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Nando Agüeros, Mario Crespo y Nando Agüeros recuerdan a su amigo y referente Chema Puente.
Recuerdo a Chema siempre con su rabel. Como una extensión de su propio ser. Y ese recuerdo viene de lejos. Cuando yo comenzaba en el mundo de la música escuché ... por primera vez 'Santander la marinera'. Sería sobre el año 2000 y no solamente me impactó a mí, sino a toda una comunidad llegando a ser una de las canciones más bonitas y populares creadas en este último siglo en Cantabria. Recuerdo que en alguna ocasión le dije a Chema, medio en broma medio en serio, que hubiera dado la mitad de mi repertorio por haber escrito esa canción. Pero las musas quisieron cedérsela a él, seguramente por ese amor incondicional y profundo a Santander, a su querido Santander.
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Coincidí en innumerables ocasiones con él, una de las últimas en la 'Playuca de Mataleñas' –a la que también le escribió una preciosa canción– y me dijo, con ese humor serio que tenía: «Tú tenías que estar en Suances, no aquí». Tengo todos sus discos porque he sido un fiel admirador de su obra. Era un gran compositor, además de un estudioso, recopilador y difusor de la canción tradicional de Cantabria. Se enamoró del rabel a través de Pedro Madrid y le faltó tiempo para subir a Polaciones para aprender de los purriegos jotas, romances o tonadas.
Hace tres años le llamé para participar en el documental 'Tonadas de taberna' y aportó su visión del folclore de una forma sólida por su gran conocimiento sobre el tema. En un documental donde participan, entre otros, Aurelio Ruiz, Benito Díaz y Julián Revuelta, triste y recientemente fallecidos.
La última vez que le vi fue el 4 de abril, en el aniversario de Televisión Española en Cantabria, en un programa especial que se emitió desde el Palacio de La Magdalena y donde charlamos largo y tendido mientras esperábamos en uno de los salones del palacio. Con ese eso me quedo. Con el recuerdo de esa conversación desde Santander, tu Santander, con el olor del Mar Cantábrico, tu mar Cantábrico, hablando de canciones y de poetas y escuchando por última vez de tu viva voz esa canción que nació de tu alma y que ha conseguido lo que consiguen muy pocas canciones, hacerse inmortal en el corazón del pueblo. Hasta siempre, Chema.
Recibo con hondo pesar la noticia del fallecimiento de Chema Puente, a quien tuve el inmenso privilegio de tratar desde hace años. Participó en todos los encuentros de verano de la Casona de Tudanca, celebrados entre 2015 y 2019, inexplicablemente cancelados por quienes tenían la responsabilidad de propiciarlos y mantenerlos. A Chema le fastidiaba profundamente que las autoridades 'competentes' no velaran por la cultura, que es un valor en sí mismo, lleno de estímulos patrimoniales que sin embargo corren el riesgo de perderse.
Recuerdo su recital de rabel, en el bar de Tudanca, la tarde del primer encuentro, cuando tuvimos que refugiarnos allí por la lluvia. Ese rabel con antiguas tonadas que sus manos recuperaban de la autenticidad rural, en la espontánea reunión de amigos, en un ambiente que era el suyo, el más propicio, el del canto procaz, el de la vieja trova, el de la canción marinera. Y recuerdo su diálogo con Joaquín Díaz en el último encuentro celebrado, ante más de cincuenta personas. En Tudanca colaboraba con la asociación del valle que organizaba un festival cada verano. Pero, ¿con quién no colaboraba Chema? También con la revista 'Leñalmono'. Doy fe de su soberbia y desinteresada predisposición para cualquier tipo de colaboración y ayuda.
Todo impulso cultural que partiera de sus paisanos y tuviera propósito de enmienda llevaba su discreta bendición. Pienso que había algo de nostálgico en sus composiciones y en la manera como las interpretaba, acorde con su alma sensible. Y sin embargo creo que en estos momentos de pena le gustaría escuchar un canto alegre. Tuve la ocasión de asistir varias veces a su extraordinaria versión de 'La tierra de Alvargonzález' de Antonio Machado, que tanto le insistí que grabara. Nunca hablamos de política, por cierto, lo que prueba su grandeza: le interesaban los problemas de la gente y era reivindicador de constructiva contundencia. Sé que Chema me quiso y quiero que sepa que yo le quise y que ahora rezo una plegaria en su recuerdo. Por su tierra y por su canto. Adiós, querido amigo.
Con la misma discreción que anduvo caminando por la vida, se nos ha ido Chema Puente. Sin una palabra más alta que otra, sin un lamento, sin un 'no' por respuesta a quienes le solicitaban su presencia en un acto o sobre un escenario. Se nos ha ido, un señor, con mayúsculas. El que mejor captar el alma de su Santander querido, el que lo cantó con su gran conocimiento, el que lo cantó con más amor.
No ya sólo su famosa 'Santander, la marinera', una habanera elevada a la categoría de himno por sus paisanos. Las canciones que permanecen en la memoria de los santanderinos son las de Jorge Sepúlveda y Chema Puente. Porque Chema cantó a su Cueto querido, el popular barrio santanderino al que le han querido robar parte de su terreno bautizándolo como Valdenoja. Pero también cantó a la playa de Mataleñas o al Mercado de Esperanza.
Chema amaba, sobre todo, a Santander y a Cueto, lugar del que presumía de origen, con justicia. Colaboró con la Gala del Folclore Cántabro, desde sus inicios. Recuerdo actuaciones memorables, como la de 2008, en el Palacio de los Deportes, ante más de 7.000 personas, acompañado a la guitarra por Ramón Fernández –volverán a hacer buenos dúos, a partir de ahora que ya están juntos otra vez– donde interpretaron 'Esta noche ha llovido' y 'Luna pasiega', junto a 'Santander, la marinera'. O en 2014, donde ambos sorprendían a una sala Argenta a rebosar, en el Palacio de Festivales, con guiños a Andalucía y a los jándalos, con tres excepcionales obras como 'Baladilla de los tres ríos', de García Lorca; 'Hazme una cruz sencilla', de León Felipe, y 'Las tres hijas del capitán', sobre un poema de 'Pick'. Y, muy emocionante, su última participación, el año pasado, acompañado a la guitarra por Luis Mari Sánchez, interpretando 'Playuca de Mataleñas' y 'El mercado de la Esperanza'. Su última aparición en la Gala fue el 1 de marzo de 2023.
En 2015 le rendimos homenaje, otorgándole el Premio Proa, con otro guiño andaluz, con el 'Zorongo', de García Lorca y 'Los campanilleros'. Ese día, el 28 de mayo, la Gala del Folclore abrió con 323 pandereteras, sobre el escenario de la Sala Argenta y se cerró con todas ellas, acompañando a Chema, cantando a coro su inmortal 'Santander la marinera'.
Grande y, a la vez, humilde. Estábamos acompañando a la familia de Vital Alsar, durante su entierro, al pie del panteón de hombres ilustres de Ciriego. Le dije, al oído, que Vital, en el último instante de su vida, había pedido a su hija que le pusiera su canción. El gran navegante, dio el paso a la eternidad escuchando 'Santander la marinera'. Se emocionó, se le humedecieron los ojos y me dijo «estaría bien que la cantara ahora». Le respondí que, por supuesto. Ningún homenaje mejor para el marinero. Y Chema, con esa voz que le salía de dentro, de lo más profundo de su corazón, entonó, en homenaje póstumo a nuestro común amigo, su 'Santander, la marinera'.
Querido Chema, querido amigo, «Me tienes, a ti, atrapado / en una red invisible, / trincada al Barrio Pesquero / y a San Martín de la Mar / Siempre regresa tu brisa / a la luna, en la Bahía / y por lejos que te encuentres / tu faro siento brillar».
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