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Partiendo del planteamiento contemporáneo que asume la ruina como origen o punto de partida, 'El agua arrastró a los dorados leones', exposición que reúne el trabajo de nueve artistas, dialogará «sobre esas etapas o instantes de cambio o ruptura que según Walter Benjamin deben ... darse en la historia para que puedan entrar otros relatos disidentes y contrahegemónicos». Bajo ese epígrafe la nueva propuesta reunirá desde la próxima semana en el espacio portuario de la Nave Sotoliva a los artistas Teresa Correa, Gala Knörr, Itziar Okariz, Marina Vargas, Fernando Sánchez Castillo, Quique Ortiz, Cristina Lucas, Kepa Garraza, Léo Fourdrinier y Carlos Pazos, bajo comisariado de Adonay Bermúdez.
Todos ellos, creadores reconocidos y distinguidos que vienen protagonizando además propuestas rupturistas y con gran personalidad en el arte contemporáneo en sus comparecencias, en la mayoría de los casos, en galerías, centros de arte y museos, junto a intervenciones públicas, en ocasiones a modo de voces comprometidas. Desde el día 18 a enero de 2025 se exhibirá esta muestra, que será inaugurada el próximo viernes en la Nave Sotoliva, bajo la organización de la Autoridad Portuaria de Santander. Esta colectiva toma el testigo de la exitosa muestra de Victoria Civera exhibida este verano.
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César Díaz, presidente de la APS, ante la nueva cita, considera que se «demuestra la gran calidad de nueve artistas que comparten con nosotros un diálogo sobre los instantes de ruptura que deben darse en la historia para que puedan irrumpir otros relatos con los que cambiar la visión del mundo».
Con esta muestra, subraya, «cerramos una exitosa temporada expositiva en la Nave Sotoliva, que este verano ha batido su récord de visitantes desde su reapertura en 2022».
Durante estos meses, «hemos aprovechado también para incorporar importantes mejoras en el edificio tanto en la accesibilidad -acceso peatonal, nueva acera en la calle Varadero, en colaboración con el Ayuntamiento de Santander, actualización de la iluminación exterior- como en la difusión de las exposiciones que hemos celebrado en ella, de cartelería retroiluminada en el paseo de Varadero, a banderolas farolas, tótems...».
Para la nueva exposición se han abordado préstamos con el Museo Macba de Barcelona (que cede un vídeo de Carlos Pazos), Artium de Vitoria (escultura de Fernando Sánchez Castillo) y el Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao (Torso de Belvedere). Entre la nómina de artistas, una mayoría d elos cuales ha expuesto antes en Cantabia, destaca la presencia del santanderino Quique Ortiz. Los organizadores han proyectado la edición de un catálogo, diseñado por Sonia Higuera, que verá la luz durante la exposición. La APSadelanta que aprovechará el mes de enero, una vez clausurada la muestra, para renovar el sistema de climatización de la sala y dar paso a la nueva temporada.
A juicio del comisario, Adonay Bermúdez, la muestra colectiva manifiesta «la fragilidad o vulnerabilidad del ser humano y su entorno y supone una defensa de la cicatriz, huella o grieta que ha sido generada en el presente por hechos del pasado».
Los artistas que la integran «han recurrido a la antigüedad clásica -o a periodos posteriores con reminiscencias clásicas- para romper con arquetipos o modelos legitimados y proponer otras lecturas o narraciones más amables, inclusivas, plurales y feministas».
El proyecto parte de una reflexión de la ruina que vertebra toda la propuesta. En opinión de Bermúdez, «sería lícito aceptar la ruina como un artefacto de la memoria colectiva que se activa no solo como un ejercicio de nostalgia, sino también como una reflexión crítica sobre la construcción de la identidad. Al hablar de identidad colectiva, indudablemente hay que hacerlo también de memoria, a fin de cuentas los grupos sociales se constituyen y legitiman mediante relatos compartidos de su pasado», apunta. Y va más allá, la ruina «no es únicamente un objeto estático del pasado, es preciso entenderla como una herramienta dinámica que es utilizada por las sociedades contemporáneas para negociar su relación con el tiempo y su identidad cultural. La ruina, a pesar de su evidente estado de decadencia, es capaz de perdurar en el tiempo, convirtiéndose en un dispositivo atemporal». Y se pregunta: «¿Cómo es posible la reactivación de una ruina? ¿Cómo es posible llevarla al presente y, por consiguiente, lanzarla al un incierto futuro?». La ruina, concluye, «se entiende en muchos de los relatos contemporáneos como un origen, como un seductor punto de partida desde donde proyectar un hacer».
La muestra plantea, desde las identidades diversas de los nueve creadores, un fundamento reflexivo: «En un periodo histórico tal convulso como el actual en el que la sociedad ha llegado a un límite, se hace necesario volver al pasado para posteriormente reflexionar sobre toda una amalgama de cuestiones o conceptos como cambio, lucha, historia, memoria colectiva, vulnerabilidad, humanidad, resistencia o futuro».
Artistas como Sánchez Castillo, Pazos, Kepa Garraza o Marina Vargas han expuesto en proyectos y espacios diversos en Cantabria.
En el caso de Quique Ortiz (Santander, 1988) licenciado en Bellas Artes por la UPV/EHU y titulado Máster de Producción e Investigación Artística por la Universitat de Barcelona UB, vive y trabaja en Santander donde se mantiene en constante formación a través de la realización de actividades, cursos y becas relacionadas con el desarrollo, la investigación y la producción artística.
Ha realizado varias exposiciones individuales como 'No morder la mano que te da de comer' (2021), en la galería Juan Silió; 'Qué fama ni qué pollas, chaval' (2019) en Espacio Lateral, o 'ALF. Yet he is lord of all the animals' (2019) en el Centro Cultural Doctor Madrazo. Algunas de las colectivas en las que ha participado son 'Al aire. Una flecha que silba en el oído...' (2021), Centro Cultural Los Arenales; 'Proyecto 20/20 Frontera 40 (2020)', promovida por la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de Cantabria con la colaboración del Gobierno Regional.
En su proyecto artístico utiliza la pintura y el dibujo con un tratamiento figurativo de tinte realista orientado a crear imágenes de ambientes y atmósferas intimistas y misteriosas, en su mayoría escenas nocturnas en las que la oscuridad más negra se rompe con un especial tratamiento de la luz. Estas escenas inquietantes y ambiguas están producidas con una técnica propia y característica en la que pintura y superficie juegan, pincelada a pincelada, creando obras ágiles y muy cuidadas.
Su trabajo pone en cuestión temas como el tratamiento animal, la violencia, la desobediencia civil, la información que circula por las redes o la interpretación de las imágenes
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