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Pilar González Ruiz
Lunes, 6 de febrero 2017, 07:26
El cántabro Alejandro Pelayo es la mitad de Marlango, la banda que comparte desde hace una década con Leonor Watling. Pero también es un compositor que se define como melancólico y hasta obsesivo al que regresar a Cantabria le da paz y música. Acaba de ... lanzar 'La herida invisible' (Subterfuge, 2017), un disco apoyado en el micromecenazgo, con composiciones instrumentales a las que ha dado vida tras reencontrarse con su instrumento perfecto, cómplice involuntario de su aventura.
- ¿Hacen más daño las heridas visibles o las invisibles?
- Todas. Las invisibles hacen más daño porque suelen ser heridas antiguas, solitarias. Y muy difíciles, por no decir imposibles de curar.
- Si la música cura, como usted plantea; ¿puede también hacernos enfermar?
- La música es una herramienta muy poderosa. Puede curar y puede volverte loco a la vez. Para mí no hay duda del poder curativo que tiene la música, pero también puede ser un instrumento de tortura escuchar siempre, una y otra vez la misma música.
- ¿Por qué tanto recelo ante la música instrumental?
- Es más difícil obtener atención de los medios y del público con un disco de piano, pero yo no percibo recelo, más bien al contrario, mucha gente me agradece un proyecto así en los tiempos tan frenéticos y convulsos que estamos viviendo. A veces necesitamos un poco de calma y el piano tiene eso a los pocos segundos de estar sonando.
- ¿Cree que se debe a una falta de educación o prejuicio por considerarla elitista?
- Sí que puede ir un poco contracorriente hoy en día que no se dan tanto este tipo de proyectos fuera de la música clásica, pero no creo que nadie considere elitista que un compositor grabe un disco de piano.
- ¿Cómo ve el panorama musical nacional un músico de conservatorio con formación clásica?
- Creo que estamos viviendo un buen momento. Hay una oferta musical muy variada y público para todos. Donde todavía veo mucho margen de mejora es en los lugares para tocar, al margen de los teatros y algunas salas no siempre es fácil encontrar en muchas ciudades, el local y el aforo adecuado.
- ¿Podrían subsistir propuestas como La Herida Invisible sin el apoyo de discográficas como Subterfuge?
- Subterfuge lleva muchos años apostando y arriesgando. Sin ellos es probable que el disco sólo lo hubieran escuchado las personas que lo hicieron posible a través de la página de Kickstarter. Gracias a Subterfuge tenemos una preciosa edición en vinilo y el disco editado en todas las plataformas digitales y físicas.
- Buscaba "el piano perfecto" y se reencontró con un viejo conocido
- Sí, fue toda una sorpresa. Llevaba años buscando el piano donde grabé el primer disco de Marlango en el año 2003. Había grabado sesiones para el disco en varias ciudades y sin saberlo me encontré con ese piano y fue un momento muy especial para mí. Toqué sin partitura, cerrando los ojos e improvisando muchas partes, y esa sesión es la que al final ha quedado en el disco.
- ¿Cómo describiría ese instrumento perfecto?
- No es el mejor piano donde he tenido la oportunidad de tocar pero es un instrumento muy particular, muy cómplice con mi manera de entender la música. Es un piano con una gran caja armónica, un piano muy dócil con un teclado duro pero amable al tacto. Un piano antiguo... Es algo difícil de explicar con palabras pero tuve la misma sensación que tienes cuando te reencuentras con una novia a la que hace muchos años que no ves pero reconoces inmediatamente el olor y eso te lleva a rememorar esa época y vuelven un montón de recuerdos, todos a la vez. Fue muy emocionante.
- ¿Y si tuviera que hablar de la canción perfecta?
- Para mí una canción es perfecta cuando me sirve a mí, cuando me encaja en el momento que estoy viviendo y me lo explica y lo embellece de una manera que yo no sé hacerlo. Las canciones que me acompañan y forman la banda sonora de mis días. Tom Waits, Coque Malla, Schumann, Radiohead, Diego Vasallo...
- Melancolía, tristeza o dulzura, son algunos de los términos que se asocian a sus composiciones. ¿Está de acuerdo con esa visión?
- Sí. No soy un músico alegre Me gusta pensar que la tristeza es el punto de partida y que la música nos va llevando a un lugar mejor, un lugar donde hay esperanza. Yo entiendo así la música. Me siento al piano para saber como estoy, para intentar estar un poco mejor y siempre me siento bien después de tocar un rato.
- ¿Sus canciones surgen de estados de ánimo determinados o es de los que trabaja con un método fijo?
- La música viene cuando ella quiere y casi nunca se si acabará siendo para una canción o para una película, para una obra de teatro o para una publicidad. Intento trabajar todos los días, por lo menos un par de horas en el piano. El resto del día siempre llevo encima un lápiz y una partitura por si acaso tengo que apuntar una melodía o alguna idea. Componer es un trabajo a tiempo completo que no cunde casi nada. También me grabo a veces con el teléfono para que no se me olvide algo que voy tarareando y que me parece brillante y luego me doy cuenta de que es la última canción de Enrique Iglesias o de Lady Gaga
- ¿Qué cantante, banda o disco le ha sorprendido últimamente?
- Estoy disfrutando mucho el último trabajo de Depedro que se titula El Pasajero. Y Pascal Comelade, que me relaja mucho, y Maika Makowski que canta y escribe precioso y Jacobo Serra que tiene un talento increíble y además es un buen amigo.
- Empezó su formación en Santander. ¿Está al tanto de la situación del sector en la región?
- La verdad es que no Cuando vuelvo a casa me dedico a estar con la familia y con los amigos de toda la vida. Me gusta salir a correr por Mataleñas y después ir a mi pueblo, a Villacarriedo, a comer donde Fonso, en Las Piscinas y estar por allí, tranquilo.
- Entre sus múltiples viajes para tocar, suele volver a Cantabria de forma regular. ¿Qué le aporta ese retorno a "casa"?
- Me da mucha alegría volver y, sobre todo, me da paz. Y música. Mucha de la música que escribo me doy cuenta después, cuando ya no estoy ahí, ue viene del mar y de las montañas que se ven desde el mar. De los días que paso con mis hijos en Suesa o paseando por la playa de Loredo, de ahí me llevo mucha música.
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