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Alejandro Fernández tenía el partido ganado antes de salir a jugarlo al Malecón, valga el símil futbolistico, de paso.
Casi 8.000 personas habían hecho cola para acceder al recinto desde primera hora y esperaban impacientes la salida del mexicano, quien, puntual, apareció en ... escena. Sobrio, en todos los sentidos y elegante, vestido de traje y zapato acharolado. A su alrededor, una banda de doce personas que arropa al ídolo latino. Juegos de luces, audiovisuales ambiciosos y coreografías sutiles en un espectáculo puramente televisivo llevado al directo.
Alejandro Fernández desgranó durante la primera hora de su concierto el repertorio formal, los clásicos de su cancionero, ese que le ha llevado a vender 30 millones de discos en 25 años de carrera y colocar en el salón de alguna de sus mansiones, sus dos Grammy latinos y sus dos Premios Billboard.
«Tenemos muchas cosas que contarnos y cantarnos», dijo entusiasta. Y vaya que sí. 'Se me va la voz', 'Para sacarte de mi vida', 'No sé olvidar', 'Quiero que vuelvas'... Como queda en evidencia, la temática del mexicano se mueve, básicamente, en torno al amor y al desamor. El público se vino arriba con 'Hoy tengo ganas de ti', un tema que, curiosamente, no es suyo, sino del español Miguel Gallardo. Compuesta allá por 1975, Fernández hizo suya la canción cantándola a medias con Christina Aguilera en 2013. Detalles menores.
«Hace tanto calor que tenemos que desnudarnos...todos. ¡Dije todos!», bromeó el cantante a sus rendidos seguidores. Una caída de ojos por aquí, una sonrisa perfecta por allá y medio movimiento de pelvis bastaban para que el estadio torrelaveguense estallara de júbilo.
Y en estas, se fue. Desapareció de escena mientras la banda mantenía un instrumental para dar paso a la segunda parte del show. Una amplia formación de impecables mariachis tomó el escenario para locura general. ¿Qué tendrá la música mexicana que enciende los ánimos de tal manera? ¿Serán los compases? ¿Será la iconografía? ¿Por qué no se siente lo mismo ante la tradición peruana o argentina? Caso curioso, teniendo en cuenta que el renacer del mariachi tuvo su origen en el siglo XIX, como una forma de borrar la herencia española. El caso es que allí apareció de nuevo Alejandro, ataviado de charro, sombrero incluido. «Esto es como si saliera Revilla, vestido de montañés, a cantar en el DF», decía una asistente. Comenzó a sonar 'Guadalajara', seguida de 'Ay, Jalisco' antes de 'Matarlas', «pero de amor- aclaró el artista- la única forma de atacar a una mujer» en una compleja reivindicación de galantería.
El calor reninante y lo abigarrado del traje, obligaron a Fernández a recurrir, reiteradamente, a una mesa de bar colocada en un lateral del escenario. Eso sí, ni un plano de esos momentos, que realización dedicó a los miembros de la banda.
Alejandro Fernández, que saca todo su potencial y se diferencia haciendo, precisamente, aquello de lo que se ha ido alejando, la canción tradicional, interpretó temas de Armando Manzanero y «de uno de los más grandes artistas que hemos tenido», refiriéndose a Juan Gabriel, con quien cerró el concierto cuyo balance está claro; al público le gusta el pop, pero dele usted una ración de canción tradicional folclórica y tendrá el triunfo asegurado, cuate.
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