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j. Mikel fonseca
Miércoles, 4 de abril 2018
Futuros truncados, genios convertidos en locos, jóvenes con rostro viejo, famélico, familias rotas, llagas en los brazos, cucharas quemadas en el suelo… La heroína, la droga más letal, adictiva y sinsentido que existe lo ha destrozado todo a su paso. No en vano el ... poeta Allen Ginsberg comenzaba así su célebre 'Aullido': «He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo». En los ochenta y los noventa se convirtió en una verdadera plaga y aunque con la llegada del nuevo milenio parecía que esta lacra desaparecería, la crisis económica la ha hecho resurgir con fuerza, sobre todo en los ambientes más pobres.
El caballo, su adicción, sus efectos y sus miserias han sido un tema recurrente en la música, como muchas otras drogas, a veces con el tono lúgubre que acompaña a su consumo, otras con el ánimo y las ganas fruto de la ignorancia. Estas son algunas de las más destacadas que nos ha dejado esta cruel epidemia.
El trio gitano Los Calis conocía el veneno marrón en sus propias carnes. La heroína siempre ha campado a sus anchas en los guetos, devorando a los débiles y enriqueciendo a los más fuertes. Precisamente de un gueto surgieron Los Calis (José Hernández, José Luis Jiménez y Eduardo García), que con rumba flamenca gozaron de cierta repercusión en los 80 siguiendo la estela de Los Chichos o Los Chunguitos. Su tema más famoso es este himno lleno de desprecio a la droga, un alegato contra el consumo que ha sido versionado por varios grupos, como La fuga o Kaos Etíliko.
El canadiense Neil Young perdió a varios compañeros en el abismo de la droga, y esta canción esta dedicada a todas ellos, concretamente a su excompañero Danny Whitten, al que despidió de la banda por su adicción y que murió de sobredosis. La aguja, y el daño: una metáfora excelente de lo que es realmente la heroína. Incluida en 'Harvest', la canción es un country delicado, cristalino, que Young refina con su voz inconfundible.
Cumbre de la experimentación, la obra de Lou Reed con Velvet Undergroung cabalga sobre la búsqueda de nuevos sonidos y ritmos que refundasen el rock. Lo consiguió, con un álbum considerado indispensable para el género. Pero por el camino, queda el abuso de sustancias, la tensión y la destrucción personal. Es una canción ambiental, diafana, llena de matices que, como la droga, busca crear un efecto de abstracción, de distorsión de la realidad.
Un rock'n roll de libro, este tema compuesto por Mick Jagger y Keith Richards es una oda al desenfreno, particularmente a la droga que, en los tiempos en los que fue compuesta -1971, en el album mítico 'Sticky Fingers'- aún no había causado los estragos por los que sería conocida en las siguientes décadas. Por ello, es un canción que anima a su consumo y abuso, como acostumbran Sus Satánicas Majestades. Al menos hasta ahora, porque recientemente Richards ha admitido que se encuentra «aburrido» de las drogas.
El chico malo de la chanson française, Serge Gainsbourg, también le cantó a la droga marrón. Con su habitual chulería y voz ronca, y como ya le había cantado a sexo y a la guerra, el parisino, en uno de sus momentos más autodestructivos -si es que acaso tuvo otros- compuso este tema en el que los versos revolotean entre murmuros, incoherentes en un primer momento, letales cuando se conjugan con los demás. Gainsbourg experimentó con varios géneros, pero aquí se mantiene fiel a su estilo melódico y ebrio.
La heroína se cebó en Euskadi y, particularmente, en la margen izquierda de Bizkaia, donde los ambientes obreros deprimidos vieron en el polvo marrón su única vía de escape. Un polvo que se diluye con facilidad con la música punk, y que los santurtzitarras Eskorbuto, máximo exponente de este género en España, supieron llevar hasta sus últimas consecuencias: la muerte. Iosu Expósito superó la adicción, pero no el sida derivado de su consumo. Por el camino, dejaron algunas excelentes canciones que relatan ese ambiente turbio rodeado de jeringuillas que eran los ochenta. Este tema se encuentra en su segundo álbum, 'Anti todo'.
Al igual que muchos otros artistas, Nick Cave coqueteó con las drogas como una forma de expandir su creatividad, pero afortunadamente -y al contrario que otros que ahora yacen bajo tierra- supo darse cuenta de lo vacía que estaba la musa de la jeringuilla. Este b-side es prueba de ella, donde el australiano evoca un viaje a Estambul para perderse en las mareas de la droga.
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