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GABRIEL CUESTA
Miércoles, 10 de mayo 2017, 09:01
Los vinilos se resisten a morir en un mundo digital dominado por Spotify y los mp3. Es más, están viviendo una segunda etapa de gloria. La primera fue hace no tanto, cuando en las casas había tocadiscos, un tesoro que se cuidaba con mimo, como intuyendo que más pronto que tarde sería objeto de coleccionista. En algunas casas se siguen pinchando esos platos negros, que están siendo redescubiertos también por una generación que nunca los usó. Si acaso sus padres.
Toca desempolvar los giraplatos. Las ventas han aumentado progresivamente, una recompensa al que ha sabido esperar y resistir el embate de las nuevas formas de escuchar música. Esas tiendas de discos antiguas que todavía quedan abiertas afrontan el resurgir del vinilo con esperanza. Es el caso de 'Power Records', situada en la calle Villarias de Bilbao, que soplará en noviembre 27 velas. «Antes era normal abrir una tienda de discos, ahora se ha convertido en algo un poco friki», admite Jon Barrasa, que regenta la tienda junto a su compañero Javier Artolozaga. Al abrir la puerta nos encontramos vinilos de toda clase y género, una mezcla entre lo alternativo y lo comercial que suma algo más de 13 mil LP's sin tener en cuenta 'singles'.
Las reediciones se encuentran en las estanterías de abajo, desde donde Angus Young -guitarra en mano- mira con sus ojos de loco. En la parte superior hay unos pocos discos de coleccionista, las joyas de la corona de la casa. «Hay discos de segunda mano de gran interés. En su primera edición no se han producido muchos y son muy buscados», explica Jon mientras muestra una portada censurada en España de Black Sabbath, que ha adquirido un valor de 140 euros. «Hace una semana vendimos una primera edición de David Bowie por 400», relata. Porque en el mundo del coleccionismo no hay horquilla. Un nueva edición puede costar en torno a 18 o 20 euros mientras que su original puede tener un precio varias veces mayor siempre que no tenga 'ruido' y se encuentre en buenas condiciones.
Aunque Jon reconoce el «repunte» del vinilo en estos últimos años, matiza que «proviene de la nada» porque hubo años donde solo las pequeñas compañías seguían en un mercado abandonado por los gigantes del sector.
¿Por qué hay esa vuelta a los LP's?
No sé si es por moda o por buscar un producto más amable. La portada cobra todo el protagonismo y tiene un sonido más cálido y natural que el del CD. El disco requiere una escucha diferente, más activa e implicada. Tienes que levantarte a darle la vuelta a la cara, poner la aguja... Ahora la gente consume canciones sueltas, cuando antes el disco era un concepto como tal, porque el artista había decidido las canciones y su orden.
El fenómeno de la moda del vinilo no es solo una sensación, lo ponen en evidencia las cifras. Según el estadio que realiza anualmente Promusicae, en 2016 se vendieron en España 433.000 vinilos, casi un 20% más que en 2015. Un aumento estratosférico si se tiene en cuenta que hace tan solo once años la cifra era solo de 15.000 y el vinilo parecía estar dando sus últimos coletazos antes de desaparecer. Pero no ha sido así. Melómanos y coleccionistas han hecho resurgir un formato que, según el informe Deloitte, supondrá en 2017 el 6% de ingresos de la industria musical en el mundo al conseguir alcanzar los 15.000 millones de dólares.
Un vinilo en un pajar
Uno de estos aficionados que celebra el resurgir del vinilo es Juan Taboada (Pontevedra, 1947), al que no le resulta fácil localizar el disco que quiere escuchar de su colección. Y es que no es precisamente sencillo encontrar uno en particular entre los 32.000 que guarda en su nave de Oviedo. «Al final tuve que llevarlos allí. Mis hijos no aguantaban tener todos los armarios llenos de LP's», explica entre risas.
Su repertorio refleja toda una vida dedicada a la música. Comenzó en la década de los 60 siendo uno de los primeros pinchadiscos en Ibiza para luego ser productor musical de grupos conocidos como Los Suaves, Stukas o Ilegales. «Me compraba 30 o 40 al mes, más los que conseguía por trabajo», recuerda Taboada. Entre ellos, sus ojitos derechos son clásicos como Peter Gabriel o The Beatles, aunque le resulta difícil decantarse por su favorito. «Es como preguntar a qué hijo quieres más».
Precisamente de la banda británica tiene un vinilo cuanto menos peculiar. «Lo traje de China y después resulta que una de las canciones del disco no es de la banda», cuenta un hombre que considera más difícil «escuchar su repertorio que haberlo coleccionado». «Tendría que vivir 20 años más como mínimo para poder terminarlos todos». Entre sus preciados discos, en ocasiones la portada es algo más que un bonito dibujo. 'Sticky fingers' de los Rolling Stones es un pantalón con cremallera que se puede desabrochar. Otro contiene una imitación de la que será seguramente la prenda más preciada del mundo de la música: un trozo del pantalón de Elvis Presley.
El mundo de la música celebra que el vinilo haya resurgido de sus cenizas y espera que no sea una simple moda. «Somos relativamente optimistas con que esto no está del todo muerto», afirma Jon Barrasa al ver esperanzado desde Power Records que parece haber «un pequeño y nuevo relevo generacional». «Me parecería muy triste. Quién sabe, los tiempos cambian. Igual dentro de unos años igual no comemos comida como ahora. ¿Consumiremos música? No lo sé».
En la misma línea se encuentra Taboada: «La música es mi vida», dice. «En cada época me han acompañado artistas diferentes como The Who, Downey Brothers o Deep Purple», afirma el que fuera productor musical. Ante un futuro incierto, los tocadiscos continúan su particular revolución contra lo moderno. Los platos y las agujas, por el momento, seguirán girando y desgastándose.
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