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Lola Gallardo
Santander
Jueves, 5 de julio 2018, 07:25
El maestro Juanjo Mena (Vitoria, 1965), uno de los directores españoles más reconocidos del circuito internacional, ensaya estos días en el Palacio de Festivales el concierto inaugural del Encuentro de Santander Música y Academia de la Escuela de Música Reina Sofía. Un repertorio exigente y ... complicado que prepara con ilusión y que se podrá escuchar el sábado en la Sala Argenta (20.30 horas). En el camerino del Palacio recuerda su primer contacto con la música: «mi vida es música desde que con siete años apareció en mi clase un señor con una flauta». Ahora se toma un tiempo de reflexión tras cerrar una etapa como director titular de la BBC Philarmonic porque necesita tiempo para pensar y disfrutar de la familia y sabe «que las orquestas llegarán». Y es que este músico lejos de pensar que está en su mejor momento profesional está convencido de que sus mejores 25 años «están por llegar».
–Viene a Santander para dirigir el concierto inaugural del Encuentro de Santander ¿cuál será el relato?
–Es un placer volver a Santander y hacerlo con la Escuela de Música Reina Sofía y el Encuentro de Santander, el proyecto de Paloma O'Shea. El programa es muy intenso y exigente. Primero acompañaremos a Martín García, uno de los grandes pianistas de la escuela, de la que salen muchos que luego los veo tocar a nivel profesional. Comenzamos con Rachmaninov, una pieza muy expresiva. La segunda parte es Debussy, un guiño del Encuentro al centenario de su muerte. Hemos elegido 'La mer', una pieza de referencia del compositor. Han sido dos días muy duros de trabajo, porque hacer entender el repertorio de Debussy es muy difícil. Y por último Stravinsky, un músico muy relacionado con Rachmaninov, con el que cerramos el círculo. Es un programa equilibrado, relacionado y tremendamente exigente.
–Y dirigirá a la Orquesta Sinfónica Freixenet del Encuentro de Santander. ¿Cómo son los ensayos?
–El primer día fue un shock para ellos. Son proyectos bonitos e interesantes pero que necesitan paciencia y sus tiempos para que los jóvenes músicos se amolden a tocar con gente que no conocen.
–¿Qué le parece la filosofía del encuentro de reunir a grandes maestros con jóvenes músicos?
–Yo recuerdo los inicios de estos encuentros, en los primeros años ochenta, con la Joven Orquesta Nacional de España. Venían profesores de Europa para enseñar a los jóvenes. Hoy, cuando miro a estos jóvenes pienso ¡no sabéis lo que tenéis! Es un mundo nuevo. La conexión de los jóvenes con los maestros es muy interesante. Cuanto antes un joven pueda conectar con un gran solista, un gran músico, mucho antes verá la puerta correcta a seguir. Si no conocen a los grandes maestros no ven por dónde hay que ir.
trabajo
–¿Cuándo descubrió su pasión por la música?
–Soy de un barrio sencillo de Vitoria y mis padres no tenían ninguna relación con la música, pero decidieron llevarme a un colegio que estaba tres manzanas más lejos porque tenía más actividades extraescolares. Y con 7 años apareció en mi clase un señor con una flauta, acerté las notas y me preguntó si quería cantar en el coro. Ha sido un hecho fundamental en mi vida que nunca olvidaré porque además aquel señor lo hacía de manera desinteresada. Luego llegó el Conservatorio...
–¿Y en qué momento supo que quería dedicarse profesionalmente a la música?
–No tengo un momento concreto en el que digo ¡oh, esto es lo mío! Yo cantaba y tocaba instrumentos y con 16 años me puse a dirigir mi primer coro de niñas. Cuando llegó el momento de decidir qué estudiar, pensé que no podía hacer otra cosa que no fuera música.
–¿Y por qué director?
–Cantaba como solista, tocaba instrumentos, acompañaba al coro... y el director del coro pensó que como tenía más formación que el resto me podía apuntar a las clases de dirección. Empecé con cien niñas de 8 a 14 años, y lo aprendí todo. Empecé a saber lo que es la dirección, un intercambio de energía con el grupo que tienes delante. Después estudié director de orquesta en Madrid. Mi vida es música desde que con siete años apareció en mi clase un señor con una flauta.
–Acaba de cerrar una etapa al dejar BBC Philarmonic, ¿cómo han sido estos años?
–Ha sido una época intensísima. La BBC Philarmonic hace en Inglaterra tres programas por semana cuando una orquesta española hace uno. He aprendido muchísimo pero el nivel de exigencia ha sido muy grande. Las orquestas tienen sus tiempos y algunas personas me han preguntado que por qué me voy, pues porque es el momento. Es muy raro que un director esté mucho tiempo con una orquesta, porque al final hay un agotamiento entre ellos y yo. Era el momento.
la juventud
–¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?
–La agenda está prácticamente cerrada hasta 2022. No se puede coger más si quiero ver a mi familia y a mis hijos. Ahora tengo que tomarme tiempo para pensar, porque cuando has trabajado con una orquesta de gran nivel no quieres dejar ese nivel y si tengo que esperar, esperaré. Mi siguiente orquesta tiene que ser de este nivel o incluso mejor.
–¿Tiene el nombre de alguna orquesta en la cabeza?
–Han llegado algunas ofertas pero que no son lo que estoy buscando ahora. Puedo escoger dónde quiero estar y con quién quiero trabajar. Hay ofertas en Europa y América, algunas muy interesantes, pero no tengo ninguna prisa. Las orquestas llegarán.
–¿Cómo concilia un director de orquesta?
–Los directores vivimos dos vidas, la de músico y la de familia. Ahora he estado dos semanas en casa y procuro viajar con ellos siempre que puedo. En verano reservo tres o cuatro semanas para ellos. Podría estar trabajando todas las semanas del año, pero hay que saber decir no. Hay gente que no sabe, yo gracias a Dios he tenido una familia que me ha marcado una línea de querer estar con ellos. Muchos directores se agotan, yo no.
–Si ama la música, entiendo que le resulte difícil decir no.
–Lo es. Recuerdo la primera vez que lo dije. Me llamó la Royal Concertgebouworchestra de Amsterdam para una sustitución. Era la única semana que había dejado libre ese año. Miré a mi mujer y ella con la mirada me dijo ¿no estarás pensando en decir sí? Acababa de llegar de Boston. Dije que no, porque no era el momento. Si me marcho dejando este conflicto personal en casa no iba a dirigir bien.
–¿Está en su mejor momento profesional?
–Creo que los mejores momentos vendrán en el futuro. Cada vez sabemos más y tenemos más experiencia Yo hago lecturas de obras hoy y pienso cómo puede hacerlo de otra manera hace diez años... Hay gente que se agota demasiado pronto, que es lo que me preocupa de las generaciones de jóvenes músicos, que van muy deprisa para llegar arriba y se dan unos castañazos terribles. Yo soy de largo recorrido y mis mejores 25 años están por llegar.
–¿Qué se necesita para crear una gran orquesta?
–Las bases son los instrumentistas, pero con eso solo no vale. Hace falta una buena gestión musical. Las instituciones deben estar gestionadas por buenos profesionales de la música. Vengo ahora de la Boston Simphony y es una orquesta feliz. Es un proyecto perfecto por festivales, sala y público, que los adora. Entran buenos músicos, no los amigos de... Todo el mundo es feliz.
el director
–¿Qué lecciones ha aprendido de la música?
–Me ha hecho humano. Me ha mostrado vivencias, sentimientos y explosiones internas. Pero a la hora de hacer música, se crea en cada instante. Cualquier obra es distinta. La música me ha enseñado a buscar más. Es un trabajo humanístico, que te pregunta qué haces tú aquí.
–¿Tiene alguna manía antes de salir a dirigir?
–Manías no, tengo una enorme disciplina de trabajo. Me levanto a las seis de la mañana a estudiar para ir por la mañana al ensayo o al concierto a tope. Comer bien y descansar. Intento no distraerme con toda la parte social de esta profesión. Nuestra vida es estar solos y en la soledad entramos en la música.
–Si tiene que elegir un instrumento, ¿cuál es y por qué?
–Mi instrumento es la voz, aunque he dejado de cantar. La vida es respiración, debemos escuchar más a nuestro cuerpo. Si no sabes escuchar tu respiración no puedes trabajar con músicos enfrente.
–¿Qué cualidades debe tener un buen director?
–Sin duda conocimiento musical, pero también saber escuchar. Dirigir es intercambiar energía, escuchar al otro e interrelacionarte con él.
–¿Ha inculcado su pasión por la música a sus dos hijos?
–Mi hija Clara es violinista y canta en un coro, mi hijo Alain es clarinetista y mi mujer es pianista. No podía ser de otra manera, pero ellos decidirán.
El maestro Juanjo Mena dirigirá el sábado el concierto inaugural del Encuentro de Santander Música y Academia en la Sala Argenta del Palacio de Festivales (20.30 horas). Enfrente tendrá a la Orquesta Sinfónica Freixenet del Encuentro para interpretar obras de Rachmaninov, Stravinsky y Debussy.
Juanjo Mena es uno de los directores españoles más interesantes de su generación. Estudió composición con Carmelo Bernaola y dirección de orquesta con Enrique García Asensio y Sergiu Celibidache. Ha sido director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y acaba de cerrar una etapa como director titular de la BBC Philarmonic. ¿El futuro? Está por escribir.
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