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Rosa Ruiz
Santander
Domingo, 14 de julio 2019, 07:37
Con algo de preocupación porque la brisa de la bahía santanderina puede llegar a dañar sus instrumentos, diez de los participantes en el Encuentro de Música y Academia y su director artístico Péter Csaba atienden a El Diario Montañés en la Duna de Zaera. Se le plantea un reto al maestro de cara a la fotografía que pueden ver en la portada del periódico de hoy. ¿Podría colocar a los músicos en las escaleras como si estuvieran en un pentagrama? Y acepta encantado. «Sería una partitura imposible, pero vamos a ver si nos sale algo parecido al inicio de una sinfonía», comenta entre risas. Desde que Paloma O'Shea le encargara la dirección artística de este Encuentro, una de las principales citas culturales del verano santanderino, el maestro se encarga de la programación y también de seleccionar a los jóvenes participantes, los mejores de los distintos conservatorios y escuelas de Europa. Este año 68 de ellos ensayan y reciben clases en las aulas del conservatorio Jesús de Monasterio al tiempo que interpretan conciertos en varios escenarios de la región. Una experiencia que, según comentan cinco de estos tras hacer la fotografía, exprimen al máximo porque no siempre se tiene la posibilidad de aprender de maestros como Péter Eötvös, Zakhar Bron o Andrea Lieberknecht.
A estas lecciones se une, tal y como explican, la posibilidad de conocer a otros músicos como ellos, que proceden de otros países y que comparten la misma inquietud, la de vivir la música con una gran intensidad y pasión. Casi todos iniciaron los estudios de niños, algunos con cuatro o cinco años, y ya han tocado en escenarios de todo el mundo, además de participar y con buenos resultados, en prestigiosos concursos internacionales. Pero así todo les extraña que se les apele como la joven elite de la música clásica pues creen que lo que hacen: estudiar y practicar mucho, es algo normal en sus carreras. Sin embargo, y sorprende, se sienten preocupados por el futuro de la música clásica y cuestionan el envejecimiento del público o la repetición de programas...
Estos días de convivencia les da para aprender mucho, lucirse y también para conocer Santander, una ciudad que, los que acuden por primera vez, dicen les ha sorprendido por su oferta cultural. Y el maestro, Csaba, tras haber colaborado en el experimento gráfico-musical, escucha atentamente sus respuestas. «Hay mucho talento en las escuelas y conservatorios europeos, lo difícil es hacer que toquen juntos y que ganen confianza. Por ahora lo están haciendo muy bien y demuestran un entusiasmo contagioso», asegura.
Se le pide una última cosa, que desvele cómo lo hace para seguir encontrando a los mejores músicos después de 19 años y, de nuevo, se presta a compartir su secreto: «La audición dura unos quince minutos y después hablo con cada uno de ellos otros cinco minutos. Pero no necesariamente de música, también del tiempo que hace o de las cosas que les gustan... Es esa conversación la que me sirve para conocer sus intereses y comprobar si realmente pueden formar parte de esta gran familia que forma el Encuentro».
Péter Csaba | Director artístico
Hace ya 17 años que este músico rumano –violinista y director de orquesta– se hizo cargo de la dirección artística del Encuentro de Música y Academia de Santander y, entre sus cometidos está el de buscar por academias y conservatorios de todo el mundo a los participantes. Para ello, según señala «necesitamos músicos con algo de experiencia. No vale sólo con ser muy talentoso porque no es nada fácil tocar en el Encuentro delante de tantas personas y preparar algunas de las obras en tan solo tres días con músicos diferentes».
Se siente en Santander como pez en el agua después de todos estos años y feliz de ejercer un trabajo que le permite tratar a diario con unos chicos ilusionados que disfrutan de una experiencia que les va a marcar de por vida «Ellos lo acaban viviendo como si fueran una familia», afirma. «Creo mucho en la gente joven y en su talento», asegura. «La buena música, la verdadera vocación y la dedicación está en manos de esta generación de músicos y la siguiente pues me preocupa que con tanta tecnología la música pierda su lado más humano tanto espiritual como artístico».
Rees Webster | Oboe
Enamorado del oboe desde los ochos años «y confieso que no sé muy bien por qué», Rees Webster (Ormskirk, Reino Unido, 1995) reconoce que está disfrutando de lo lindo en Encuentro. «Se percibe el compromiso con la música por todos los rincones», afirma. Su currículum es casi más largo que su edad que destaca por sus buenas calificaciones y premios obtenidos. Además ha sido presidente de la Sociedad Musical de la Universidad de Cambridge y director principal de la orquesta de la misma institución académica. Hasta estos días no había estado nunca en el Norte de España y reconoce estar sorprendido con la «intensidad» con la que se vive este Encuentro. «Es interesantísimo ensayar unas siete horas al día con gente que nunca habías visto antes pero que comparten tus mismos objetivos», señala.
En cuanto a la música clásica desea que haya un gran cambio respecto a lo que hay ahora. «Todavía se necesita una mayor educación, pero creo que los músicos debemos asumir más riesgos al tocar», opina. «La música clásica en el futuro tiene que ser muy valiente y buscar la emoción en el público».
Joidy Blanco | Lewis Flauta
Llega a Santander apenas unos días después de haberse clasificado en el segundo puesto del Concurso Internacional Tchaikovski. Joidy Blanco Lewis (Caracas, Venezuela, 1992) lleva un año perfeccionando sus estudios en la Cátedra de Flauta de la Escuela Superior Reina Sofía y aprovecha este Encuentro «para coger ideas de los otros participantes porque en cada país se trabaja de diferente manera y a veces sólo con ver o escuchar a los compañeros se aprende muchísimo». Ella toca la flauta desde los 9 años porque la fascinó ver a una intérprete de este instrumento en televisión, y agradece que hace unos años el Sistema Nacional de Orquestas de su país apoyara las vocaciones. «Llevo diez años sin ir a mi país y estoy tan enfocada en mis estudios que me es complicado hablar de la situación actual», dice. Se graduó en el conservatorio de Lyon antes de especializarse en Ginebra y apunta que en Francia «se nota preocupación por el futuro de la música y por eso tratan de hacer los conciertos más didácticos». Su opinión: «Hay que pensar más en el público y formular programas asequibles».
Charlotte Kaslin | Violonchelo
Con cuatro años y tras escuchar la grabación de un concierto, Charlotte Kaslin (Les Lilas, Francia, 1993) se quedó tan fascinada por el sonido de uno de los instrumentos que pidió a sus padres poder tocarlo. Así fue como cayó en sus manos un violín. Pero no duró mucho porque cuando asistió al primer concierto sinfónico, con cinco años, descubrió que aquel sonido que tanto le había conmovido era, en realidad, el del violonchelo. Desde entonces no se ha separado de él. Su trayectoria cuanta con importantes premios y actualmente toca en la Ópera North Hoffman (Reino Unido). Asegura ser una de las mayores privilegiadas de esta cita porque otra de las participantes es su hermana Luana, intérprete de piano. También reconoce que entre muchos músicos de su generación el futuro de la música es el tema principal de conversación. «Nos preocupa ver a tanta gente mayor en el público y somos conscientes de que tenemos que hacer repertorios inteligentes para atraer a más jóvenes». Sin embargo, asegura estar sorprendida con el público del Encuentro en Santander. «Se ve gente de diferentes edades y eso es increíble».
Toby Cook | Viola
«Me molesta cuando la música clásica se considera un mero entretenimiento». Toby Cook (Londres, Reino Unido, 1997) cree que lo más importante de este tipo de música es «su capacidad de comunicar de un modo emocional» y por eso siente que «es muy importante que nosotros, los jóvenes seamos capaces de hacer llegar su significado». A los cinco años empezó a tocar el violín «pero caí con una profesora que era conocida porque hacia que los violinistas se pasaran a la viola». Y, aunque confiesa que al principio era muy escéptico, acabó graduado de este instrumento en la Royal Academy of Music de Londres y tocando por los escenarios de todo el mundo. Asegura estar disfrutando mucho del Encuentro y de Santander «una ciudad donde la cultura es muy vibrante» y, sobre todo, de la convivencia con el resto de participantes. Además tiene muy claras sus ideas: «Hay que conocer al máximo la historia de la música clásica pero también debemos sentirnos libres de experimentar con ella, hacer adaptaciones e incluso fortalecerla en otras ramas artísticas como el ballet, el teatro o el cine».
Mayu Tomotaky | Violín
Esta violinista japonesa (Nara, 1995) participa por segunda vez en el Encuentro de Música y Academia una experiencia que lamenta no estar disfrutando tanto como la primera vez porque estos primeros días está algo enferma, «pero no me podía perder una oportunidad tan estupenda como ha sido tocar y conocer con Péter Eötvös», asegura. Acaba de clasificarse en tercer lugar en el Concurso Internacional de Música de Sendai para el que llevaba mucho tiempo preparándose «aunque no esperaba tan buen resultado», explica. Empezó a tocar este instrumento tan joven que no recuerda sus primeras clases. «Debía tener tres años y mi madre me acompañaba con el piano», dice y, pese a sus logros, haberse formado con profesores como Latica Honda-Rosenberg y disfrutar de una beca del Gobierno japonés confiesa, sin falsa humildad, que aún tiene mucho que aprender. Sobre el futuro de la música clásica es más optimista que otros compañeros. «Creo que hay muchos jóvenes seguidores de este tipo de música y algunos saben más que yo. En mi opinión la clave está en tener la mente abierta».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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