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«¡Dame compás!». Suena la guitarra de Santi, y María del Mar Moreno cuenta 1,2,3,4… es el compás de tangos, de los de Jerez, más sobrios, más contenidos, «pa' dentro». Antonio Malena, gafas oscuras, muy oscuras, y zapatos encarnaos, espera ... serio, erguido, a que la bailaora y maestra le pida el cante. «Me meto por los rincones, me meto por los rincones»… se escucha, y quince mujeres se sumergen en el universo jondo de la escuela jerezana. María del Mar Moreno lleva sobre los escenarios desde muy joven, las bases de su formación proceden de Angelita Gómez, aunque se perfeccionó con otros maestros como Matilde Coral, Rafael 'El Negro' y Mario Maya. Teatro, baile clásico, piano y una licenciatura en Filología Hispánica completan una formación y una creación en la que caminan de la mano el compromiso con la esencia del flamenco y la evolución de este arte. Los premios y su presencia en escenarios de todo el mundo, y en trabajos sobre el flamenco, se cuentan a puñados.
En 2001 crea su propia compañía y, unos años más tarde, junto a Malena, el concepto y la marca Jerez Puro Esencia, nombre también del espectáculo con el que gana el premio del público del IX Festival de Jerez. El montaje sigue sobre los escenarios. El nombre puede parecer una declaración de intenciones, pero María del Mar Moreno huye de calificativos como ortodoxo o heterodoxo. «Se trata de poner en alza los valores de nuestra tierra de Jerez, Puro viene de esencia. Hay unos valores culturales a través del flamenco que son atemporales. Nosotros también llevamos años haciendo vanguardia». De hecho, la bailaora está convencida de que manteniendo esa esencia se puede ser absolutamente vanguardista porque «el flamenco está constantemente en evolución, es lo natural, pero tiene que oler y saber a flamenco. Tiene un código muy fuerte y se puede hacer flamenco sin perderlo. Otras cosa son esos popurrís que tienen de todo, pero sin flamenco. Ahora se mete todo en un 'vallao' y se dice que es flamenco, y no. Eso es marketing».
«¡Damé compás!». Vestida de negro riguroso, los volantes remangados sobre la cintura –«para que me veáis los pies»– María del Mar Moreno marca un cierre y muestra un pellizco, el giro de una mano y la sutil pero rotunda pose del rostro. Y sobre todo actitud.
Su clase es una cátedra sobre el flamenco, no solo sobre técnica de baile o sobre las diferencias entre una escuela y otra –«porque no son lo mismo unos tangos de Jerez que unos tangos de Triana»–. A la bailaora le sale la filóloga que lleva dentro y habla de los orígenes, de la esencia, de la evolución, de las claves comunicativas del flamenco. Y lo muestra. Y a repetir. «¡Dame cante, Malena!». Y explica el diálogo entre el bailaor y el cantaor y las sutiles señales para que baile y cante se fundan.
Con Jerez Puro, Moreno ha llevado sus clases a París, Malta, Burdeos, Madrid o Malasia. «Es muy importante la formación y que la gente conozca el flamenco. Es increíble, pero en España hay un gran desconocimiento del flamenco a pesar de que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y parte de la esencia de nuestra cultura».
En su opinión, aquí siempre ha habido «un complejo de inferioridad hacia el flamenco y la gente no se acerca a él porque lo desconoce». Por eso es importante la formación, porque «cuando se conoce, se ama, se cuida y se defiende».
Con esta formación viaja, como ha viajado el flamenco desde el siglo XVIII nutriéndose del folclore de toda España o los cantes de ida y vuelta de Latinoamérica, explica Moreno, que reconoce diferencias en la forma en que la gente de una parte u otra del mundo se acerca a este arte. «España es un país que canta. Hay una gran cultura musical, hasta en cómo camina una persona, o en su literatura oral. España y Latinoamérica aman comunicarse a través de la música y el teatro. Y eso se siente».
María del Mar Moreno está en Santander de la mano de Lucía Serrano y su escuela Esencia –«como me gusta ese nombre», le dice a la profesora convertida también en alumna– y de aquí viajan a París. En octubre estrena en Sevilla 'Medea' –las mujeres poderosas y los personajes literarios son una seña de identidad en sus espectáculos– de la mano de Pilar Tábora y prepara una vuelta a Santander –donde ya estuvo con 'Carmen' en 2007–, esta vez para bailar.
«El flamenco es 80% de libertad, bueno un 50%», le dice a sus alumnas para que no se encorseten en coreografías y sientan y expresen. «Escuchad. ¡Dame cante Malena!». Y cuenta las ocho sílabas de los versos de unos tangos, y la pausa y los silencios que también son cante. Y sus quince alumnas, según pasan las horas, dejan de buscar en el espejo la referencia de los brazos y los tacones de María del Mar Moreno. Bailan. «El flamenco no es para gustar a los que miran –eso también–, es para disfrutar uno, para sentir, para expresar». Aplausos. Fin de la clase.
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