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Ara Malikian (Beirut, Líbano, 1968) no necesita mucha presentación en Cantabria. Ligado a Comillas como director del ciclo 'Los caprichos musicales' que se celebra cada verano, este violinista de origen armenio y afincado hace casi veinte años en España, posee un estilo propio e inimitable ... que le ha convertido en uno de los intérpretes más brillantes y populares de la actualidad. Esta noche regresa al Palacio de Deportes de Santander para ofrecer un concierto que dará comienzo a las 21.30 horas y para el que se agotaron las entradas apenas se pusieron a la venta.
–Llega hoy a Santander con 'La increíble historia del violín'. ¿Que cuenta en ese concierto?
–Cuento la historia de mi violín a través de la música. El violín que uso habitualmente era de mi abuelo que nació en Armenia y desde entonces ha recorrido mucho mundo. No es un stradivarius, ni es muy valioso económicamente, pero salvó la vida a mi abuelo ya que con este violín fingió formar parte de un grupo musical para poder emigrar al Líbano. Luego lo heredé yo y siempre me acompaña.
–¿Qué programa va a interpretar?
–Interpretaremos piezas de música clásica junto con temas contemporáneos de Jimi Hendrix, David Bowie, Led Zeppelin. Además habrá composiciones mías que están incluidas en mi último álbum y que están hechas, precisamente, para contar la historia del violín.
–¿Se imagina su vida sin un violín?
–Llevo tocando este instrumento toda la vida y no me gustaría tener que vivir sin uno, pero creo que soy una persona capaz de sobrevivir en cualquier situación. Me fastidiaría mucho, pero supongo que sería capaz de reinventarme y buscar algo que me haga igual de feliz.
–¿Qué le ha dado el violín y qué cree que proporciona a los que le escucha?
–Para mí es el instrumento que me permite transmitir lo que siento y, en general, creo que el deber de cualquier artista es transmitir al público alegría y emociones desde el alma. Hubo un tiempo en el que sólo me preocupaba por la perfección, pero al final me he dado cuenta de que la razón por la que hacemos arte es para transmitir y compartir sensaciones con los demás.
–En Santander se agotaron las entradas para este concierto apenas unos días después de ponerlas a la venta. ¿Le emociona ver esa respuesta por parte del público?
–Muchísimo y sobre todo me motiva. Obviamente soy consciente de dónde vengo, que todo esto empezó tocando en lugares muy pequeños y que el éxito se puede acabar mañana. Ahora mismo estoy tocando en grandes auditorios de todo el mundo, pero no se debe subir a la cabeza. Hay que seguir trabajando, creando y procurar siempre hacer las cosas mejor.
–Llena grandes auditorios de todo el mundo, pero no es normal que la música clásica atraiga a tanto público. ¿Qué da Ara Malikian que no ofrezcan otras las orquestas?
–Es difícil de decir qué llena y qué no. Si hubiera una fórmula todo el mundo la seguiría. Lo único que puedo decir es que para mí subir a un escenario no es una cosa rutinaria. Siempre me marco el objetivo de compartir lo que siento con el público ya esté en un gran escenario o en otro más pequeño. Mi concepto cambió hace veinte años cuando mi mayor preocupación era quedar bien con los críticos o con los promotores. Hoy en día es al revés lo que quiero es que el público sea feliz y me da igual no gustar al crítico o al promotor.
–Trabaja con muchos jóvenes músicos. ¿Qué consejos les da?
–Es cierto que estoy rodeado de músicos jóvenes y me da algo de miedo. Hubo una época en la que daba muchas clases y dejé de hacerlo. Los jóvenes son como esponjas que absorben con una gran facilidad todo lo que les enseñas y al cabo de un tiempo de dar clase me di cuenta de que siguen todo lo que les dices sin cuestionárselo. Mi única misión ahora consiste es transmitirles mi pasión por la música, porque deben encontrar su propia personalidad y no imitar a otros. Creo que los conservatorios corren el peligro de llegar a hacer músicos como churros y que todos se parezcan entre ellos. Un músico debe de tener su propia personalidad.
–¿Podría permanecer sentado en un concierto?
–No me muevo en el escenario porque quiera hacerme el interesante o porque tenga una coreografía. La música me emociona. Hubo épocas en las que me prohibían moverme y ahora como he aprendido a sentirme libre me dejo llevar. Si la música me incita a moverme, pues me muevo. Una de las cosas que más me gustan de la música y del arte en general es que te dan libertad.
–Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿con qué compositor le hubiera gustado tocar?
–Con muchísimos, pero hay dos que me hubiera gustado haber conocido, uno de ellos es Paganini, un músico que me emociona y un personaje muy enigmático. También me hubiera encantado tratar a Bach.
–¿Qué pieza de música clásica sería una buena banda sonora para Cantabria?
–Tendría que ser una pieza de mucha belleza. Cantabria es un lugar muy inspirador y hay muchas melodías que le pondrían venir bien. A mí es un lugar que me incita a crear y también a disfrutar de la música.
–¿Volverá a dirigir el año que viene el encuentro 'Caprichos musicales' de Comillas?
–Sí, no puede faltar. Comillas es un lugar fundamental en mi vida.
–Su padre le puso un violín en el hombro siendo bien pequeño. ¿Le gustaría que su hijo siguiera sus pasos?
–Me encantaría y lo he intentado, pero no lo he conseguido. También es verdad que yo no tengo el mismo carácter de mi padre que era más severo y me incitaba a tocar pese a que yo prefería jugar con mis amigos. Cosa de la que hoy en día le estoy totalmente agradecido. Pero el caso es que mi hijo me tiró con el violín en la cabeza cuando lo intenté (ríe). Estoy esperando que él mismo decida cogerlo algún día.
–Su compromiso con los refugiados es algo bien conocido. ¿Se les exige a los artistas un compromiso con determinadas causas que no se pide en otros gremios?
–Creo que todos los que tenemos la posibilidad de acceder a un gran público tenemos un deber de sensibilizar y formar. A mí las campañas políticas no me gustan. Pero sí creo que estamos obligados a colaborar con causas humanitarias. Yo he sido un refugiado. Conozco muy bien esa situación y me parece que con todo lo que les cuesta llegar a Europa no debemos ponerles más dificultades. Es un problema muy grave y yo intento que la gente no les vea como una amenaza. No son personas que vengan a desestabilizar este país, ni son terroristas. Es gente que se ha visto obligada a huir de su país y que necesitan ayuda.
–Ya lleva muchos años en España. ¿Musicalmente ha evolucionado mucho desde que llegó?
–A nivel musical España cree que está muy por debajo de otros países, pero esa no es mi visión. Aquí hay un coctel cultural y musical que hace a este país único y creo que los españoles no sois conscientes de esa riqueza. Ademas de la música occidental aquí hay una gran riqueza de músicas mediterráneas y, por supuesto, tiene un puente con Latinoamérica, que no posee ningún otro país. A mí España me ha enriquecido mucho y no tiene nada que envidiar nada a otros países.
–¿Qué proyectos inmediatos tiene?.
–Esta gira, que empezó hace dos años, acaba el próximo mes de diciembre y en enero comenzaremos otra con el nuevo disco. Ya estamos ensayando.
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