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Little Walter.
El revolucionario de la armónica

El revolucionario de la armónica

El alcohólico y pendenciero Little Walter, versionado por los Rolling Stones en el disco que editan mañana, fue el primer músico que utilizó la distorsión como recurso

Carlos Benito

Miércoles, 30 de noviembre 2016, 12:39

Little Walter es un nombre importante en la historia de The Rolling Stones. Los relatos casi mitológicos sobre los orígenes de la banda británica se suelen remontar al encuentro de Mick Jagger y Keith Richards en la estación de Dartford, en torno a 1960: el acercamiento entre los dos jovenzuelos se produjo a raíz de los cuatro o cinco discos que Jagger llevaba bajo el brazo, de artistas como Chuck Berry, Muddy Waters o, sí, Little Walter, hoy mucho menos conocido que los otros dos fuera de los círculos de aficionados a la añeja música negra. Casi sesenta años después, en el disco de versiones de blues que editan mañana, los Stones vuelven a Little Walter: tocan dos temas compuestos por él ('I Gotta Go' y 'Hate To See You Go') y otros dos que él interpretó y que algunos, en esa indescifrable maraña de autorías y transmisión oral que es el viejo blues, también le atribuyen ('Just Your Fool' y el propio 'Blue & Lonesome' que da título al álbum).

Marion Walter Jacobs, más conocido como Little Walter, era todo un personaje: alcohólico y pendenciero, sus vicios y sus cicatrices fueron agravándose con el paso de los años, en una vida que transcurrió muy deprisa. Nació en 1930 en la Luisiana rural y a los 8 años empezó a soplar la armónica, un instrumento asequible para los pobres: «Simplemente me gustaba su sonido, pero lo que realmente me llevó a elegirlo fue que la mayoría de los chavales, y también mi madre, trataban de disuadirme de tocarlo. Por supuesto, eso hizo que me interesase más», relató en una ocasión, demostrando que su tendencia a la confrontación ya destacaba en la infancia. Con 12 años dejó la escuela y se largó de casa: se buscó la vida en Nueva Orleans, en Memphis y en otras ciudades, a la vez que se curtía con 'bluesmen' mayores, y finalmente llegó a Chicago en 1945.

Little Walter: 'I Got To Go'

Fue allí donde revolucionó la armónica de blues. La tocaba con un micrófono, que sostenía entre las manos, y un amplificador, con el propósito de que las guitarras eléctricas no ahogasen su sonido. Pero, a diferencia de otros armonicistas de la época, Little Walter no se conformó con aquella mejora de volumen: aprovechó en su beneficio las limitaciones de los amplificadores, en una búsqueda constante de nuevos tonos y efectos, hasta el punto de que los historiadores de la música le consideran el primer instrumentista que se sirvió voluntariamente de la distorsión electrónica. «Decir que Little Walter Jacobs fue a la armónica de blues lo que Charlie Parker fue al saxofón de jazz, lo que Jimi Hendrix fue a la guitarra de rock o lo que Frank Sinatra fue a la manera de cantar pop no es una exageración: en realidad, puede que sea subestimarlo», afirma 'Blues With A Feeling', la biografía del músico publicada en Estados Unidos. Sus autores (Tony Glover, Scott Dirks y Ward Gaines) argumentan, además, que sus innovaciones técnicas no son en realidad la clave, sino solo uno de los síntomas de su genio: «Él ignoraba y acababa eliminando las limitaciones técnicas que se atribuían a su humilde instrumento».

La última pelea

Little Walter formó parte durante años de la banda de Muddy Waters, primero con la armónica en acústico y, más tarde, también amplificada. Además, trabajó como músico de sesión en incontables grabaciones del sello Chess. Pero, a la vez, mantenía una carrera en solitario como armonicista y cantante que, en realidad, le permitió superar en éxitos comerciales (un total de catorce entradas en el 'top 10' de rhythm and blues) a su mismísimo jefe Waters. Ya la primera canción que grabó en solitario, el instrumental 'Juke', alcanzó el número uno de esa lista, un puesto de honor que más tarde repetiría con 'My Babe'. Llegó a girar dos veces por Europa (aunque, según Keith Richards, no es cierto que estuviese tocando con los Stones en 1964) e incluso dio empleo ocasional en su banda a figuras posteriores como Ray Charles o el saxofonista Albert Ayler.

Con la década de los 60 llegó su decadencia, inexorable y penosa. «El genio de la armónica se deslizó decididamente hacia la falta de seriedad, impulsado por el alcohol, y su cara, que una vez fue hermosa, se convirtió en un mapa de cicatrices», resume el periodista musical Bill Dahl. El desenlace fue trágico: en 1967, durante el descanso de una actuación en un club de Chicago, el huraño Little Walter se metió en la enésima pelea, y las lesiones sufridas agravaron las secuelas que arrastraba de tantas reyertas anteriores. Aquella misma noche murió en el apartamento de su novia. Tenía 37 años.

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