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Pequeño, muy pequeño se quedaría el auditorio del Centro Cívico Tabacalera para recibir al norteamericano Ben Vaughn: unas cincuenta personas se quedaron fuera de una sala con aforo para dos centenares de afortunados. Claro que la expectación estaba más que justificada para el regreso –sus ... últimas visitas habían sido a Liérganes– del «retro-rocker», como se presenta en las redes, que esta vez venía sin banda. Aunque, realmente, no se la echó de menos. Con su guitarra, su armónica, una sonrisa y su nutrida colección de gestos y poses se basta para llenar el escenario un Ben Vaughn que lo mismo es capaz de hacerse sus propios coros, o los arreglos de metal en plan beatbox, que de arrancarse por peteneras.
Canción de autor pero sin dejes de cantautor, su sonido explota el rock clásico pero con un espíritu nuevaolero: ritmos acelerados, fusión de géneros y, sobre todo, unas letras muy quedonas que son ironía pura, como la deslumbrante 'Miss me when I'm gone'. Que, por cierto, gana mucho en acústico, sin los mariachis del estudio. Pero es que Vaughn juega con la gran ventaja de una dicción clarísima y reposada, de manera que su inglés resulta absolutamente comprensible para los duros oídos ibéricos. Aunque el músico, por si acaso, había preparado una sorpresa: una canción en español, que aseguró acabar de componer. La letra decía: «Hola amigos, me llamo Benjamín (…) Soy de Nueva Jersey como Bruce Springsteen (…) Conduzco un Rambler sedán del 65. ¡Viva Google Translate, la muerte del lenguaje!». El público se rompía las manos.
Con algún rescate ochentero –'Tantalize' ha envejecido muy bien, quizá por su toque clásico, y 'Shingaling with me' es atemporal, sobre todo si la utiliza para poner a cantar a la concurrencia–, en realidad Vaughn no mira demasiado atrás, porque el grueso del repertorio sería de las dos últimas décadas. Se echó de menos la reciente 'Wayne Fontana was wrong', pero claro, ¿cuál quitas?
Cuando se arrancó con 'New Jersey Rock'n Roll', un espontáneo le gritó «¡Tú eres el Boss!». Pero la gran sorpresa llegaría en los bises: Vaughn también tiene hits pop como para reventar las radiofórmulas. 'My first band' es un pildorazo tan enérgico como nostálgico, un vistazo irónico y autobiográfico «back in 1967». Así que sus palabras fueron proféticas: no se había ido todavía, y ya le echábamos de menos. Vamos, que cuando se despidió con un instrumental –¡de armónica!–, después de poco menos de una hora, daban ganas de seguirle a León, a Madrid, a California o donde quiera que le lleve su gira.
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