"La voz de un contratenor está entre el niño, la mujer y el hombre"

Es su primera visita a Santander, aunque ya conoce la fama del Festival Internacional de Santander (FIS). Ilusionado con la experiencia afirma que ha preparado un programa especial, pensado para dar a conocer a otros grandes compositores. El recital terminará con dos piezas de Agostino Steffani, un compositor «no muy conocido con una música llena de fantasía, que deja libertad a la hora de interpretar la melodía», algo que emociona a Philippe Jaroussky.

El programa incluye arias combinadas con música de orquesta. Y para teatralizar el concierto, Jaroussky canta todas las piezas seguidas, sin aplausos, porque «es muy importante disfrutar también del silencio durante unos segundos». La pieza que más le emociona del concierto es el aria de Agustino Steffani que cantará en la segunda parte. «Es muy emocionante y original», explica el contratenor.

Jaroussky empezó a cantar hace veinte años, sobre todo música de Händel y Vivaldi. Su pasión eran los primeros años del Barroco y «el gran Monteverdi, uno de los más grandes genios de la música».

Después de veinte años sobre los escenarios, entiende que ha tenido suerte en su carrera profesional. «Nunca pensé que iba a cantar como solista por todo el mundo», reconoce quien se formó como violinista.

Descubrió su voz con 18 años y empezó a cantar óperas dos años después. «Ha sido difícil, sobre todo al principio. Como joven cantante tienes mucho que mostrar. Ahora me siento más libre, con una voz más sólida. Con el tiempo domesticas la voz y sabes qué quieres cantar y cómo», explica.

Su repertorio en estos años se basó en la música barroca italiana, dedicada a los castrati. Precisamente, en breve, recibirá el Premio al Mejor Cantante Masculino por su álbum Green, un doble CD con melodías francesas y música de Debussy, Fauré, Poldowski, Chabrier, Brassens y Massenet. Ahora está probando nuevas melodías.

En octubre grabará un nuevo álbum con obras de Bach y Telemann. «Es una nueva experiencia. Quiero afrontar riesgos y abrirme a nuevos repertorios». Y es que reconoce que para un cantante el tiempo es muy importante y desconoce si podrá cantar durante diez o veinte años más. «Con 60 años no tenemos la misma flexibilidad en la voz que con cuarenta», indica. Por eso, es importante adaptar el repertorio al momento.

Philippe Jaroussky descubrió su voz con 18 años de una manera original. Estaba en un concurso de violín y escuchó a un contratenor. «Me quedé fascinado y una pequeña voz interior me dijo que yo lo podía hacer porque tenía esa voz», recuerda. Fue a una audición y empezó a estudiar canto con su profesora, la misma con la que sigue hoy.

La etiqueta de voz angelical no le gustó cuando empezó a cantar porque «una voz angelical me parece una voz que no es capaz de exprimir todos los sentimientos que tenemos en la ópera, la pasión, la generosidad...». Ahora, añade, «acepto que mi tipo de voz tiene armónicos agudos y es ligera y soy capaz de aceptar que hay cosas que no puedo cantar y otras que están más adaptadas a mi voz». Por eso, no acepta papeles muy dramáticos, porque «es peligroso».

Jaurossky se formó como violinista y señala que «hay personas que me dicen que canto como un violín». «El violín me ha dado un rigor y una velocidad para leer y entender la música y me ha ayudado a trabajar la voz como instrumento. Un cantante tiene que aprender a expresar sus sentimientos con la voz y eso no es fácil», declara quien ahora está probando cómo exprimir los sentimientos «con más calma». «Como cantante tienes la tentación de exagerar las cosas y no hacerlo de forma natural. Es como un actor, que cuanto más años tiene, hace menos y tiene más impacto».

Jaroussky viaja con su violín, porque no se imagina la vida sin él. «Es muy importante en mi vida», declara el contratenor al que le gustaría poder dedicar más tiempo a este instrumento. «En mi corazón soy todavía un violinista», reconoce.

¿Y el futuro? Prepara un nuevo repertorio con óperas de Georg Friedrich Händel. Pero reconoce que la vida está llena de sorpresas. Le gustaría interpretar también a Ariodante de Händel, pero «con tristeza tengo que decir que es un papel difícil para mí y creo que nunca podré cantarlo. Es la vida».

La voz de un contratenor es especial porque «puede sonar no como una voz totalmente lírica. Tiene mucha personalidad y hay muchas diferencias entre los propios contratenores. Está entre el niño, la mujer y el hombre». Sin embargo, reconoce que hay personas a las que no les gusta nada. Es una voz con «misterio y secreto», que refleja un pasado perdido, el de los castrati, que permite soñar a mucha gente.

El contratenor recibirá en breve el premio al Mejor Cantante Masculino. Para él es emocionante porque supone reconocer que los contratenores «podemos hacer algo más que música barroca y estamos aceptados en la familia de las voces líricas». Por eso, añade que la voz del contratenor tendrá un futuro «muy luminoso». Considera que el panorama musical para los jóvenes no es fácil. Por eso, en los próximos años creará una fundación para ayudar a los jóvenes. A ellos les recomienda «que escuchen su propia voz y su propio cuerpo y sean sinceros con ellos mismos». En algunas clases magistrales que imparte, explica que «la tentación de los jóvenes cantantes es pensar más en el sonido que en los sentimientos o exprimir palabras».

Para terminar la entrevista cita una frase sobre el futuro de los contratenores y señala que «hay muchas variedad de voces, por eso su presencia en los escenarios será cada año mayor».