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Portada de 'Arc'.
La casquería sonora de Neil Young

La casquería sonora de Neil Young

Carlos Benito

Lunes, 10 de octubre 2016, 17:13

Masami Akita, más conocido como Merzbow, es seguramente la figura más conocida del noise japonés, una de las escenas más extremas del mundo. Y siempre ha dicho que su impulso para ponerse a crear fue la excitación y el impacto sonoro de los conciertos de rock, pero no en toda su extensión: lo que le gustaba de verdad eran los finales de las canciones, cuando los grupos se desmelenaban y se dejaban arrastrar por el ruido, en una especie de despiadado holocausto que ya no respondía a los códigos formales del rock. Frente a ese monumento de decibelios e improvisación, sostiene el bueno de Akita, las composiciones en sí parecen timoratas, inofensivas, insulsas.

'Arc', el disco más experimental que ha publicado Neil Young en toda su carrera, también responde de alguna manera a esa convicción. El músico canadiense nunca ha sido cobarde a la hora de meterse en berenjenales y descolocar a sus fans: ahí están sus vituperados álbumes tecno de los 80, cuando se entusiasmó hasta bordear el delirio con los sintetizadores y las voces robotizadas, o también productos recientes como 'Earth', con sus sonidos de osos, grillos y demás fauna. Pero 'Arc', que este mes cumple 25 años, es el disco más difícil de tragar para sus fans ortodoxos, ya que en él Young rompe directamente con la idea de canción. Él lo definió en su momento como «new age metal», y lo cierto es que la etiqueta no le va del todo mal.

Rebobinemos hasta 1991, cuando Neil Young se encontraba en uno de los picos de su accidentada carrera. Después de recorrer los 80 en un mareante zigzag estilístico, había rematado la década con el aclamado 'Freedom', que habría de convertirse en uno de sus discos de referencia. Y, de pronto, una generación entera de jóvenes se declaraba admiradora de su rollo indómito, de sus guitarreos desmadrados y del sonido apabullante que conseguía junto a su leal banda Crazy Horse. El veterano Neil Young, cuarentón por aquel entonces, se había convertido en el padrino del grunge, una etiqueta que acabaría asumiendo hasta el punto de grabar un disco entero junto a Pearl Jam.

Para su gira americana de 1991, Young se llevó como teloneros a Sonic Youth, otros supuestos antecesores del grunge que lograban la aleación entre el rock de guitarras y la experimentación de vanguardia. La experiencia no resultó particularmente agradable para el grupo neoyorquino, porque el público de su amigo Young se dedicó a abuchearles de manera inmisericorde noche tras noche. Los espectadores detestaban, muy en particular, el largo final del tema 'Expressway To Yr Skull', un pasaje letárgico de pulsos de bajo y acoples de guitarra que precisamente era uno de los momentos favoritos de Neil Young: solía explicar que le relajaba escucharlo desde el camerino.

De ese terreno común acabó surgiendo 'Arc'. Cuatro años antes, Neil Young ya había editado un 'collage' de varios principios y finales de sus canciones en directo, para utilizarlo como banda sonora de su película 'Muddy Track'. En algún momento de la gira se lo descubrió a Thurston Moore, uno de los miembros de Sonic Youth, que experimentó la lógica excitación ante una música muy próxima a los momentos más cacofónicos de su banda. Animado por esas muestras de aprobación, Neil Young se sentó ante su ordenador y dio forma a 'Arc', una pieza de treinta y cinco minutos que empalma lo que podríamos llamar la casquería de sus conciertos de aquella gira: principios, finales, afinaciones, acoples y demás despojos que habitualmente se desprecian, puntuados por los acordes poderosos de Crazy Horse y salpicados de ocasionales versos de 'Love And Only Love' y 'Like A Hurricane'.

Amas de casa

El propio Neil Young se sintió eufórico con el resultado, que se editó en un 'pack' de lujo junto al directo 'Weld' pero también como cedé autónomo. «Lo he hecho para la gente que va por ahí en todoterrenos con grandes altavoces. Si te paras al lado de alguien y tienes esto sonando, estás dejando las cosas muy claras», comentó. En una entrevista con 'Spin', abogó por que las salas lo pinchasen entre concierto y concierto: «Sirve para limpiar el paladar, porque no tiene ritmo: es como un sorbete entre platos». La mayor parte del público no abrazó el disco con entusiasmo (ya apuntaba Young que «no era para el ama de casa media, o quizá sí»), pero cuenta con defensores a ultranza como el cantante Julian Cope: «No es ruido tumultuoso porque sí: cuenta una historia, crea una atmósfera, incluso imparte una lección moral», ha elogiado este erudito de lo progresivo. Y no le falta razón: 'Arc' se suele comparar de manera recurrente con 'Metal Machine Music', la inmolación ruidista de Lou Reed, pero en realidad se trata de una pieza mucho más articulada y agradable de escuchar, que en ningún momento da la sensación de aspirar al caos. Es simplemente un intento de ampliar el vocabulario del rock que se sitúa en las antípodas del siguiente disco de Neil Young, el remansado y adorable 'Harvest Moon'.

Se puede decir que, de alguna manera, Sonic Youth arrastraron a Neil Young a su terreno, pero también ocurrió lo contrario. El canadiense, que organizaba un festival anual a beneficio de su fundación The Bridge, convenció a la banda para que ofreciese allí el primer concierto acústico de su carrera. Y fue un desastre. Los monitores fallaron, así que Sonic Youth no se escuchaban a sí mismos. En medio de una versión del 'Personality Crisis' de los New York Dolls, la bajista y vocalista Kim Gordon se hartó, soltó un juramento, destrozó una guitarra que había llevado específicamente con ese propósito y se marchó del escenario. En el 'backstage' se topó con los niños en silla de ruedas de la fundación, horrorizados por su vocabulario y su brusquedad. «Me sentí fatal, me había olvidado de que estaban allí», ha contado. Menos mal que Ben, el hijo de Neil Young que sufre parálisis cerebral, le echó un capote: «Todo el mundo tiene algún mal día», le dijo.

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