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En la historia del rock no hay tantos artistas que hayan sabido crear un estilo realmente propio. Los alemanes Deutsch Amerikanische Freundschaft (la ‘amistad germanoamericana’; más conocidos, por fortuna, como DAF) lo hicieron a principios de los 80, pero aquel hallazgo suyo, motivado en buena ... medida por la necesidad, no les ha garantizado un puesto de honor en la memoria popular: DAF siguen siendo un grupo de culto muy restringido, prácticamente ausente hasta ahora de canales ‘modernos’ como Spotify y con una fama de mucho menor alcance que la de algunos artistas que aprovecharon aquella senda trazada por ellos. En realidad, aunque abrieron la puerta a escenas enteras, ni siquiera han tenido continuadores en sentido estricto, quizá porque ellos mismos supieron agotar las posibilidades de su fórmula: toda la ‘electronic body music’, decisiva en el origen de fenómenos como la ruta del bakalao, echa raíces en los discos de DAF, pero (con contadas excepciones, como puede ser el dúo catalán ECM) resulta difícil encontrar bandas contemporáneas que realmente reproduzcan la esencia de su estilo.
La caja ‘Das Ist DAF’, recién editada por el sello Groenland, trata de hacer justicia a este grupo de Düsseldorf, más influyente que conocido. En su debut, ‘Ein Produkt der Deutsch-Amerikanischen Freundschaft’, editado en 1979 y no incluido en esta recopilación, DAF eran todavía un quinteto, aunque el cantante Gabi Delgado-López, un cordobés cuya familia había emigrado a Alemania, no llegó a participar en aquellas sesiones. Se trata de un ramillete de improvisaciones electrónicas, entre el post-punk y la vanguardia, que no permiten pronosticar hacia dónde iba a encaminar sus pasos el grupo. El primero de los álbumes que aparecen en la caja es en realidad el segundo de su discografía, ‘Die kleinen und die Bösen’, un extraño ‘frankenstein’ con una cara en estudio, grabada junto al mítico productor Conny Plank, y la otra en directo. Aquí, DAF siguen siendo cinco, pero algunas canciones ya apuntan a su posterior minimalismo de ritmo y voz. Fue el primer elepé que editó el sello británico Mute, el mismo que habría de publicar la mayor parte de la producción de Depeche Mode
En ese momento de su carrera, tres de sus miembros abandonaron el barco (resulta casi obligado, en este contexto, citar a Chrislo Haas, que con su proyecto Liaisons Dangereuses exploraría brevemente un territorio vecino al de DAF) y se quedaron solos Gabi Delgado-López y Robert Görl. Las limitaciones de esta nueva formación les llevarían a acuñar un sonido austero, estimulante y nuevo, que resultaba de combinar las secuencias insistentes y un tanto abruptas de su Korg MS-20, los ritmos poderosos y repetitivos de la batería de Görl (en cierto modo maquinales, pero salpicados de resonantes golpes a los platos y de bienvenidos detalles de humanidad) y la voz de Delgado-López, con un fraseo acuciante, imperativo, organizado en frases breves que sacan pleno partido a la fonética del alemán. DAF se convirtieron en un mecanismo de dos cabezas tan excitante como impasible, una criatura biomecánica que, tanto en su estética como en su música, derrochaba connotaciones de sexo, fetichismo y militarismo.
Ya en la discográfica Virgin, en menos de dos años editaron tres álbumes, también recogidos en ‘Das Ist DAF’. El primero de la trilogía, ‘Alles ist Gut’, contenía su canción más conocida, ‘Der Mussolini’, arrollador artefacto rítmico en el que un provocador Delgado-López exhorta a «bailar el Mussolini, bailar el Adolf Hitler, bailar el Jesucristo, bailar el comunismo». La intensidad totalitaria de ‘Der Mussolini’ o de ‘Alle gegen Alle’ es la faceta más conocida de DAF, la que sirvió como germen para la ‘electronic body music’ de bandas como Front 242 y también inspiró al electropunk y el rock industrial, pero tanto en ‘Alles ist Gut’ como en los dos discos siguiente, ‘Gold und Liebe’ y ‘Für immer’, abundan los ‘tempos’ más lentos, con oscuras e inquietantes baladas en las que Delgado-López analiza obsesivamente, a través de un puñado de versos, relaciones de amor y de poder. El principal extra de ‘Das Ist DAF’ son dos remezclas, a cargo de Giorgio Moroder y Denis Naidanow y de Boys Noize, pero los resultados no hacen más que resaltar la llamativa vigencia del sonido original del dúo, tan insólito hoy como hace treinta y cinco años: las remezclas apuestan por reforzar el componente electrónico y desvirtúan ese lado físico, de músculo y sudor, que daba grandeza al grupo.
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