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Eider Burgos
Miércoles, 1 de febrero 2017, 18:59
En el bosque, con la única compañía de sus dos perritos y con la vista en la sierra de Gredos. A Iván Mella, el bilbaíno que se coloca tras los teclados de Izal, le pillamos en un ambiente muy distinto al que se ... ha habituado el último año y medio. Lo de habituado es un decir, porque él asegura que ha dejado de llorar en los directos hace muy poquito. «Todavía me emociono. Es que en nuestros conciertos, de la primera fila hasta la última lo da todo», afirma.
No es para menos. Tras siete años de ascenso, «muy rápido pero progresivo», 'Copacabana' ha sido el gran bombazo. El que les ha granjeado las mejores críticas, el que les regalado más 'sold outs' -de Madrid a Londres, pasando por Granada, Valencia- y el que ha llenado inmensas llanuras en los festivales de todo el país -a pesar de todo, dice, «aún nos conocerá solo el veinte por ciento del público»-. De este disco se despedirán definitivamente el 25 de febrero en el Palacio de los Deportes de Madrid (para el que ya no quedan entradas), con parada previa mañana en el BEC de Barakaldo. «Necesitábamos un sitio grande por toda la infraestructura que llevamos para el espectáculo. Vamos a despedirnos de 'Copacabana' como se merece». Una vez acabe la gira, Izal no concederá «un solo concierto más en España» hasta 2018.
Su intención es «descansar un poco» de la vorágine, aunque quién lo diría. Cuenta Iván por teléfono que a mediados de marzo la banda marchará a México al festival Vive Latino, donde 70.000 personas diarias les esperan -«nos han hablado maravillas, hay mucho hermanamiento entre bandas»-. En mayo, volverán a poner rumbo al Nuevo Continente para rodar por Chile, Argentina y Colombia. Ni el verano se conceden, pues será entonces cuando se encierren en el estudio con el fin de tener listo un nuevo álbum para finales de año o principios del siguiente.
¿No pensáis tomaros unas vacaciones reales?
Es lo que toca, ahora que por fin tenemos tiempo y medios. Tenemos muchas ganas y creo que lo vamos a disfrutar muchísimo. Será un parón muy corto, pero estamos encantados.
¿Te gustaría tener más tiempo para estar en casa? Visitar a la familia, a los amigos.
Se hace duro. Yo estoy casado, echo de menos estar aquí, en el bosque, pero no nos podemos quejar de nada. Seguramente, la siguiente gira será más escogida, en puntos grandes donde podamos aunar a más gente y podamos llevar a cabo el espectáculo que queremos.
Recuerda Iván aquellos primeros bolos de la banda en pequeñas salas en los que esperaban llenar lo suficiente como para ser «'seiscientoeuristas'». Una vez el navarro Mikel Izal dio con la «paleta de sonidos» que andaba buscando -era músicos independientes antes que amigos-, «nuestra ilusión era dejar los trabajos que nos ocupaban entonces y vivir de esto», afirma el teclista.
¿Echáis de menos la intimidad de aquellas pequeñas salas?
Es que lo seguimos haciendo. Cuando salimos de España y actuamos en Londres o Berlín, ante 400 o 500 personas y sin artificios. De vez en cuando montamos algunos 'showcases' en acústico
¿El concierto que os haya quedado para el recuerdo?
De la última gira no podría quedarme con uno. Puede que el del Arenal, con 46.000 personas, aquello era un mar de gente. Desde que empezamos, sí que hubo uno muy especial, y no fue tan grande. Fue en el 2012 o 2013, en la Plaza del Trigo en Aranda de Duero, en Sonorama. Eran ciento y pico personas y la calle estaba llena. Es un sitio mágico, muy especial. Se ha acabado masificando, ya no puede cubrir tanto gentío, pero sigue siendo maravilloso estar ahí en los conciertos alternativos con una cervecita al sol.
¿Y un sitio escenario al que aspiráis?
Siempre decimos que Glastonbury, debe ser increíble.
Por el momento, el escenario de Somerset no es más que un sueño. Lo que sí es real es el nuevo material en el que habrán de enfocarse en los próximos meses. «Mikel ha seguido componiendo todo este tiempo. Todos aportamos, pero él escribe mejor que nadie», reconoce Iván, que afirma con naturalidad que en su banda no haya «luchas de egos». 'Copacabana', sin embargo, no les pondrá las cosas fáciles en el estudio: «Estábamos preocupados. Nos salió un disco muy redondo como para batirlo. Aún así, yo creo que lo conseguiremos. Al menos, lo vamos a intentar».
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