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Pilar González Ruiz
Viernes, 3 de junio 2016, 07:09
Desde que comenzaron a tocar juntos en 2009, ya tienen perfectamente rodado esto de estar sobre los escenarios y este viernes lo demostrarán en Santander. El televisivo Wyoming y su banda, Los insolventes, visitan la capital cántabra para ofrecer un concierto repleto de versiones ... de rock clásico que tendrá lugar en Escenario Santander a partir de las 21.00 horas. El showman orquesta un espectáculo en el que sus secuaces están lejos de hacer honor a su nombre, pues manejan todos los recursos musicales para sonar a 70s. Luis de Diego (batería) y Manuel Villalta (teclados) secundan a Wyoming en un show de buena música en el que no falta el humor.
¿Cómo se juntan las cinco piezas de esta banda?
Un día que actuaban en un bar de Madrid me acerqué a saludarlos, nos hicimos amigos, y hasta ahora.
¿De dónde le viene esta querencia por el rock de corte más clásico?
Por el rock, en todo caso. Me crié en aquella generación que surgió a finales de los sesenta y que los setenta lo petó. La lista de genios era y es interminable.
Y la música que se hace actualmente, fuera del rock, ¿le genera interés o curiosidad?
Claro, pero abomino de ese bombo electrónico que preside la música de las discotecas y que no permite desarrollo alguno.
¿Tiene algún ídolo reconocible en la historia de la música?
Muchos: Dylan, Jimy Hendrix, Los Beatles, Los Rolling, Janis, Led Zepplein, Eric Clapton, The Who, The Kinks.
Tras el anuncio de su concierto en Santander, una espectadora habitual ha comentado a la sala que no irá a su concierto porque es irrespetuoso con los católicos. ¿La fe le quita adeptos?
No lo sé, pero no soy irrespetuoso con los católicos sino con el negocio de las almas. La Conferencia Episcopal hace política de derechas, pero quiere que se la respete por sus creencias. Si baja al ruedo de la política que apechugue, los gays, por ejemplo, también merecen respeto, y ya que estamos, por favor, que dejen de robar el patrimonio de los españoles. La Mezquita es de todos, y los miles y miles de bienes que se han puesto a su nombre en estos años, también.
Viene a una ciudad en la que se acaba de aprobar la retirada del nombre a seis calles franquistas. Puede llamar a Albert Rivera para comentárselo...
Cuesta que se cumpla le ley. Todavía somos el país de occidente con más desaparecidos, y ochenta años después de la guerra civil sigue sin poder hablarse del tema. Triste.
En su proyecto editorial y audiovisual No estamos solos, critica el posicionamiento de los medios con algunas cuestiones políticas. ¿Cree que ocurre lo mismo en materias como la cultura o directamente se ignora?
Los medios están en manos de grandes corporaciones y esto limita su independencia. Cuando se toca la corneta todo el mundo sale en tromba. Es el signo del tiempo que nos ha tocado vivir, la era Murdoch, que es el peor de los casos, se ha impuesto. He conocido, también en esto, tiempos mejores.
¿Está cansado de que todo lo que dice se convierta en titulares polémicos?
Siempre he dicho lo mismo y ya he cumplido 61 años. Antes estas cosas eran normales. En general la sociedad se ha hecho más conservadora, se he derechizado.
Decía usted recientemente en referencia a Moncho Alpuente, que su honestidad y rigor impidieron que tuviera un mayor reconocimiento. ¿Esas características están reñidas con el éxito?
El que paga desconfía de los espíritus libres. Se premia más la fidelidad que el talento. Es normal, pero también una desgracia. Es lo que se llama la doctrina del shock, se juega con el miedo de la gente a perder el trabajo. Estamos cerca de lo que describe la novela 1984.
Cómo médico, ¿qué receta recomendaría contra la falta de ética de los partidos?
La terapia, la cirugía la tienen que hacer los ciudadanos y no dejar que esa enfermedad se haga crónica. Hay que terminar con las ideologías como si fueran clubes de fútbol en el que cada uno apoya al suyo aunque le esté robando la sanidad y la educación.
¿Está usted en donde quería estar?
Estoy mucho mejor. He sido un hombre muy afortunado, pero me da pena que todo lo que me gustaba del siglo XX se está yendo a la mierda y lo malo se esté potenciando a lo bestia. Pero somos nosotros, sin saberlo, los que gobernamos la nave.
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