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Carlos Benito
Lunes, 26 de septiembre 2016, 16:03
El espacio suena a Vangelis. Ya, ya, en realidad no lleva banda sonora incorporada, pero, cuando nuestra imaginación se empeña en añadirle una, es muy probable que se parezca a alguna de las composiciones que el artista griego ha creado en los últimos cuarenta años: sus sintetizadores han dado forma a toda una tradición de música espacial, una combinación de grandiosidad, delicadeza y misterio que prácticamente se ha convertido en un tópico. «La mitología, la ciencia y la exploración espacial son materias que me han fascinado desde la primera infancia y siempre han estado conectadas de alguna manera con la música que escribo», ha resumido el bueno de Evangelos Odysseas Papathanassiou, cuya obsesión cósmica ha sido recompensada incluso con el bautismo de un asteroide en su honor: desde 1995, hay un pedrusco de entre diez y veintitrés kilómetros de diámetro que se llama (6354) Vangelis.
En su nuevo álbum, que salió al mercado el viernes, Vangelis ha retomado los senderos astrales. Se titula 'Rosetta' y está inspirado en la misión homónima de la Agencia Espacial Europea, que en noviembre de 2014, tras diez años de viaje, logró posar el robot Philae sobre el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko. Para celebrarlo, Vangelis regaló a la agencia tres piezas inéditas de música que se utilizaron en los vídeos sobre el histórico aterrizaje. Aquellas tres composiciones, revisadas, se suman ahora a otras diez en un álbum publicado justo a tiempo: si nada se tuerce, la misión concluirá mañana mismo, cuando la sonda espacial Rosetta descienda también sobre el cometa. La relación de Vangelis con la Agencia Espacial Europea es bastante estrecha desde hace cuatro años, cuando pudo mantener una conversación con el astronauta holandés André Kuipers, un fanático de su obra que en aquel momento estaba en la Estación Espacial Internacional.
En 'Rosetta', Vangelis vuelve a centrarse en sus sintetizadores, después de un tiempo en el que ha preferido los ambiciosos arreglos orquestales y corales. Curiosamente, el tema elegido para presentar el álbum (el propio 'Rosetta') es uno de los menos 'espaciales' del lote, pero nos sirve de aperitivo para repasar algunas de las contribuciones más destacadas de Vangelis a este sugerente género.
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Albedo 0.39 (1976)
Es su álbum astronómico por antonomasia, hasta el punto de exigir una pequeña explicación para los profanos en la materia: el albedo es la proporción de radiación que refleja un cuerpo no luminoso, una variable que en el caso de la Tierra es del 39% o, tal como lo expresa el título, de 0,39. A Vangelis le gusta centrar cada uno de sus discos en un concepto, una idea que dé cierta unidad al conjunto, y en este caso eligió la astrofísica, nada menos. El álbum se abre con una de sus composiciones más conocidas, 'Pulstar', que tanto gustaba como sintonía a los viejos programadores de radio, pero aquí vamos a escuchar otro de sus hitos, 'Alpha': seguro que los fans del músico han detectado su eco nada más empezar 'Rosetta'.
Spiral (1977)
En su siguiente referencia, Vangelis volvió a reflexionar sobre el cosmos: esta vez lo hizo desde una perspectiva taoísta, con el propósito de indagar en la idea de que el universo se mueve en espiral: «Alejarse significa regresar», explica la carátula. El disco es crucial en su carrera porque en él utilizó por primera vez el Yamaha CS-80, un sintetizador que iba a convertirse en su instrumento más característico. Las ondulaciones en estéreo del tema 'Spiral' siguen sonando asombrosas cuarenta años después.
Heaven And Hell (1975)
En realidad, en este disco Vangelis no andaba pensando en viajes espaciales ni en la física de los cuerpos celestes: al fin y al cabo, el cielo del título es el otro, el 'heaven' de las almas buenas. Pero, tres años después, uno de sus fragmentos se convirtió en el tema de cabecera de 'Cosmos', la serie de Carl Sagan que llenó de galaxias los cuartos de estar de medio mundo. A lo largo de sus capítulos se escuchaban varios temas de Vangelis, pero el que ha quedado ligado para siempre al documental es este tercer movimiento de 'Heaven And Hell'.
Mythodea (2001)
En una maniobra similar a la del nuevo disco, ¡Mythodea¡ se publicó para acompañar un hito de la exploración espacial: la entrada de la sonda ¡Mars Odyssey¡ en la órbita de Marte. En realidad, la pieza era anterior: Vangelis había estrenado en concierto su ambiciosa sinfonía coral en 1993, aunque para la versión editada añadió un par de movimientos, alargó otros dos e incluyó algunas modificaciones. El disco se grabó en directo en Atenas, con el propio compositor a los sintetizadores, la London Metropolitan Orchestra ampliada con dos arpistas, el coro de la Ópera Nacional Griega, dos sopranos y dos conjuntos de percusión. Basta repasar el plantel para darse cuenta de que, esta vez, el artista tiraba hacia lo apabullante.
Blade Runner (1982)
La acción de la película 'Blade Runner' transcurre en la Tierra, en la ciudad de Los Ángeles del año 2019, a la vez fascinante e infernal, pero el espacio funciona como contexto ineludible de la acción, desde las referencias continuas a las colonias exteriores hasta el inolvidable parlamento final del replicante Roy Batty. Y fue uno de esos casos mágicos en los que la estética y el trasfondo de una película se ajustan perfectamente con su música: ¡qué incompleta quedaría 'Blade Runner' si le amputásemos la banda sonora de Vangelis!
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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