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'Tubular Bells' es, para la inmensa mayoría, la música de 'El exorcista', esa intrigante y obsesiva melodía con notas de campanas, que remite a ... una nana macabra. El director William Friedkin se encontró con el tema de casualidad, revolviendo en los archivos de Warner Music tras haber desechado la partitura encargada a Lalo Schifrin. La pieza, apenas cuatro minutos de la banda sonora, era solo una pequeña parte de un álbum compuesto por un músico que tocaba todo lo que se le pusiera a mano.
Mike Oldfield tenía 19 años cuando grabó 'Tubular Bells'. Necesitaba apaciguar la angustia que arrastraba después de una infancia solitaria condicionada por el alcoholismo y la enfermedad mental de su madre. En su autobiografía, 'Changeling' (2007), habla sin tapujos de sus problemas familiares, sin los cuales no se entienden el abuso de ciertas drogas, su timidez enfermiza y unos ataques de pánico que solo apaciguaba en el estudio de grabación.
El disco llegó a las tiendas el 25 de mayo de 1973 y fue el primer lanzamiento de Virgin Records, la discográfica creada por Richard Branson y origen de un imperio empresarial que saltaría a la aviación y a los viajes aeroespaciales. Un documental de Julian Rodd con el actor Bill Nighy como narrador llega este jueves 25 de mayo a los cines españoles para conmemorar medio siglo de uno de los discos más influyentes y populares de todos los tiempos.
El álbum instrumental más vendido en la historia del rock sigue sumando 100.000 copias anuales tras haber despachado 17,5 millones durante estos años. Nació en la era del rock progresivo y anticipó la música new age que vendría poco después. Era una fascinante pieza de música pastoral de casi 50 minutos, apenas dos canciones, fruto del empeño y el talento de Michael Gordon Oldfield (Reading, Inglaterra, 1953), experimentado músico de estudio pese a su juventud (dejó la escuela a los 14 años) que había sido guitarrista de Kevin Ayers.
Ninguna discográfica quería saber nada de la maqueta de una larguísima pieza instrumental, grabada en un pequeño magnetófono estéreo Bang & Olufsen. Hasta que Branson le dejó trabajar en The Manor, un estudio en mitad de la campiña en Oxfordshire. Dice la leyenda que Oldfield tocó veintidós instrumentos durante siete días en los que grabó más de 2.000 cintas. Después ensambló los fragmentos durante nueve meses aprovechando las horas en las que no había nadie trabajando en la mesa de 16 pistas. Virgin hasta entonces se limitaba a vender discos por correo y en una tienda del Soho londinense, pero gracias a 'Tubular Bells' se convirtió en la discográfica independiente más exitosa... que Branson acabó vendiendo a EMI.
Como bien recuerda el documental, 'Tubular Bells' fue para mucha gente el primer disco que compró en su vida. Escucharlo era una experiencia, recorrer la complejidad de su arquitectura sonora, que transitaba de la épica y la pomposidad al recogimiento de Debussy. Folk, rock, música clásica, todo mezclado. Oldfield discutía con Branson, que exigía voces humanas en el disco y no entendía por qué no había batería. El compositor introdujo sonidos guturales, como de cavernícola, y el célebre recitado del cómico Viv Stanshall con solos de todos los instrumentos que intervienen, entre ellos, las campanas tubulares.
'Tubular Bells' nació en una época en la que los ordenadores y los samplers todavía no habían penetrado en la industria musical. Precedió a 'Bohemian Rhapsody' de Queen y a 'I'm Not In Love' de 10cc, canciones que ahora se consideran las grandes obras maestras del sistema de grabación multipista. Como se cuenta en el documental, Branson convenció al remiso Oldfield para que interpretara en vivo el disco regalándole el Bentley en que iban montados mientras lo discutían. El empresario, que bautizó su primera nave espacial 'Tubullar Bells 1', no acabó muy bien con el guitarrista y la secuela del álbum en 1992 la editó ya otra compañía.
Por desgracia, la película de Julian Rodd no cuenta con los testimonios de Mike Oldfield ni de Richard Branson y se detiene durante demasiado tiempo en los ensayos de un espectáculo de ballet de hace un par de años basado en el disco. Oldfield tiene 70 años y vive en las Bahamas desde 2009 tras haberle vendido su casa de Ibiza a Noel Gallagher, de Oasis. Se ha casado en cuatro ocasiones, tiene siete hijos y da vueltas a una cuarta entrega de 'Tubullar Bells'. No entrega un gran disco desde 'Amarok' en 1990.
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