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Cuando Xoel López termina un disco, siempre piensa que no sacará otro jamás. Entre los que editó con la banda Deluxe y los que ha publicado en solitario, ya suma catorce y por suerte, y «por necesidad», al final acaba encontrando una motivación que lo ... devuelve al estudio. El artista gallego acaba de publicar 'Sueños y Pan', diez píldoras que hablan de sus viajes, de sus vivencias e incluso de la paternidad. Estos dos últimos años han sido muy prolíficos y han tenido como resultado 'Bailarás cometas bajo el mar', su primer libro de poemas. Se trata de un trabajo «complementario» para quienes quieran acercarse más la desnudez en la que nacen sus canciones.
- ¿Qué significa el nombre del disco, 'Sueños y Pan'? Porque saldría un bocadillo un tanto curioso...
- Tiene una importancia relativa para mí, porque los títulos los suelo poner al final. Entiendo que tienen que llevarlo, pero no quiero que marque demasiado la intencionalidad del disco. Dicho esto, los sueños tienen que ver con lo inconsciente, y aplico mucho lo inconsciente a lo artístico. En este disco creo que más todavía. Es muy onírico; casi no era consciente de lo que estaba haciendo. Me dejé llevar. Fueron dos años de escribir mucho, de forma automática, casi sin pensar. Y en ese sentido me encontré con un disco un poco misterioso, incluso para mí. Y el pan es el contrapunto: el trabajo, tener los pies en la tierra, la tierra precisamente de ese trigo que da pan… Tiene que ver con lo que es mi vida. Convertí mis sueños en mi pan al dedicarme a la música, algo que pensaba que en principio era solo un sueño. Es un pequeño homenaje a esas dos cosas, que funcionan como una especie de Yin Yang. La vida es una contraposición. Una conjunción, un equilibrio, un balance o una tensión, según como lo quieras ver, entre los opuestos.
- Dice que ha sido un disco misterioso incluso para usted. ¿Se ha descubierto más durante la composición?
- De hecho, me estoy descifrando todavía ahora (risas). Hay veces en las que soy más consciente de lo que hago, pero creo que esta vez es un disco más enigmático, incluso para mí. Estoy hablando de muchas cosas, pero como no es tan explícito, no es tan concreto… Tampoco me siento en un lugar puntual. No solo creo que me esté sirviendo para conocerme sino que creo que el hecho de componer o escribir siempre tiene para mí esa función. Es un espejo en el que veo mi mundo, pero también me veo a mí. Es una ventana hacia fuera y hacia dentro por la que dejo que se me vea y por la que miro yo también, a mi alrededor y a mis propios adentros.
- Muchos ven en la música incluso una forma de desahogo...
Me conozco mejor a través de la escritura. Porque hay algo inconsciente y a la vez casi mágico cuando uno está escribiendo. De pronto sale todo de golpe. Y si decido hacerlo ahora, no me sale. Es algo que no manejas conscientemente. No eres tú el dueño de eso. Está ahí dentro. Es como un mar profundo al que no es fácil acceder. No siempre se abre esa puerta y cuando ocurre es como una presa que sale con cierta urgencia y explosividad. Aprovecho para escribir en esos momentos. Y al tener la posibilidad de encapsulalos de una forma artística, puedo entenderme un poco mejor.
- ¿Hay algún acontecimiento concreto que haya marcado la composición del disco?
- (Duda) En mi vida, sí. La paternidad, cumplir 40 años… Son aspectos que condicionan, pero no sé si están reflejados. Sería un poco injusto de cara al disco, porque es un reflejo de muchas cosas. Para ser justos, el disco no habla de la paternidad. Sí que es verdad que es la primera ocasión en que aparece como un condicionante. Pero es un disco de diez canciones. Hay dos que le hacen referencia, pero otras ocho que no. Si un día hago un disco sobre la paternidad, lo hago, pero no es este. De hecho, quién sabe, a lo mejor puedo llegar a hacer un disco con nanas o canciones para niños. Aunque por ahora no me lo pide el cuerpo.
- Y cumplió cuarenta años precisamente cuando actuaba en el Sonorama...
- Cumplir 40 años también marca un poco. Lleva a reflexiones y cosas que tienen que ver con mi edad y a lo mejor hay cierta urgencia, frescura de los 20 que no tengo. Pero tampoco estaba hace diez. Creo que es algo que simplemente es armónico a la edad, te vas haciendo mayor y la música va creciendo contigo. Va engordando en cuanto a recursos, es más abierta y más desprejuciada, más universal… Me voy liberando.
- ¿Ha sufrido la crisis de los cuarenta?
- Todavía no la siento. Te lo dicen cada vez que pasas una década, pero yo creo que tuve más crisis en otros casos. Obviamente son construcciones que no son perfectas. Por ejemplo, mi crisis de los 30 la tuve hacia los 28, la de los 40 quizás la tuve ya también a los 37… Las crisis están normalmente condicionadas por elementos externos y la vida no es tan metódica. Hasta el momento no siento nada especial salvo que los números sirven de referencia para hacer un análisis o balance y del mismo modo en que hay gente que el 1 de enero se plantea cosas, cumplir 40, te pone ahí. Es una frontera hacia una década nueva. Además, inevitablemente te comparas con otros artistas, con tus padres, con tu familiares… con la gente que tú veías que tenía 40 años cuando tú tenías 10, 20 o 30. Y te das cuenta de que estás ahí. Y en mi caso puedo decir que lo vivo de una forma muy armónica y placentera. No lo veo como un trauma, sino todo lo contrario: soy ahora más feliz que con 20 o con 30.
- ¿Qué ha sentido al escuchar el disco completo por primera vez?
- Aún no lo he oído.
- ¿En serio?
- Lo grabé, pero lo dejé aparcado, solo escuché canciones sueltas. Tiene que ver con el empacho brutal que te pegas. Estás escuchando las canciones desde el minuto uno. Desde que las llevas al estudio, hasta que terminas y las mezclas, igual las escuchaste 140 veces. Y es algo casi antinatural. Yo necesito dejarlas descansar un poquito y luego volver desde un lugar más bonito. Ya las conoces. Es como echar de menos a alguien a quien quieres, con el que compartiste mucho y no os visteis durante un lapso.
- Aunque ha publicado 14 discos, se dice que en este oficio uno nunca deja de aprender, ¿qué es lo último que le ha enseñado la música?
- Que es eterna, interminable, infinita, poderosa y sobre todo, inagotable. Siempre que termino un disco pienso que no voy a hacer otro, que ya no tengo mucho más que decir. Ahora llevo ya compuestos 14 discos con canciones originales, pero casi sin querer uno va, vuelve, y se pone a hacer canciones casi por necesidad. Mientras haya emociones, sentimientos e intensidad en el día a día, habrá canciones. La vida es más de lo que uno espera. Es más profunda, siempre hay más capas y mundos que conocer de los que creemos. Y eso me lo da la música porque es como el testigo, la válvula, el referente. Lo que me hace pensar que es así. Que yo siga haciendo canciones o siga descubriendo en canciones de otros sentimientos que me asombran.
- ¿En qué momento decide que un texto sea poema o canción?
- Es difícil responder a esa pregunta, incluso para mí. A veces ni siquiera sé muy bien por qué estoy escribiendo una canción o un poema. No soy ortodoxo con la poesía porque no soy un poeta, soy un músico que escribe versos. Puedo moldearlos a mi gusto. Pero he ido escribiendo con estructuras más poéticas que las de una canción porque eso luego lo puedo llevar a una canción. Sin embargo, nunca he hecho al revés. Nunca he escrito una canción y después he decidido que iba a ser un poema. Casi todas mis canciones fueron una especie de poema antes. Son una especie de mutaciones lo que yo escribo. Podría haber sido un buen título para el libro: ‘Mutaciones’.
- Curioso.
- De alguna manera las siento así, son una especie de versos o de poemas amórficos que yo luego convierto en canciones, y en este caso algunos no los transformé y quedaron en su forma poética en el libro, que para mí es un complemento a mi música, que tiene que leer la gente que la conozca para saber un poco más de dónde vienen mis canciones. En el libro no hay canciones, pero sí que las saco de ahí. Todos los versos de ese libro podrían haber terminado en una canción. De hecho, hay dos poemas que coinciden y que están en forma de canción en el disco. Es mi mundo digamos imaginario, mi crisol, de donde yo saco ideas para mis letras. Y luego siempre sin guitarra, sin piano y sin nada. De hecho, cada vez estoy más alejado del instrumento a la hora de escribir. Casi siempre escribo primero y luego lo voy sacando del cajón y haciendo canciones después. A veces sale a la vez, pero no es lo más habitual. Por eso también me planteé lo de sacar el libro, porque pensé que todo eso que yo hago, a lo mejor podría llegar a resultar interesante para alguien.
- En uno de sus poemas se lamenta de no ser tan ocurrente como cuando estaba en la ducha porque al salir lo ha olvidado todo. ¿Cuál es el sitio más extraño donde le han venido las musas?
- Un poema del libro lo escribí en plena furgoneta rodeado de la banda. Mientras lo hacía era consciente de que nadie se estaba dando cuenta y de que cuando alguien lo leyese no podría ni imaginarse que había surgido en ese contexto. Era un momento distendido, si quieres un poco hasta superficial. Yo sentí la llamada y, como buen soldado, me puse al servicio de esas musas y empecé a escribir. Y de ahí salió el poema 'Fotos'.
- Un poema suyo dice que ya no hay tiempo para la poesía, pero que sin embargo está en todas partes. Sin intención de que se malinterprete, ¿la poesía está pasada de moda?
- Sí, sí, creo que es así, está pasada de moda y no tiene espacio en la sociedad actual. Pero es una visión muy personal. Ahí jugamos un poco con las emociones. Parece que tampoco hay sitio para ellas, pero al final siempre se cuelan por la rendija de la puerta. Realmente, aunque uno no quiera, aunque sea el tipo más práctico del mundo, hay un momento en el que para y le viene todo. Somos seres emocionales, es inevitable. Salvo que seas un psicópata… (risas). Es algo que nos sucede a todos. Parece que a veces lo esquivamos, que podemos evitarlo, pero los sentimientos siempre te esperan a la vuelta de la esquina. Y creo que es mejor conocerse más a uno mismo y entender lo que nos pasa antes que dejarlo guardado o escondido debajo de la alfombra porque al final, todo eso que metes en el armario, algún día se te caerá encima. Aunque uno quiera escaquearse, la poesía siempre se cuela.
- Otro de sus poemas dice que si inventásemos una máquina del tiempo, cualquier tiempo pasado nos parecería peor. No parece que sea muy nostálgico...
- Todo lo contrario. Soy poco romántico, estoy un poco en contra del romanticismo, ha hecho mucho daño -en cuanto a la idea del amor romántico, la de idealizar el pasado-. Obviamente aunque uno tenga unos preciosos recuerdos, hay que vivir en el aquí y ahora. Y a veces uno se puede quedar enganchado a cierto pasado que, además, ya pasó y no te ayuda en nada. No creo que sea un lugar para quedarse. No hay que regocijarse demasiado. Cuando las cosas se alejan, en el espacio y en el tiempo, parece que es más fácil idealizarlas porque uno se acuerda solo de lo bueno. Y además, te pueden engañar y te pueden atrapar. Si tuviésemos una máquina del tiempo, realmente dejaríamos de idealizar el pasado porque la realidad es siempre mucho más cruda que cualquier sentimiento creado desde la distancia.
- ¿Hay más ficción o realidad en sus poemas?
- Siento que da igual. Creo que para el lector no tendrá mucha importancia porque en realidad cada uno pensará en la persona que quiera. Pero es más biográfico que ficticio. Es bastante real. Es un defecto que tengo.
- ¿Teme exponerse demasiado y acaba autocensurándose?
- Sí, siento cierto pudor. De hecho, en el libro eso se me descontroló un poco, se me fue de las manos porque lo que había escrito no lo pensaba publicar. Y cuando me lo propusieron no lo pensé mucho y lo mandé. Sin embargo, cuando sé que voy a publicar algo, quito algunas cosas. Pienso que son cosas mías y que no tienen interés artístico. Quedó así y digamos que tener cuarenta años, catorce discos y todo eso me hace despreocuparme un poco.
- Escribe canciones desde la adolescencia, ¿le ocurrría lo mismo con los poemas?
- Sí, de hecho, repasé muchas cosas del pasado, aunque descarté prácticamente todo porque o no me gustaba o había temas que no me apetecía retomar. Preferí centrarme en lo nuevo.
- ¿Será el primero de más o le ocurre como con los discos, que tiene la sensación de que será el último?
- Mi sensación es que es el primero y el último. No voy a decir de este agua no beberé, pero me apetece sacar discos. No tengo una idea de continuar por aquí. Aunque no quiere decir que no lo haga. Me dejaré llevar y si me lo pide el cuerpo, a lo mejor dentro de diez años pues oye, podría ser bonito. Pero yo estoy pensando ya en otro disco. Cuando pienso en el futuro me imagino un proyecto musical, que es lo mío.
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