«La novela negra tiene que tener una parte delictiva y un gran poso social»

-Háblenos de la inspectora Camino Vargas.

-Yo buscaba una protagonista con fuerza. No quería la típica detective llena de traumas ni obsesionada con sus casos como abundan en este género. Así que he creado una inspectora sana, divertida y muy disfrutona. Una profesional que cuando tiene un caso se involucra al cien por ciento pero que cuando acaba su jornada, sea de las horas que sea, tiene vida más allá. Es una policía aficionada a los campeonatos de salsa, al ajedrez, que tiene un terrario de hormigas y que no atiende a las convenciones sociales lo que a veces la hace poco sensible.

-En esta novela invita a la reflexión sobre el consumo desmesurado de los productos cárnicos y, sobre todo, al tratamiento de los animales en la industria de la alimentación. ¿Le preocupa mucho este tema?

-A mí no me gustan los thriller sin más, me encanta que tengan un ritmo muy fluido, trepidante y adictivo de estos que quieras pasar las páginas sin parar para ver como sigue la trama, pero también que tengan algo más detrás, que nos animen a pensar sobre algún aspecto de la sociedad que me preocupe y sobre el que quiera posar la mirada y reflexionar un poco más. Por eso en mi anterior novela, 'Progenie', la primera que protagoniza Camila Vargas, el tema de fondo eran las presiones que aún imperan en las mujeres con respecto a la maternidad. Para esta he elegido un tema que socialmente cada vez está cogiendo más peso en España que es el trato que damos a los animales o como les cosificamos para obtener cualquier rentabilidad económica. Porque hablamos de consumo alimenticio y también de experimentación cosmética, de ocio o textil. Si nos paramos a pensar los productos que obtenemos de los animales están en cada parcela de nuestra vida.

-¿Qué escenarios visitará el lector de 'Especie'?

-En la novela se muestran distintos escenarios, desde un matadero hasta un santuario de animales donde los voluntarios que llegan allí han dejado de lado su vida para centrarse en darle un final digno a animales que han sido rescatados de un final mucho más cruel. A mí me parecía que había que dar a conocer este mundo y luego ya el lector se posesionará o no.

-¿Y cómo fue la investigación que siguió para dar a conocer estos lugares?

-Soy muy perfeccionista y además de consultar fuentes documentales intento entrevistarme siempre con especialistas en los temas que trato. En el caso de esta novela y hasta donde pude me metí yo misma. Entré en un matadero para ver todas las fases que se siguen y quizás lo más interesante y lo que más me marcó fue que pasé varios días en un santuario de animales conviviendo con personas que han consagrado su vida a esos animales. Puedo decirte que durante todo ese proceso a mí el cuerpo no me pedía comer carne.

-¿Por qué escribe novela negra?

-Siempre he sido una gran seguidora de este género, desde pequeña. Mi abuela era una gran fan de Agatha Christie y de las novelas de Sherlock Holmes, así que siempre le regalábamos libros de este tipo. Y detrás de mi abuela iba yo que empecé a aficionarme a este tipo de lecturas. Tenía tan interiorizadas las estructuras de estas novelas que cuando empecé a escribir me apeteció tirar por ahí.

-¿Qué ofrece la novela negra que no haga otro género?

-Creo que tiene muchos atractivos, desde el juego del escritor con el lector, que busca adivinar quien es el culpable pero que no lo conseguirá si la novela es buena. A mí ese retén intelectual tanto desde el punto de vista del lector como del autor me gusta. Así como la oportunidad de poder reflexionar sobre temas actuales y situaciones que nos gustan menos, algo que se pude dar en cualquier género, pero quizás en la novela negra hay que escarbar algo más para comprender la psicología humana y eso nos da más facilidades para reflexionar en temas de actualidad.

-Hay muchos tipos de novela negra incluso algunas que se venden como tal y no lo son. ¿En cual de ellos encajaría sus obras?

-Es cierto que existe un debate entre los más puristas y los que no lo son tanto. Para mí una buena novela negra tiene que tener una parte delictiva, por supuesto, y un crimen que hay que descubrir, ese reto del que hablaba antes y, por supuesto, un poso social. La novela negra que nació en sus orígenes con Hammett y con Chandler ya era una crítica a la sociedad de la época en la que se surgió y creo que es un elemento de reflexión que no se debe perder. A mí esos libros con mucho morbo y descuartizamiento sin venir a cuento tampoco me parecen novela negra.

-Usted ha sido premiada en certámenes como el Cubelles Noir, el de Relatos Policiacos Granada Noir y fue finalista del Premio Valencia Negra, Alfaguara Negra. ¿Hasta que punto son importantes este tipo de concursos para un escritor novel que desea publicar?

-No son la única, pero sí que es cierto que es una buena puerta de entrada que sirven a muchos escritores para darse a conocer. Yo siempre animo en los talleres y cursos que imparto a presentarse a premios, al menos a los que sé que son transparentes y honestos. También hay un buen número de editoriales pequeñitas con las que yo empecé que han servido ayudarme a conocer. En mi caso mi trayectoria se ha fraguado de escalón en escalón.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-Me gusta ser muy precavida en lo que respecta a los proyectos al menos hasta que no se han aprobado, pero es cierto que he cambiado mucho de género en los últimos meses pues he coordinado una colección de cuentos infantiles que saldrá publicada a finales de año y eso ha supuesto un cambio de chip en mi trayectoria que he disfrutado mucho. Y si la gente acoge bien a Camino en esta novela, me haría ilusión escribir una tercera entrega.