Borrar
Ángel sucio y entumecido: 20 años de Trainspotting

Ángel sucio y entumecido: 20 años de Trainspotting

La película de Danny Boyle ya es eterna, pero su inmortalidad le debe mucho al viaje por el britpop contemporáneo que el director utilizó como adrenalina para potenciar su mensaje

Gonzalo Sellers

Miércoles, 15 de febrero 2017, 16:08

"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipo de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipoteca a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos el traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige el bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá, ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas la boca de puta comida basura. Elige morirte de viejo, cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoistas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida".

Hace veinte años, Iggy Pop era un mito sobrevenido a dios entre los jóvenes british que vivieron y murieron para la cultura de club. Mientras en EEUU todo olía a grunge, a Kurt Cobain y al no future con camisa de cuadros desabrochada, camiseta y vaqueros rotos, en las calles de Londres y Edimburgo esa misma Generación X se creía invencible a pesar de sufrir la misma ansiedad social.

Lejos de la resignación existencial de los white trush yankees que veneraron a Nirvana, el director Danny Boyle hizo un alegato de la huída como ideología vital en Trainspotting. No te resignes, huye. Escapa de todo para no encontrarte nunca. Ewan McGregor y Ewen Brener lo hacen de dos guardias de seguridad en aquella primera escena de una película convertida ahora en icono nostálgico de la rebeldía de los 90. Pero no solo se escabullen para evitar la cárcel.

Suena el Lust for Life de Iggy Pop y David Bowie ("Well I'm just a modern guy (...) / You know I have lust for life / Got lust for life") para alejarles de la pesadilla burguesa, de la civilización del Zara y del Primark que veinte años después se han convertido en el atractivo consumista de Princes Street.

Corriendo por aquella avenida del centro de Edimburgo, el personaje de Mark Renton dibuja en el monólogo con el que arranca este artículo, la biblia irónica, sarcástica y burlona de toda una generación. La vida como arma. Las drogas como guillotina para desencadenar revoluciones internas. Y la música como letanía para sobrevivir al paso del tiempo.

Porque sí, de acuerdo, Trainspotting ya es eterna, pero su inmortalidad le debe mucho al viaje por el britpop contemporáneo que Boyle utilizó de adrenalina para potenciar su mensaje. Desde Elastica hasta Blur, pasando por New Order, Lou Reed y Pulp. Y, por supuesto, la joya de la corona: el Born Slippy NUXX de Underworld.

Ese sonido de la bautizada como 'Cool Britania', mucho antes de que el Brexit nos desenamorara a todos, conectó con un público rabioso de libertad y que ahora, rondando o pasando los cuarenta, en lugar de heroína se inyecta nostalgia en vena. El colocón de lo que pudo ser y no fue engancha mucho más que un pico de jaco. Nada une más que una derrota. Y, lamentablemente, el sistema contra el que luchaban los protagonistas de 'Trainspotting' ha ganado a golpe de selfies, gimnasios y 'salvames deluxe'. Por eso, aquel "dirty numb angel boy" que gritaba Underworld -algo así como "ángel sucio y entumecido"- no solo radiografiaba el personaje de Ewan McGregor, sino que vaticinaba el fracaso de su utopía nihilista.

Esos 4:35 minutos finales en los que Mark Renton decide su futuro en aquella habitación de hotel no serían los mismos sin Born Slippy NUXX. Sin esos graves de sintetizador empujándole a robar a sus amigos para empezar una nueva vida. Lejos de todo. ("Let your feelings slip boy / But never your mask boy / You are my drug boy / You're real boy / Speak to me and boy dog / Dirty numb cracking boy").

Un himno de la cultura de club británica de aquellos 90, cuando todo era nuevo, cuando los locales abrían seis días a la semana y no existía el racismo musical. El rock psicodélico de Bowie se amancebaba con el soul o la electrónica cada noche, sin que el reggaeton despertara instintos asesinos contra el DJ.

Una herencia del movimiento 'Madchester', aquella euforia musical alternativa de finales de los 80 en una de las ciudades más industriales de Reino Unido, cuando se vivió la explosión de Happy Mondays y de los primeros pasos de una electrónica que llega hasta nuestros días. Luego ya aparecieron Take That y las Spice Girls para acentuar aún más las diferencias, sobre todo anímicas, con el grunge que canibalizaba todo en EEUU.

'Trainspotting' estuvo a punto de quedarse sin la presencia de Underworld y, por tanto, la que ha sido su seña de identidad musical durante las dos últimas decadas. 'Born Slippy NUXX' era una cara B del disco 'Second Toughest in the Infants'. Apenas era conocida y, en un mundo sin internet, no se había publicitado en la radio. Pero el grupo no quería participar en la película, cansado de que la música electrónica siempre se vinculara a la violencia y las drogas.

Hay que tener en cuenta el impacto que supuso 'Trainspotting' en aquel momento. Nunca antes se había mostrado de forma tan cruda en la pantalla, sin filtros ni sutilezas, el infierno de la heroína. Danny Boyle, provocador y rupturista, abrió la puerta a otras películas que llegaron después, como Requiem por un sueño, retrato de otra generación distinta y también de unas drogas más limpias -tragarse una pastilla requiere menos folclore que preparar un chute en una cuchara- pero igual de devastadoras. A pesar de todo, el director enseñó a la banda los primeros quince minutos de metraje y accedieron al instante a participar.

La nueva banda sonora de la secuela, que se estrenará el próximo 24 de febrero, recupera por obligación el 'Lust for Life' de Iggy Pop y el 'Born Slippy NUXX' de Underworld. Y suma otros trece nuevos temas, repitiendo la misma fórmula de saltar del punk a la música electrónica sin remordimientos.

Boyle apuesta fuerte por 'Shotgun Mouthwash' de High Contrast; Wolf Alice con 'Silk' y bandas como The Rubberbandits, con 'Dad's Best Friend'; Fa White Family, con 'Whitest Boy on the Beach', o Young Fathers. Solo está por ver si esta banda sonora y la película impactan igual que las de hace dos décadas en una sociedad que ha perdido la capacidad de sorprenderse. Los adictos ya no tienen marcas en los brazos, tienen morros de pato.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Ángel sucio y entumecido: 20 años de Trainspotting