos cantantes en el lugar de Freddie y el experimento resulta muy lamentable. Pues a AC/DC le faltan Malcom, su cerebro en la composición, y Brian, voz característica e imagen del grupo. Dos pilares.
La banda está hecha hoy con retales. Con Angus al frente, la segunda guitarra está en manos de Stevie Young, de 59 años, sobrino de los hermanos Young. Stevie ya tocó de tapadillo con el grupo en la gira norteamericana de 1988 para sustituir a Malcom, retirado para luchar contra su alcoholismo. Como físicamente se parecían mucho, no se dijo nada y apenas los fans notaron la ausencia del hermano mayor, que acostumbra a situarse al fondo, a la derecha de la batería.
Las baquetas las ha vuelto a tomar ahora Chris Slade, de 69 años. Ya llevó el ritmo de 1989 a 1994 (es el baterista calvo que sale en el video de 'Thunderstruck'), en el puesto que más cambios ha registrado en la banda. Phil Rudd, considerado el batería clave en el grupo, lo dejó temporalmente en la década de los ochenta, salpicado por los escándalos y los desórdenes psicológicos. Al bajo sigue Cliff Williams, que se incorporó al grupo en 1977. Es el único escudero que le queda a Angus Young. Le ficharon porque estaba bueno y querían explotar su imagen en el Reino Unido para vender más discos entre las mujeres. Luego hizo un equipo rítmico letal con Phil Rudd.
Para entender la importancia de las bajas, hay que tener en cuenta que AC/DC son venerados por sus fans. Tienen calle con su nombre en Leganés, inaugurada por los hermanos Young, y en un parque del pueblo de Sopela luce una escultura con la figura de su líder colegial. Fue bautizada como A. Young, pero traducida como 'gazte bat' (un joven) por algún zoquete en el paroxismo del bilingüiismo y el desconocimiento total del mundo del rock.
El equipo titular (Los hermanos Young, Brian Johnson, Phil Rudd y Cliff Williams) arrasó en su paso por el Gran Bilbao. Con sus camisetillas medio roídas, Angus y Malcom compaginaron sus guitarras. El primero, de protagonista, sin parar de corretear por el enorme escenario del BEC. El segundo, más discreto, al fondo, aportando el sonido característico de AC/DC. Y Brian en mitad de las tablas, con su voz perruna, aguda y dolorosa. Con el cuello encogido y cantando como hacia adentro (cuando uno le escucha tiene la sensación de compartir con él el dolor y la incómoda sensación de que no llega y de que el falsete le va dejar al final colgado de la brocha, como a los Bee Gees). Como Brian ya sabía que no llegaba a las notas más altas, en directo el hueco lo llenaban las guitarras o los coros. En la última gira, ya con Malcom retirado, Brian confesó que se estaba quedando sordo, que los médicos le aconsejaban dejar de actuar en vivo. Y que su merma podía lastrar al resto de sus compañeros.
El fichaje de Axl Rose para cubrir la baja de Brian Johnson, devastado con su salida del grupo, es la guinda a la controvertida cadena de relevos en AC/DC. No porque no tenga voz (seguramente de mayor calidad que la de Brian), sino porque no parece de recibo seguir como sea adelante. Todo tiene un precio y el legado de la banda suena a karaoke. Además, Axl Rose parece otro adefesio. Su imagen ha sufrido mucho. Poco queda de aquel chico espigado, de melena lacia. Él mismo se ha caricaturizado y no solo por su grotesca presencia física. Dijo que jamas resucitaría a los Guns and Roses originales y lo ha hecho en un momento en el que se nota demasiado el regreso con una motivación más lucrativa que artística (apenas se aprecia la química con el bajista Duff Mckagan ni con el guitarrista Slash). No acaba de dar con la tecla del éxito a sus nuevas composiciones, muy por debajo del glosioso legado de G 'N R. Y se ha estrenado con mal pie. Se rompió un dedo en el primer concierto de regreso con Slash y Cía, lo que le obliga desde entonces a actuar sentado en una especie de trono. Al principio, era el mismo sillón que se mandó construir Dave Grohl para seguir adelante con la gira de los Foo Fighters después de partirse una pierna.
En silla de ruedas o con muletas, la presencia de Axl Rose no es precisamente muy roquera. Ni en Guns and Roses, supervivientes de mil batallas (A Duff le falta medio pancreas por sus excesos con la bebida y Slash se refugia en Zahara de los Atunes con su familia tras superar las adicciones que provocaron la ruptura con Axl).
Ninguno de los dos estuvo con Axl en el concierto de Cobetas. Sólo tocaron con él el teclista Dizzy Reed y, al final de la actuación, Izzy Stradlin, guitarra original en los buenos tiempos, compositor y el primero en darse de baja del grupo para poder mantenerse sobrio frente al desvarío colectivo de sus colegas a primeros de los noventa. El resto de aquellos Guns and Roses del BBK Live eran mercenarios. Músicos de lujo, curtidos en grandes bandas, pero sin alma. Como le puede pasar ahora a AC/DC. Cuando sonaron los primeros acordes de 'Sweet Child O Mine' en las campas del monte Cobetas , mirar al escenario y no ver la chistera de Slash ni sus rizos era muy triste. Igual que cuando AC/DC ataque 'Back in Black'.
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