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Bob Dylan, premio Nobel de Literatura 2016.
Las letras como instrumento político y musical

Las letras como instrumento político y musical

Rebelde, encantador y fenómeno de masas sin pretender serlo, Dylan conquistó al mundo con su reinvención del lenguaje musical

Ana del Castillo

Jueves, 13 de octubre 2016, 15:11

Para muchos el reconocimiento llega tarde, para otros nunca debía haberse producido, pero probablemente ayer esos ojos tristes procedentes de Minnesota, en esa pose encantadora que le conceden sus 75 años, brillaran hasta en la oscuridad.

Rebelde, encantador y fenómeno de masas sin pretender serlo, Dylan conquistó al mundo con su reinvención del lenguaje musical. Siempre prefirió decirlo todo con sus canciones. "No pretendo influir en nadie", decía con esa voz áspera y desgarrada. Sin embargo, sus temas, sus opiniones e incluso sus silencios han sido el centro de atención, hasta el punto de ser señalado como una de las personalidades artísticas más influyentes del siglo XX. Ha sido un autor al que la crítica musical ha estigmatizado por su posición política y aún hoy siguen discutiendo sus méritos, tal y como hizcieron también con Leonard Cohen al recibir el Príncipe de Asturias.

Este jueves el 'trovador de Minnesota' (Robert Allen Zimmerman, 1941) se ha llevado el 109 Premio Nobel de Literatura por "haber creado nuevas expresiones poéticas en la gran tradición de la canción estadounidense". Y es cierto, Dylan supo poner a danzar sus reivindicativas letras con una sola guitarra acústica (hasta que en 1964 se 'electrificó' y se pasó a la Fender Stratocaster). Solo los grandes consiguen hacerlo. Músico y escritor se funden en la misma persona. ¿Quién llegó primero? ¿Acaso la música era una liberación de sus rebeldías poéticas? ¿O la poesía una excusa para dar rienda suelta a sus composiciones? Sea como fuere, el compositor de 'Mr. Tambourine Man', 'Blowing in the wind', 'Hurricane', 'Things has changed' y otros temas que han pasado a la memoria de varias generaciones vuelve a hacer historia convirtiéndose en el primer músico que recibe el Premio Nobel de Literatura.

Considerado un ídolo cultural y un 'hacedor' de nuevos conceptos de lo que debe ser un intérprete, el Dylan más inconformista ha sabido hacer de la música su protesta, su himno inmortal por la libertad e igualdad en un mundo oprimido.

La balada norteña de Dylan

"Este hombre puede rimar la noción del tiempo. El borde del dolor, el de la cordura". No le faltaba razón a Johnny Cash cuando hablaba de su amigo Bob.

En febrero de 1969, el cantante estadounidense volvía a Nashville para grabar su noveno trabajo discográfico. Mientras Dylan cantaba en un estudio de Columbia, el señor Cash grababa en el contiguo. Se conocían, se admiraban y se seguían así que ¿por qué no grabar unos temas juntos? El primer día probaron con tres canciones y al día siguiente con otras 15, entre las que incluyeron 'Mystery Train' o 'Ring my fire', pero finalmente todos los duetos fueron descartados hasta que Dylan sugirió probar con 'Girl from the north country', tema que se incluía en su segundo álbum 'The Freewheelin Bob Dylan', publicado hacía seis años.

"Todas mis canciones son canciones de protesta. Todo lo que hago es protestar. Nómbreme alguna cosa y protestaré al respecto". Puede que Bob Dylan en este tema, del que se han hecho cientos de covers, se quejara de que su novia por aquel entonces (1963), Suze Rotolo, abandonara Italia para irse a Nueva York sin dejarle una sola pista. O puede que no. Que simplemente entre canción y canción protesta, decidiera componer uno de sus temas más delicados.

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