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Un detalle de 'Greeny' en el que puede apreciarse las pastillas invertidas.
Tres generaciones de músicos unidos por una sola guitarra

Tres generaciones de músicos unidos por una sola guitarra

¿Que tiene en común Peter Green, alma mater de Fleetwood Mac, con el frontman de los Thin Lizzy, Gary Moore, y con el guitarrista de Metallica, Kirk Hammett? La misma guitarra, una Gibson Les Paul de 1959, envuelta en algún tipo de «magia» capaz de producir un sonido único

j. mikel fonseca

Miércoles, 15 de febrero 2017, 15:27

'Greeny', como se conoce popularmente a esta guitarra, fue en un primer momento posesión de John Mayall, líder de la banda Blues Breakers, uno de los primeros exponentes del blues británico a mediados del pasado siglo. Por esta formación militaría Eric Clapton antes de formar Cream, y fue precisamente con la salida de este que entró al grupo un joven, prometedor y todavía desconocido Peter Green. Mayall le ofreció a Green la guitarra en 1966, quien un año mas tarde abandonaría los Blues Breakers para fundar Fleetwood Mac.

Aunque los oídos más sibaritas, los que como el enólogo al vino son capaces de catalogar toda una hornada de guitarras por la calidad de la madera de su mástil o del metal de su electrónica, coinciden en citar las Les Paul de 1959 como una remesa excepcional, 'Greeny' lo es aún más por una pequeña singularidad que la hace única: una de sus dos pastillas de sonido está atornillada al revés.

Esta característica le otorga un tono único, sinestésicamente nasal. Peter Green se afanó en repetir en numerosas entrevistas, como la que concedió a Andy Ellis en 2000 para la revista Guitar Player, que le llevó «práctica genuina y esfuerzo» conseguir ese sonido de su guitarra, y que no fue cuestión de «suerte» que hubiesen montado las pastillas al revés. Y desde luego, que tampoco era cuestión de «magia», como afirmaban algunos. La única concesión que hizo fue admitir que la idea le vino tras ver a Eric Clapton recurrir a este tipo de modificación.

El sonido de la Les Paul ayudó a definir ese estilo suyo tan característico que encandilaría y sería una influencia reconocida para Jimi Hendrix y para el siguiente propietario de 'Greeny¡: Gary Moore. El bluesman norirlandés era por entonces un desconocido y Peter Green no solo le apoyó en el inicio de su carrera; también le transmitió su emblemático instrumento tras un fallido intento de vendérsela al que después sería el compañero de Moore en Thin Lizzy, Snowy White.

Peter Green, diagnosticado de esquizofrenia, desapareció súbitamente del panorama musical a principios de los 70 para internarse en un hospital psiquiátrico, mientras, Gary Moore forjaba durante dos décadas largas su nombre en el panteón del rock gracias a 'Greeny'. Cuentan sus allegados que no se separaba de ella en ninguna ocasión. La llevaba con él siempre, en el estudio y en las giras. La llevaba con él cuando su coche fue embestido por un camión; ese accidente se saldó con una rotura del cuello de la guitarra, más largo y robusto que el de la mayoría de las Les Pauls. Afortunadamente, pudo ser reparada sin perder su toque sónico. A principios de los 90, Moore le dedicó todo un disco tanto a la guitarra como Peter Green, acertadamente titulado 'Blues For Greeny' y donde exprimía al máximo el característico sonido «fuera de fase».

Las entrañas de la bestia

También a principios de los 90, el luthier de renombre Jol Dantzig pudo diseccionar la guitarra y estudiar su circuitería, a fin de poder crear un modelo personalizado para Moore. En su interior, hizo un descubrimiento que le añadiría aún más misticismo al instrumento: la polaridad de su cableado estaba invertida por un error de fábrica. No se trataba pues del ingenio de Green, si no de un fallo azaroso, lo que dotaba a 'Greeny' de esa «magia» que su primer dueño tanto negaba. Si hay otras guitarras, aparte de 'Greeny', con ese mismo privilegiado defecto, es una incógnita.

Con la llegada del siglo XXI, la fama de Gary Moore se fue desvaneciendo al tiempo que crecían sus problemas económicos, lo que le invitó a vender algunas de sus posesiones, entre las cuales se encontraba la preciada 'Greeny'. El afortunado comprador fue Phil Winfield de la casa discográfica Maverick Music, en 2006, y el precio -según el folklore del rock- superaba las seis cifras. Gary Moore siguió rodando por varios festivales hasta que, cinco años después de vender a Greeny, un ataque al corazón se lo llevó mientras disfrutaba de unas vacaciones con su mujer en Estepona.

La guitarra permaneció fuera del radar durante varios años, pasando de manos en subastas privadas hasta que en 2014 Kirk Hammett, guitarrista de la banda de trash Metallica, recibió un telefonazo de su dealer particular de guitarras, urgiéndole a ver «lo que tenía entre manos». «En cuenta abrí la caja supe inmediatamente de qué se trataba», relató en una entrevista para Guitarist. «30 segundos tocándola y supe que no era una guitarra normal [] de pronto, entendí lo que realmente era Greeeny», explicó crípticamente.

Sin embargo, el metalero no la compró al instante. Primero buscó la aprobación de uno de los nombres más pesados del mundo del rock: Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin. La respuesta fue inmediata: «Si, Kirk, deberías hacerte con ella». Dicho y hecho, 'Greeny' ya puede escucharse en el último álbum de la banda de Los Angeles, 'Hardwired... To Self-Destruct' publicado el pasado noviembre.

El precio que tuvo que pagar Hammett para hacerse con esta mítica guitarra no ha trascendido ni ha sido hecho público por el artista, aunque la rumorologia la valora en más de dos millones de dólares. Algo más accesible para el público general (unos 2.000 euros) es la réplica que sacó a la venta en 2013 la casa Gibson y que, pese a no contar con el azaroso defecto de fábrica, replica con acertada precisión el sonido y la estética de la Les Paul de Green, Moore y ahora de Hammett. Eso si, la leyenda no viene incluida

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