Secciones
Servicios
Destacamos
PPLL
Miércoles, 14 de diciembre 2016, 19:32
El porteño de las siete vidas se enfrentaba, mediados los años 90 del siglo pasado, al enésimo de sus retos, tras la disolución de uno de sus proyectos más exitosos (antes había militado en los míticos Los Abuelos de la Nada, y publicado algunos discos ... en solitario), Los Rodríguez. No obstante, Calamaro parece estar en plena forma e, inmediatamente, decide viajar a los Estados Unidos para, con la connivencia del celebérrimo productor Joe Blaney, registrar 'Alta suciedad' que, aquel 1997, deslumbra a propios y extraños a partir de piezas con tanto magnetismo como 'Comida china', aquella que da nombre al disco o las mundialmente conocidas 'Flaca' o 'Loco'.
Convertido, este disco, en uno de los más vendidos de la historia de la música argentina, y aupado Calamaro a lo más alto de la lista de compositores e interpretes del rock en español, el de Buenos Aires, además, atraviesa, a finales de siglo, uno de los trayectos personales más intensos y tormentosos, incentivados por un devenir de excesos que (todo ello) acaba por hacer aflorar una vena creativa, si cabe, todavía más intensa y prolífica.
El artista entra, entonces, en una fiebre creadora que le lleva a componer, en apenas unos meses, más de un centenar de temas, de los cuales fueron editados un total de 37, en un doble cedé de más de dos horas de duración. Todos ellos nacieron y pasaron por la mesa de mezclas de diversos estudios de grabación de Nueva York, Miami, Buenos Aires y Madrid, entre 1998 y 1999. Muchos de ellos, prácticamente, eran creados y finiquitados en unas horas (coprodujo, de nuevo, Joe Blaney). Calamaro había entrado en una espiral desenfrenada que, al final, acabó dando como resultado uno de los discos de rock hispano más importantes (y caros) de la historia. Y lo hizo en connivencia con una banda, una especie de 'all star', integrada por, nada más y nada menos, que Candy Caramelo, Marc Ribot o Ciro Fogliatta, además del mismísimo Diego Armando Maradona (no en el tema que le dedicó Andrés, sino en 'Hacer el tonto'). Porque 'Honestidad brutal' acabó siendo, además, una gran reunión de amigos en la que, de mil y una maneras, también acabaron participando Moris, Andy Chango, Corcobado, Coti Sorokin, el propio Coti...
Tal vez esa sea la razón por la cual, esta producción suena tan real y auténtica; tan anárquica y fabulosa en su irregularidad; tan visceral como inmedita; tan variada en sus incontables géneros abordados (rock, reggae, canción romántica, tango, ranchera, soul, funk...).
'Te quiero igual'
Sin duda, con 'Honestidad brutal', Andrés Calamaro tocó techo; deslumbró de manera tan salvaje como dramática. Y fue capaz de alternar verdaderas obras maestras, con otras piezas menos efectistas, pero igual de efectivas, pese a que en muchas de ellas (en ocasiones, de manera demasiado evidente) los referentes y las fuentes de las que se ha bebido (Bob Dylan, Gardel, The Rolling Stones, Lou Reed...) te abofetean sin vergüenza. Casi todo se le perdona al bonaerense cuando la música comienza a sonar y aquellas letras desfilan por delante de tus ojos. Demasiada sinceridad, demasiada honestidad brutal.
Y así, resulta imposible no estremecerse ante el apocalipsis guitarrero de la dura y cruel 'El día de la mujer mundial', que marca el abrumador inicio de este intenso viaje, en el que la melancolía campa a sus anchas, acto seguido, a través de los acordes y textos de 'Te quiero igual' o 'La parte de adelante'. La desesperación resignada parece serenarse, por momentos, con 'Los aviones', y alcanza cotas inimaginables en 'Cuando te conocí', para mostrarse emocionante en el maravilloso tango 'Jugar con fuego'. Incluso la facilona 'Maradona', esa especie de himno predestinado a ser coreado en La Bombonera, se antoja entrañable, y 'Socio de la soledad', pese a su significado, resulta sofisticadamente trivial. Es tan sólo un espejismo, porque, inmediatamente, de nuevo el dolor acecha en 'Son las nueve'. No es más (ni menos) que un aviso de aquello con lo que artista tiene previso ir cerrando la primera parte de ese corazón partido en dos: la insuperable 'Ansia en Plaza Francia', y la sangrante y autodestructiva 'Paloma'.
El segundo de los mellizos, ya saben, mantiene el ritmo, aunque, tal vez, el elemento visceral no es tan acusado: La dylaniana 'No tan Buenos Aires' (prácticamente interminable), la picarona 'Victoria y Soledad'... hasta que 'La parte de atrás', una 'La parte de adelante' etérea y ensoñadora, ejerce de exorcismo final. Es hora de descansar.
'Cuando te conocí'
Inmerso en esa alocada incontinencia creativa, y animado por una Warner todavía impresionada por los buenos resultados conseguidos con su último trabajo, tan sólo un año después de la publicación de 'Honestidad brutal' ve la luz 'El salmón', una suerte de gigantesca e hiperbólica colección de canciones grabadas para la ocasión que, en cinco cedés, incluye un centenar de temas. Tamaño esfuerzo, no exento de tiras y afloja con la discográfica, debido a sus magnas características, no logra igualar los magníficos registros del disco que hoy nos ocupa, y marca una nueva y sonora pausa en la carrera de Calamaro (incluso se llega a rumorear que el argentino había decidido retirarse definitivamente), rota con diversos regalos sonoros a través de la red, en una sonada y polémica campaña del artista a favor de la libre circulación de la música.
En 2004, no obstante, Warner vuelve a convertirse en el vehículo convencional a través del cual seguir brindando su música. Será a través de 'El cantante', una colección de clásicos universales de compositores como Gardel, Roberto Carlos, Manuel Alejando, Rubén Blades o Atahualpa Yupanqui, y coronado con piezas propias que, poco después, se convertirían en míticas, como 'Estadio Azteca'. Desde entonces, el argentino ha venido editando material sin descanso. De hecho, este mes de diciembre ha visto la luz su última criatura, 'Volumen 11'.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.