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Disfrutad del rock, disfrutad de mis amigos», se despidió el viernes Ramoncín para dar paso en el Festival Movember a dos leyendas vivas del rock español: Rosendo y Loquillo. Ambos, en su turno, le devolverían el guiño: «Es un honor haber pisado el mismo ... escenario que mis maestros Ramón y Rosendo». El menú para la noche de ayer sábado fue ocinado por Avalanch, Europe, que llegó a Santander treinta años después del ‘Final countdown’, y los indie The Primitives, conciertos que no habían concluido al cierre de esta edición.
Con un público que iría aumentando con cuentagotas hasta acercarse a las tres mil personas, Rosendo Mercado ofreció el viernes su particular visión de ver el rock. Poco tenía que demostrar un músico más que curtido, que ha hecho de la sencillez virtud. Ni siquiera lo básico del formato –sólo guitarra, bajo y batería– restaría un ápice de emoción y rotundidad a un concierto eléctrico y apabullante. El madrileño sabe sacar partido incluso de sus carencias, y su voz rota parece sonar cada año mejor. Planteando un recorrido por su extensa discografía, se permitiría una versión de lujo –el ‘No dudaría’ de Antonio Flores– y hasta dejarse en el tintero ‘Loco por incordiar’. Y es que el público más cañero de la velada disfrutó al máximo con ‘Flojos de pantalón’, ‘Masculino singular’ y sobre todo con un ‘Agradecido’ en el que corearon como posesos «¡No tienes rival, no tienes rival!».
El exterior del Palacio de Deportes de Santander acogerá hoy el Open Day de Movember Food & Rock como una actividad complementaria al festival y con el objetivo de ofrecer un plan familiar que combina la música en directo con la gastronomía del mundo. La feria con acceso libre entre las 13.00 y las 18.00 horas, permitirá disfrutar de la oferta gastronómica de food trucks que se completará con los conciertos de Maldito Duende que a las 13.00 horas harán un homenaje a Héroes del Silencio. Les tomará el relevo alas 14.45 horas In Wolf We Trust, un grupo cántabro que bebe directamente de las fuentes del rock. Maneras de Vivir cerrará las actuaciones a las 16.30 horas.
Tras el derroche de honestidad y el sonido callejero de Rosendo, las primeras filas serían tomadas por otro público, algo más joven pero también con mayoría de nostálgicos. Los seguidores de Loquillo se cuentan por legión, y pese a que se trataba de la tercera visita a la región en apenas un año, no faltaron a la cita. El Loco nunca defrauda, y a pesar de algunos leves traspiés al comienzo, las tablas del artista son capaces de solventar sin despeinarse hasta un enredo de estribillos en ‘Besos robados’.
Su forma de plantear el concierto podría definirse como un viaje a los orígenes, pues arranca con canciones de su último disco –‘Salud y rock and roll’, ‘A tono bravo’– y va retrocediendo en su trayectoria, en un recorrido casi cronológico por las diversas etapas de su evolución personal. Como curiosidad, la sombra de Sabino Méndez no aparece hasta la novena canción, ‘El rompeolas’, tras casi una hora sobre el escenario. Claro que a partir de ahí esa sombra se va alargando, a medida que crece la complicidad con un público que paladea las canciones más nuevas, pero se desata con los clásicos de los ochenta: ‘La mataré’ desata el delirio colectivo, y a partir de ahí todo son himnos: ‘Ritmo de garaje’ –con actualización de letra incluida: ahora es «tu hija» en lugar de «tu madre» la que «me mira mal»–, ‘Esto no es hawaii», ‘Rock and roll star’ –donde el artista no canta el estribillo– y la cima del rock nacional, ‘Cadillac solitario’. «Yo para ser feliz quiero un camión», cantaba Loquillo por enésima vez, pero seguramente Sabino Méndez corregiría que «yo para ser feliz quiero un longseller».
Pero cada actuación es, además, una confesión de fe: su devoción por Johnny Cash asoma en ‘El hombre de negro’, y la que siente Willy DeVille en ‘Rock suave’, una de sus canciones más características y a la vez más impopulares. De regalo, una versión de Alaska y Dinarama, un ‘Rey del glam’ que bien parece escrita para el impagable Igor Paskual, quien junto a Josu García se ha apropiado de tal manera del repertorio de Loquillo que han acabado por hacerlo suyo a fuerza de arreglos que matizan cada tema. Si además Mario Cobo saca todo el partido a su slide guitar, no podría haber mejor compañía para un cantante que en escena tira de chulería para echarse un par de pitillos, degustar un whisky y hasta cantar fuera de escena ‘Carne para Linda’. Como colofón, los mensajes de un crooner que nunca se esconde: «Somos tu banda de rock and roll español» y «Desde Barcelona Ciudad sumamos, no restamos».
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