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Eider Burgos
Miércoles, 15 de junio 2016, 14:44
La suya es la historia, «pequeña» dice él, de un «niño gallego soñador». De uno que quería cantar «desde antes de nacer» y acabó cumpliendo su sueño a pesar de comenzar actuando «para menos diez» en el metro. Andrés Suárez (Ferrol, 1983), cantautor afincado ... en Madrid pero «enamorado de Galicia», publicó el año pasado su sexto disco, 'Mi pequeña historia'. Su trabajo más íntimo y el que, literalmente, le ha costado sudor y lágrimas. Acaba de volver de una exultante gira por México que le llevó a colgar el cartel de 'sold out' de forma sucesiva, y hoy mismo se planta con su inseparable guitarra en el Kafe Antzokia de Bilbao. Euskadi, esa tierra de la que se siente «primo hermano».
¿Cuál es esa pequeña historia que titula tu disco?
Es la historia de un niño gallego soñador que quería ser cantante. Es un homenaje a mi vida, pero no solo a lo que me ha pasado a mí, sino a toda la gente que ha pasado por ella. Vivimos en una sociedad muy cainista que prefiere el mundo de los muertos al de los vivos y recordarlos cuando ya no están aquí. Yo quiero cambiar eso y hablar de todos ellos ahora: de un amigo, de mis abuelos y el alzhéimer, de un desahucio, de un sexo en una habitación...
¿Se reconocen en las letras?
¡Sí! Alguien ha dicho: «¿¡Pero cómo cuentas eso de la habitación!?». Pero lo comprenden y me han perdonado (risas).
¿Tu canción favorita del disco?
Uf, ¡buena pregunta! Puede que 'Te doy medianoche', me costó muchas lágrimas escribirla. Y 'Si llueve en Sevilla', que habla de una lluvia que viví pero que acabó bien, una lluvia optimista.
¿Es este tu disco más íntimo?
Sí. Son quince recuerdos muy personales. Es el que más me ha costado escribir y el que más vergüenza me ha dado exhibir. Al final, estoy contando mi vida en público. Y yo soy vergonzoso.
¡No lo pareces!
Cada uno tiene su escudo. Yo amo tanto la música que conseguí superar esa barrera. Pero siempre he tenido un mundo interior muy rico. Me estoy acostumbrando, al menos ya puedo subirme a un escenario sin que me tiemble la voz.
Y enamoradizo, ¿eres?
Digamos que Walt Disney me hizo mucho daño (risas). He conocido los límites del amor y con ellos los del dolor, pero es un pacto con el que estoy de acuerdo. Sabina decía que amando, bebiendo y comiendo de esta manera, estarás lleno de cicatrices. Yo lo estaré, pero acepto el trato.
Admiras a Sabina.
Sabina ha escrito las mejores canciones de todos los tiempos. Ha descubierto un universo que nadie más ha visto antes. Hay ahora una tendencia a escribir y a publicar libros de poesía muy a la ligera porque se ha convertido en un negocio redondo. Y cualquiera se llama poeta.
¿Tú lo eres?
Yo amo la poesía, pero no soy poeta. Solo soy un narrador de historias.
«El público del norte es el más caluroso»
Acabas de volver de México.
Ha sido un viaje muy emotivo y el resultado ha sido genial. Allí está sucendiendo algo fantástico. Ha sido mi quinto viaje en cinco años pero es que esta vez el público se ha multiplicado por ocho. Tengo clarísimo que tanto mi futuro profesional como personal está en México. Allí reciben muy bien a los cantautores.
¿Mejor que aquí?
Sin duda, es algo fuera de todo raciocinio. Allí adoran a Víctor Manuel, a Serrat... Ahora entiendo eso que dicen los maestros de que no hay que dejar de ir allí. Ya he estado en Cuba, en Argentina, en Miami, y al final de la gira iré a Chile y Perú. Y es que quiero seguir yendo y seguir aprendiendo.
¿Influyen mucho en tu música estos viajes?
La mitad de mis canciones son vivencias personales; ciudades, países que he visitado...
¿Y qué tal te reciben en Bilbao?
Hace poco lo dije, y a la gente de Andalucía no le hizo mucha gracia, pero es que tengo que ser sincero: el público del norte siempre ha sido el más caluroso con nosotros. Siempre digo que de Madrid para arriba es casa: el verde, el comer bien, el mar. Me siento primo hermano de toda la tierra cantábrica. El gallego, el vasco, el asturiano.
¿Cómo es el vasco?
Son gente llena de hospitalidad. Me encantó cantar con Kepa Junkera su versión de 'Haika Mutil' de Mikel Laboa. Es una pena que esta vaya a ser la última vez que venga en esta gira.
No paras. Y no solo por trabajo.
Mi amigo Rafa Pons [también cantautor] me dice: «¿Cómo te vas a echar novia si se te secan hasta los cactus?». ¡Y es verdad! Llego a casa y lo único que hago es poner la lavadora para volver a marcharme justo después. Pero es que estoy viviendo un momento muy rico. Soy joven, tengo seis discos y toda la vida por delante.
¿Echas de menos Ferrol?
Los capítulos del libro de mi vida me están llevando a muchísimos sitios, pero siempre digo que el final lo escribiré en Galicia. Estoy enamorado de mi tierra. Qué le voy a hacer, si es que soy nieto e hijo de marineros. La primera vez que fui a Madrid, lejos del mar, casi entré en pánico. Hoy a Madrid le debo todo musicalmente, pero siento dependencia por mi casa.
Empezaste cantando en el metro de Madrid...
Llegué con la intención de dormir en el sofá de un amigo y tirar para adelante como pudiese. Puede que sea una frase muy de cantautor, pero si puedes soñarlo, puedes hacerlo. Ahora, canto para personas que me aplauden en cada tres minutos, un trabajo horrible para el ego. Está bien recordar aquello, cuando te pisaban la funda de la guitarra y la gente pasaba de ti en el andén. Te hace ver que en realidad eres muy pequeñito.
¿En qué momento de tu vida decidiste que querías ser músico?
Desde antes de nacer, cuando mi madre cantaba 'Yolanda' de Pablo Milanés como nadie. Siempre estaba como loco por llegar al conservatorio después del colegio, o eso me cuentan. Ni sé, ni quiero hacer otra cosa. Y no creo que sea más sensible que nadie. Simplemente empecé a escribir y a la gente le gustó.
Y en todo este tiempo, ¿nunca pensaste en tirar la toalla? ¿Ni cuando te pisaban la funda de la guitarra en el andén?
Jamás. Soy muy cabezón y de lo poco que puedo presumir es de que siempre lo tuve muy claro. Esta es una carrera muy lenta y sé lo que es cantar para menos diez. Al principio canté para cinco, luego para siete, nueve... Pero es esa gente que viene de dos en dos la que se queda contigo. No me fijo en las cifras o en el puesto que tiene mi disco en iTunes, sinoeon las almas. A esas que se emocionan y quieren verte a miles de kilómetros de donde tú estás.
A todas esas almas las tienes muy al día en las redes sociales.
La cuestión es que no sé dónde acabo yo y dónde empieza mi música. Me gusta llegar a Galicia y compartir sus playas. En Donosti, que iré dentro de poco, seguro que haré lo mismo. En plan: «¡Mirad cómo mola el norte!». Mis seguidores vienen a mis conciertos, le gusta contarme sus pequeñas historias, y creo que yo les debo lo mismo.
¿A quién has seguido tú?
A Víctor Manuel, a Sabina, a Serrat... Aunque el primer grupo que monté en Galicia fue para tocar Leño, Los Suaves, Extremoduro... Siempre he escuchado todo tipo de música, creo que es un acierto. Quiero abrirme al mundo y seguir un día a Tote King y al día siguiente al folk gallego de Luar Na Lubre. Es por eso que tampoco tengo una idea de lo que yo hago.
Lo que está claro es que 'Mi pequeña historia' es más rockero. ¿Por qué?
Como he dicho antes: Leño, Extremoduro, Los Suaves... El público esperaba un 'Moraima 2' ['Moraima' fue su anterior disco, publicado en 2013], pero eso para mí no tiene sentido. Yo necesitaba salir con la banda, mi alma y mi cuerpo me lo pedían, ¡y que echaba de menos colgarme una guitarra eléctrica! Que eso no quita que siga teniendo mis momentos más tranquilos. Te pongo de ejemplo el concierto de hoy en el Kafe Antzoki: empezaremos con algo íntimo, pero terminaremos con mucho rock.
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