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Pilar González Ruiz
Jueves, 12 de enero 2017, 07:16
En sus respuestas aparece todo el imaginario del rock. Johnny Cash, Leonard Cohen, Tom Waits, Bruce Springsteen Pero también figuras literarias y una referencia constante: nunca rendirse. Elliot Murphy (Nueva York, 1949) es cantautor, novelista y un superviviente. Estuvo cerca de dejarlo todo cuando la ... fama pasó de largo por su lado mientras encumbraba a otros compañeros. Eligió recomenzar en Europa. Se instaló en París y 30 discos después se mantiene fiel a un oficio que respeta. Este jueves, dentro de la programación de invierno del Santander Music Festival, en colaboración con Los Huesos de Portobello, actúa en Cantabria (Sala BNS, 21.00 horas) acompañado por Olivier Durand.
-¿Se siente más cómodo con la definición de cantante folk, rock o quizá como escritor?
-La primera definición que tuve bajo mi propio nombre en el glamouroso mundo del rockn roll fue escribiendo algunas notas para el album Live 1969 de The Velvet Underground. Era 1972, antes de grabar mi primer disco, Aquashow. Realmente estaba escribiendo sobre la música que me gusta. Sin embargo nunca me he sentido parte del género folk porque normalmente estos artistas tienen un vasto repertorio de canciones tradicionales y eso no me ha interesado. En términos históricos, estaba más centrado en el blues.
-¿Cómo empezó todo?
-Mi despertar musical se produjo cuando vi a Elvis Presley en televisión en 1956. Tenía 7 años pero nunca olvidaré ese momento. Ahora toco lo que podríamos llamar música acústica, especialmente en esta gira de enero por España con mi compañero Olivier Durant, así que podrías llamarme compositor cantante de rock-folk-blues y a veces autor. Pero, ¡creo que es mucho decir! Honestamente, siento que las palabras que has mencionado tienen una conexión espiritual y estoy tratando de incluirme en todas ellas. Como dije una vez; la literatura es mi religion y el rocanrol es mi adicción.
-¿Tiene nostalgia de aquellos años 70 frente a la actual deriva de la música?
-Siempre siento nostalgia de mis primeros años en Nueva York, cuando estaba tocando en el Maxs de Kansas City y el Mercer Arts Centrer. Era un momento muy ecléctico para la música y tenías al mismo tiempo a los New York Dolls y a Patti Smith en los mismos lugares. Podría decir que el público actual tiene una vision más amplia de la música que escuchan pero quizá porque hay una mayor oferta disponible. A veces pienso que tenemos suficiente para los próximos cien años. Lo que echo más de menos de esos años, personalmente, era la maravillosa anticipación y la aventura de lo que estaba por llegar. Nunca pensé que 40 años más tarde podría estar viviendo en París o volver a España cada enero. Si lo hubiera sabido cuando estaba en el instituto ¡habría estudiado español con mucha más atención!
-Su hermano Matthew dijo que tenía usted un pasado en los suburbios. ¿Qué significa esto?
- Supongo que Matthew se refería a que crecí en los suburbios de Nueva York, que era una gran área de clase media americana, con una cultura muy diferente a la de las grandes ciudades que eran más salvajes. Los suburbios más conservadores. La experiencia de ser un joven músico en los años 60 en América, como es mi caso, el de Bruce Springsteen y muchos otros, tiene puntos en común. La idea actual de grabar un disco estaba en otro universo pero tener una banda con la que tocar versiones, o incluso tus propios temas, y hacer bailar al público, era una realidad. Esa era la meta y el sueño.
-Usted afirmó que para escalar al Olimpo en que reinan dioses como Dylan, Jagger o Lennon, había que empezar besando el suelo. ¿Qué consejos daría a un aspirante hoy en día?
-Trata tu artesanía como un empleo, sé disciplinado, no te drogues y sé prudente con el alcohol. Toca la guitarra (o el instrumento con el que compongas canciones) cada día. Johnny Cash decía que un escritor de canciones debería componer todos los días, aunque fuesen malas. Yo no he vivido con esa norma, pero probablemente habré escrito unas 500 canciones y habré grabado en torno a 300. Y trata de tocar en directo siempre que puedas, porque la major manera de convertirte en un buen interprete es tocar. Lo más importante es, en cualquier caso, no rendirse pase lo que pase. La persistencia es mi mejor y peor cualidad
Segundo acto en París
-¿Por qué eligió Paris para construir su vida en Europa?
-Vine por primera vez a Europa en 1971 e inmediatamente me enamoré del ambiente del Viejo mundo. Ese concepto europeo estaba en mí cuanto volví y finalmente me trasladé aquí en 1989.
-¿Ha tenido esto alguna influencia en su música?
-No sé si mis años aquí, unos 27, me han influenciado de alguna forma concreta en el sentido en el que yo creo en ser un artista. En América, tener éxito implica ser un artista rico, mientras que en Europa supone ser un buen artista. Y amo este estilo de vida y la diversidad entre países, mientras que en América puedes conducir durante todo el día sin que las cosas cambien demasiado. ¡Y ojalá siempre tengan la siesta en España!
-¿Qué tiene F. Scott Fitzgerald para haberse convertido en su héroe reconocido?
-F. Scott Fitzgerald es un buen ejemplo de la dificultad de conseguir un gran triunfo siendo muy joven. Cuando murió en 1941 estaba totalmente olvidado y El Gran Gatsby no había agotado ni su primera edición. Y, sin embargo, cuando miras la lista de best sellers en los años 20, no has oído hablar de la mitad de los autores. Esta es la naturaleza inconstante de la fama. Lo que amo de Fitzgerald es que nunca se dio por vencido, ni siquiera al final. Pero también hay otros escritores que admiro, desde Mark Twain a Jim Harrison o Joyce Carol Oates. Soy un gran fan también de Graham Greene, a quien pude conocer en Cannes. ¡Y creo firmemente que Cervantes llevó una vida de estrella de rock!
-¿Como describiría su relación con Bruce Sprinsgteen y su presencia en su vida artística y personal?
-Conocí a Bruce en 1972, cuando Paul Nelson, un legendario crítico de rock, me invitó a verlo en el Maxs Kansas City y pude comprobar que estaba a un nivel superior, por encima del resto. ¡Y me gustó como persona también! Era un tipo genuino, natural, que hablaba en voz baja, como sigue haciendo hoy por hoy. Nos hicimos amigos ese mismo día. Acabo de terminar de leer su biografía, que es una maravillosa mirada a su interior.
-Han tocado juntos en muchas ocasiones
-Bruce me ha invitado a tocar con él, también con mi hijo Gaspard, para cantar Born to run en Italia, España, Fancia o Suecia y cada vez ha sido una indescriptible emoción. No soy el único artista al que ha invitado a tocar, creo que esa enorme generosidad dice mucho sobre el hombre que es. Si los Beatles hablaban de amor y los Stones de sexo, Bruce trata la esperanza. Ese es el maravilloso mensaje que ha lanzado al mundo.
Escenario y público
-En 1979 hizo ocho bises en un concierto en París. ¿Esto se ha convertido en algo habitual?
-El único lugar donde soy verdaderamente Elliot Murphy es en el escenario y por eso a veces odio bajarme de él. Una vez toque en Bélgica durante cuatro horas y veinte minutos, pero necesité una semana para recuperarme. Hoy por hoy soy más prudente pero me gusta dar lo que creo que es un show completo al público y que se vayan del concierto sabiendo que lo he puesto todo esa noche. El único problema es que cuando alguien me pide una canción y empiezo a tocarla, ¡me doy cuenta de que solo recuerdo la mitad de la letra! Necesito un patrón con un teleprompter que incluya todos mis temas.
-¿Por qué cree que encontró en Europa ese público que se le resistió en Estados Unidos?
-Innegablemente mi principal éxito ha sido en Europa, aunque si no hubiera tenido cierta fama temprana en Estados Unidos, habría sido más difícil comenzar aquí con buen pie. Sigo teniendo seguidores en Estados Unidos y hago algunas giras por allí, pero toco más en Europa, y esa es la manera de construir un público; volviendo año tras año. En este punto, no sé si tendría el mismo publico en Norteamérica que en España o Francia y lo he aceptado. Pero es un sacrificio que estoy satisfecho de haber relizado, porque una vez que las cosas comenzaron a rodar aquí, nunca mire atrás.
-¿Cuál cree que ha sido la causa de que esto ocurriese?
-El gran misterio es por qué artistas como Bob Dylan, Bruce Springsteen o yo mismo, que ponemos mucho en nuestras letras, somos más apreciados en países donde el inglés no es la lengua principal. He tocado On Elvis Presleys Birthday, por ejemplo, por todo el mundo, y esa canción en particular, que se parece tanto a un poema con música, genera la misma reacción en Tokio que en Madrid o París. Quizá porque los europeos se toman la cultura, y eso incluye la música, más en serio. Pero no estoy seguro de si esto sigue ocurriendo hoy en día. Sé que algunos jóvenes compositores americanos han encontrado en Europa un público como el que yo he tenido la suerte de recibir. Hice mi primer concierto en París cuando no tenia ni 30 años y ahí fue donde comenzó mi Segundo acto.
-¿Y qué opinion tiene de los fans españoles?
-¡Quiero a los fans españoles! Y a la chica muy guapa de la primera fila que siempre resulta inspiradora. En serio, en España hay un sentido especial del ritmo, quizá por la complicada base del flamenco. Siempre que pido al público español que me acompañe con las palmas lo hace con el tempo perfecto. Ernest Hemingway dijo que los españoles eran la gente más normal del mundo y lo afirmó con un sentido positivo que yo comparto.
-Tiene sentido que el rockn roll esté en los museos, como podemos verlo hoy en día? ¿O en los documentales como el que narra su propia historia (El Segundo acto de Elliot Murphy)?
-El rockn roll es una forma de arte joven. Comenzó en los años 50 y algunos de sus pioneros aún viven, como Chuck Berry o Little Richard. Pero inevitablemente ha entrado en los museos y quizá mi carrera también. Estos días dedico mi tiempo a documentar mi música y asegurarme que está disponible en los nuevos formatos, como YouTube o los canales de streaming. Y lo increible es que Paul McCartney o los Rolling Stones también estan haciendo lo mismo. Está es la parte positiva. La negativa es que quizá la edad de oro se está terminando.
-Cuando una Estrella del rock muere, como tristemente estamos viviendo en esta última época, el sentimiento de tristeza se convierte en global. ¿Cree que es parte del poder de la música ese sentimiento de pérdida cercana?
-El mundo ha cambiado mucho en los últimos 60 años y la música moderna ha sido la banda sonora de muchos de sus cambios. Desde la canción protesta de los movimientos pro derechos humanos o contra la guerra, al sentimiento general de libertad que la música genera. Creo que tiramos el muro de Berlín con la musica. Quizá el rock ha servido para este propósito y me siento orgulloso de haber tenido un pequeño papel en ese universo.
-Cuando está en el estudio de grabación con su hijo ejerciendo de productor, ¿quién manda?
-¡Eso depende de a quién le preguntes! He dejado a Gaspard llevar el show porque será él quien haga las mezclas finales y debe estar seguro de que todo se ha grabado correctamente. Acabo de terminar un nuevo disco llamado Prodigal song que saldrá en marzo y Gaspard ha contribuido con muchos elementos. Ha estado implicado en la elección de las nueve canciones finales. Creo que puedes decir que le he pasado el testigo.
-Ha trabajado con numerosos productores de renombre. ¿Con cuál hizo mejor equipo para vestir sus canciones?
-En mis primeros tiempos, y estoy hablando de mis cuatro álbumes clásicos , todos los productores hicieron un gran trabajo. Peter Siegel que produjo Aquashow venía de la escena folk de Greenwich Village e hizo que las letras fueran lo primero y la producción nunca las tapara. Esto fue muy importante en ese primer álbum porque estableció mi identidad. Cuando Paul Rothschild accedió a producir mi segundo disco, después de trabajar con The Doors, todo el mundo de la música puso el ojo ahí. Y Steve Katz, a quien conocí a través de Lou Reed, produjo uno de mis temas imperecederos, Diamonds by the yard. He trabajado con tantos tipos con talento que sería muy largo nombrarlos a todos.
-¿Qué músicos actuales le hacen pararse a escuchar con atención?
-Sigo escuchando a Dylan y Leonard Cohen siempre capta mi interés. Por supuesto, los Stones y Tom Waits, pero también estoy abierto a otras músicas. A veces escucho country, como Hank Williams, y otras me vuelvo loco con el bebop jazz de Thelonious Monnk y Charlie Parker. Esta mañana estaba escuchando las sinfonías de Mahler. ¡Que preciosas melodías!
-Ha dicho que está en el medio de su camino. ¿Hacia dónde cree que le llevarán sus pasos?
-Ojalá lo supiera. Acabo de publicar mi novela Marty may y pronto saldrá en España mi nueva colección de relatos cortos, Historias de París. Durante mucho tiempo he estado publicando un disco nuevo cada año y no podré mantener ese ritmo pero tengo otros proyectos en mente: un álbum totalmente acústico con Olivier, otros vintage. Y gracias a Dios, las canciones siguen saliendo. La parte más complicada es seguir motivado y tener mi energí centrada, sin desánimo. Soy como cualquier persona y puedo apartarme del camino con facilidad. Me gustan las películas y puedo ver dos al día, pero después no tengo ninguna canción hecha ni nada escrito. Una cosa tengo clara; ¡dudo que empiece a pintar!
-Para mí, todo es un único disco, una pieza continua compuesta por pequeños pasos que forman la historia de una vida. Es un bonito resumen de su propia historia.
-Cuando miro atrás en mi vida, parece que todo tiene sentido, como si lo hubiera planeado; desde mi temprano éxito en Nueva York a mi traslado a Europa. Pero hoy, en la mitad de mi vida, siento que el caos y la indecisión tratan de encontrar su camino en medio de la negatividad y la espesa niebla que nos rodea. He tenido mucha suerte y he cumplido muchos de mis sueños. ¡A veces incluso me lo creo!
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