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Colombia es música. Música en el más amplio sentido. Ritmos tradicionales que impregnan su cultura y su sonido diario, más allá del concepto ‘folclore’, porque la cumbia, el vallenato, la carranga, el porro, la salsa, los ritmos llaneros, la marimba del Pacífico y los ritmos ... africanos son parte natural de su día a día. Es la base y el condimento imprescindible para muchas de sus bandas y solistas. Escuchar vallenato o salsa o cualquiera de esos otros ritmos no es una excepción para la fiesta del pueblo o una manifestación de las tradiciones; es Colombia y es la rutina musical de los colombianos.
En esa tierra también están enamorados del tango -para algo Gardel murió caído del cielo en Medellín- y perderse en algún ‘tomadero’ de Cali puede mostrarte coplas y versiones que ni se sueñan en España. Pero eso daría para un tratado de muchas páginas y horas de escucha. Lo que te proponenos aquí son algunas de las bandas o solistas que reflejan, apenas una pincelada, la rica y diversa creación musical de un país que es algo más que el tropipop, la guerrilla o los ´Narcos`de Netflix.
Arrancamos con Edson Velandia, quien precisamente está por Europa de gira con dos proyectos. En París present una sinfonia 'Municipal#8 y en Berlín Viena, Toterdan, Barcelona (26 y 27 de octubre) y Santander (28 de octubre en La Sirada Poética) mostrará su trabajo El Karateka
Empezamos por Edson Velandia porque aúna un poco de todo lo que esconde la creación colombiana: cantautor, bandas de rock, música tradicional y, sí, sinfonías clásicas reinventadas. Velandia ha hecho música para cine, teatro, funciones infantiles y para adultos. Puso al rock colombiano patas arriba y buceo en la idiosincrasia musical y oral del departamento de Santander. Ahora ha estado en París, Barcelona o el Santander de aquí (Cantabria). Edson Velandia se dio a conocer con Cabuya, una agrupación que “fusionaba” músicas colombianas y las conectaba con el hoy. Su nombre también está ligado a Gestus y PFU en Collor, Santacruz, Poema del Desorden, Velandia y La Tigra, La Velandia Bin Ban o Velandia y su Orfestra.
“Para mí evolucionar es vivir siempre en riesgo. Volver a poner todo sobre la mesa y si me estrello, me estrello”. Esta frase de Edson define bien el pulso artístico quien para huir de ‘etiquetas’ terminó por inventarse su propio sonido: el ‘rasqa’, que “tiene que ver con lo campesino del mundo entero”.
Es la banda más importante e influyente del sonido jamaiquino en Colombia. A su frente, Javier Fonseca y Pablo Araoz, que empezaron en la onda rude boy en torno a 1996 y en 1998 se dedicaron a componer reggae en forma y a constituirse como la punta de lanza de la batalla rasta en el país. Su primer trabajo titulado ‘En lo profundo’ fue lanzado en el 2004 con una de sus canciones más coreadas, “Legal”, dedicada a la hierba sagrada. Han participado en festivales como el Rototom Sunsplash, el Reggae Sunsplash y el Reggae on the River, tres de los más importantes festivales de reggae del mundo y están detrás de las citas colombianas de esta música.
Bomba Estéreo nace de una química instantánea y contundente entre el proyecto experimental creado por Simón Mejía, Simón Hernández, el DJ Fresh y Li Saumet, cantante de una banda de champeta punk llamada Míster Gómez in Bombay.
El grupo fusiona la música electrónica, el rock, el reggae y el rap con aires de la región Caribe como la cumbia y la champeta. Uno de sus álbumes más importantes es `Estalla’ (2009), en el que se sumaron Julián Salazar y Kike Egurrola, dos animales salvajes. A partir de su presentación en el LAMC de Nueva York en 2009, Bomba se convirtió en el referente más brillante del nuevo folclor latinoamericano en el mundo. ‘El alma y el cuerpo’ o ‘Qué bonito’ (2014/2015) les convirtieron en un referente generacional en Colombia. Su último trabajo es ‘Ayo’ (2017)
Para hablar de Chocquibtown habría que hablar primero del Chocó, una de las zonas más olvidadas de Colombia. El rico Pacífico colombiano, donde el Estado mira a los recursos que explotar y pasa por encima de sus gentes. Una situación de abandono que se remonta a la era colonial. Ahí surge esta banda cuya música denuncia y protesta pero también celebra la energía ritual y milenaria de la Colombia más afro. ‘Pescado envenenao’, ‘Somos Pacífico’ y ‘El bombo’ pusieron altavoz a una realidad que reclamaba reconocimiento y soluciones para El Chocó.
En su ritmo hay hip hop, marimba de chonta, la sangre de Niche –‘El grupo’ caleño de salsa-, hay chirimía y currulao, hay jazz y blues. Hace quince años, eran tres números más y hoy han ganado varios Grammy y han cantado en la Copa América. “Transitan de la rumba a lo profundo, del pop al folclor, de lo romántico a lo guapachoso, de lo afrocolombiano, urgido de símbolos contemporáneos, a lo universal. (…) Son mensajeros de una identidad sonora, y también de las contradicciones insólitas de un país abatido pero movido por el poder de su gente, ese recurso que es, finalmente, nuestro verdadero oro”, como les define Noisye.
Su propuesta involucra géneros como el jazz, el pop o el swing. Cuando presentaron su primer disco, en 2012, había más de un millar de personas en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo cantando de memoria las canciones de ‘Hecho a Mano’. Antes fueron las presentaciones menores en matrimonios, fiestas empresariales y cócteles locales en Bogotá. En 2009 los galardonaron con un Premio Jóvenes Talentosos de la Música (2009) de la Alianza Francesa y otro en el concurso Urock Universia (2010).
A fines de 2010, el grupo comenzó a componer las primeras canciones, entre las que grabaron ‘Ton Silence’ y ‘Swing with me’. Monsieur Periné se convirtió en un fenómeno, 'suin a la colombiana', en clásicos instantáneos como ‘La Muerte’ o ‘Suin romanticón’, un auténtico “cancionero inclasificable que en vivo detonaba una celebración al realismo mágico”. A su frente, la hipnótica personalidad de Catalina García y tras su nombre ‘Las partículas elementales’ de Michel Houellebecq.
“¿Cómo suena una tarde a las orillas del Río Timbiquí cuando la marimba y los tambores se apoderan del silencio en medio de la selva colombiana?” Así se presenta esta orquesta que arrancó en el años 2000 y está conformada por 11 músicos afrodescendientes que han retomado el conocimiento musical empírico del Pacífico colombiano y lo han fusionado con elementos de la música urbana contemporánea: el resultado una sonoridad centrada en la raíz negra del litoral pacífico que mezcla la marimba de Chonta, los cununos y el bombo folclórico con el rock, el pop y funk; la guitarra eléctrica, rhodes, teclados Hammond y sintetizadores. Su propósito es conectar su sonido con otras culturas, países, músicas y contextos, como un ejercicio de música viajera y permanente aprendizaje. Herencia de Timbiquí deja en claro que la tradición no es una obra de museo sino que se enriquece al fusionarse con otros elementos
Puerto Candelaria se definen a sí mismos como “la propuesta musical más atrevida, controversial e innovadora de los últimos tiempos en el país. Una explosión sonora que ha traspasado las fronteras, ha burlado los esquemas y ha trazado un camino para la escena musical independiente en Latinoamérica”.
Lo cierto es que son un lugar imaginario y a la vez real donde no sólo existe la música, sino que el teatro, la danza y el humor son los efectivos recursos que usan sus 6 integrantes para “exponer ácida y burlonamente el absurdo que es Colombia”. Entre 2011 y 2014, con la aparición de los álbumes ‘Vuelta canela’, ‘Cumbia rebelde’, y ‘Amor y deudas’, la banda dio un giro radical hacia el humor verbal. ‘Muerta’, ‘La fiera y la homónima ‘Amor y deudas’ se convirtieron en tres canciones fundamentales de la banda sonora de las llamadas “nuevas músicas colombianas”.
Ellos dicen que son música para gente curiosa. En Europa son editados por Soundway y se han convertido en uno de los grupos más transgresores en el rock experimental y la nueva música colombiana. La banda de psicodelia tropical está liderada por el guitarrista y cantante bogotano Eblis Álvarez y su música mezcla ritmos modernos y antiguos y rompe las barreras del sonido con mucha distorsión.
Surgieron en Bogotá en el año 1998 con un sesgo experimental que con el tiempo se convirtió en un combo de directo de cumbia, vallenato, chucuchucu (género popular colombiano), salsa, rock y música electrónica. Un estilo muy peculiar que los propios Meridian Brothers definen como salsa desventurada, balada independiente o cumbia atonal.
Y para seguir curioseando algunos nombres más: el León Pardo, Acid Yesit, Sidestepper, Systema Solar, Bambarabanda, Curupira, Frente Cumbiero, Mojarra Eléctrica, Pernett, Odio a Botero…. La lista es casi infinita.
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