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Eider Burgos
Jueves, 4 de octubre 2018, 18:32
Si fuiste uno de los 102.000 festivaleros que este año se animó a subir a Kobetamendi para bailar al ritmo del Bilbao BBK Live, contribuiste a generar un impacto económico en la ciudad de nada menos que 19,45 millones de euros. Casi nada, ¿eh? Pues la cita bilbaína no es, ni de lejos, la cita más rentable del mundo... aunque se encuentre entre las más destacadas.
No lo decimos nosotros, sino la web de venta de entradas StubHub, que ha realizado un extenso documento en el que analiza hasta 250 citas musicales a lo largo y ancho del atlas. Un raking de los 250 festivales más exitosos del mundo en términos de tamaño y éxito comercial. Y ojo, que el Bilbao BBK Live también está entre ellos. Pero, ¿cuál es el arrasa en todo el globo? No podía ser otro: el Festival Coachella del Valle de la Música y de las Artes; el Coachella, para los amigos.
Con su famosa noria y sus letreros gigantes al estilo 'Hollywood' -tan carne de Instagram-, el Coachella ha sabido atraer a los nuevos festivaleros que siguen la ola de la burbuja de los festivales reforzando su vena hipster; la presencia de incontables famosos, bloggers y 'ciber celebrities' de todo tipo y condición ha hecho el resto. «La atención puesta en lo digital le ha permitido trascender más allá de sus limitaciones físicas -alaba el texto-, convirtiéndose en un auténtico espectáculo que se extiende a nivel global y que incluye las actuaciones más aclamadas que uno pueda imaginar». Un set de artistas «diverso y reverenciado» que es posible ver a través de revolucionarios streamings en 360 grados, que «le asegura agotar las entradas de los dos fines de semana en los que se celebra en solo veinte minutos». Y son casi 200.000 entradas.
Completan el 'top ten' el siempre pasado por agua Glastonbury (Inglaterra), por «su historia y magnitud», a pesar de haber perdido su «espíritu radical»; el Fuji Rock (Niigata, Japón), que en realidad se celebra en el monte Naeba, «respetuoso con el medio y siempre con paraguas en caso de tifón»; el Roskilde (Dinamarca), cuyo lema es «igualdad», siempre respaldado por organizaciones humanitarias y por los derechos humanos; el Reading Festival (Inglaterra), con un público de 170.000 personas para bandas, DJs y comediantes; el Download Festival (Donington Park, Inglaterra), alias 'Monsters of Rock' por su «explosiva mezcla de metal, punk, rock y una cantidad innecesaria de pinchos»; el Quebec City Summer Festival (Canadá), celebrado en las Llanuras de Abraham, un histórico campo de batalla escenario hoy desde jazz a música electrónica; el T in the Park (Strathallan, Escocia), con una «formidable» mezcla entre rock y tecno; el mítico Bonnaroo (Tennessee, EE UU), cuyo nombre viene del 'slang' de Nueva Orleans, «lo mejor de las calles»; y el Rock Am Ring (Nurburg, Alemania), hermano gemelo del también alemán Rock Im Park y que ha ejecutado «un refrescante giro hacia el rock comercial».
Los españoles, los que gustan a los británicos
De los 250 festivales seleccionados, solo seis se celebran en España. Seis citas que, curiosamente, coinciden con los gustos de los festivaleros británicos. Entre ellos, el Bilbao BBK Live, que en 2016 contó con un 15,5% de público británico, y otro 10% venido de Francia. Para encontrarlo hay que descender hasta el puesto 152, que teniendo en cuenta la gran burbuja creada en torno al mundo festivalero, no es ninguna tontería. El documento lo señala como una de las grandes apuestas para los «clientes del otro lado del océano», entre otras cosas, por su posición «entre montañas y las claras vistas de Bilbao» que ofrece el recinto de Kobetamendi. También por su «proximidad a la playa y al centro de la ciudad» e, incluso, «la hora tardía» a la que empiezan los conciertos (debe serlo en comparación con el resto de Europa) y su «facilidad de acceso».
El caso es que en esto de los festivales los catalanes arrasan. No hay que rebuscar demasiado para dar con el Sónar, el primer español en aparecer en lista. Él «y cada una de sus encarnaciones a nivel internacional» se asoman ya en el puesto número 17 gracias a su ambición por «pregonar las vanguardias» y por el «nexo» que ha sabido crear «entre creatividad, entretenimiento y tecnología». El festival barcelonés lleva 23 años adelantándose al mañana sin olvidarse de lo que hay dentro, «celebrando el talento propio de la tierra en cada uno de los más de 50 lugares en los que la marca Sónar ha recalado» (su versión islandesa, que se celebra en Reikiavik, ocupa el puesto 161).
Un poco por detrás, ya en el 40, el también barcelonés Primavera Sound, «la Santísima Trinidad de Sol, Mar y Arena»; ideal para los británicos cuyos «festivales de 'verano' (atención a las comillas) es sinónimo de un lodazal» (hola, Glastonbury). Solo tiene un inconveniente y es que «acampar no es una opción, por lo que tendrás que buscarte un hotel, dormir en las calles o no dormir en absoluto, dependiendo de lo 'hardcore' que seas». Ya hablando de música, valoran su mezcla de «celebridades históricas, contemporáneas e influyentes artistas». El PS cuenta con una versión portuguesa que también se ha colado en la lista, aunque cien puestos por detrás, en el 142.
Continuando en la línea del público 'british', en el puesto número 50 se coloca uno de sus favoritos: el Festival Internacional de Benicàssim (FIB), para los «aficionados (sic) a las playas, los fiestones y las cervezas que sean inmunes a los golpes de calor». El sueño de cualquier turista veinteañero venido de las islas, vaya. Con un horario de cinco de la tarde a ocho de la mañana, «los asistentes deben estar preparados para obviar su ritmo circadiano», se advierte.
Sin moverse de la ciudad y tan solo un mes después (una semana completa a mediados de agosto), «uno de los festivales con mayor conciencia social de toda la lista»: el Rototom Sunsplash, en el número 59 del ranking. No solo es una cita inmejorable para disfrutar del mejor reggae, sino que elabora una mezcla perfecta entre música, educación y concienciación por medio de la Universidad de Reggae, el Foro Social, el Simposio del Arte, un mercado artesanal, así como áreas dedicadas a la enseñanza sobre sostenibilidad y cultura africana.
A la cola, ya en el puesto número 185 del documento, se hace su hueco el masivo Arenal Sound, «ajustado en apenas una semana» para los 55.000 'sounders' diarios que «se dan cita a orillas del Mediterráneo» (en las de Burriana, Castellón, concretamente). De la firma valenciana destacan la potencia de su cartel, que en esta última edición reunió a The Hives, Steve Aoki, Two Door Cinema Club, Crystal Castles y Crystal Fighters, entre otros. Un año en el que, por cierto, ha batido todo sus récords con un total de 300.000 asistentes entre el 2 y el 7 de agosto.
La lista de StubHub cuenta nombres míticos, como Creamfields (puesto número 18), Rock in Rio (17), Tomorrowland (42), SXSW (80), Hellfest (92), Optimus Alive (96) o Lollapalooza en su versión berlinesa (116). Incluye, sin embargo, otros desconocidos para la mayoría de festivaleros españoles, ya sea por su posición geográfica o por tratar géneros musicales menos comerciales. Esta es, entonces, una buena ocasión para ampliar miras y zambullirse el verano que viene en una de estas fiestas de fuegos artificiales, multitudes y, sobre todo, música. Para todos los gustos, además. Las muñecas no te darán para tantas pulseras cuando consultes el ranking completo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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