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Nuevos territorios, nuevas gentes, ese mundo nuevo que emerge y deja su constatación más evidente en una abundante bibliografía que, bien a través de códices, bien en impresión, trasmitieron al Viejo Continente las novedades de un «territorio enorme e ignoto». En esa mezcla de geografía, cartografía, patrimonio, historia, testimonio y cultura entrelazados, muchas veces un pasado que parece presente, una historia que se antoja actualidad y espejo vivo, reside uno de los proyectos expositivos más singulares de los próximos meses.
Siempre con permiso de la evolución de la pandemia y el proceso de vacunación, la Fundación Caja Cantabria ha previsto a finales de primavera o en el arranque del verano abrir al público una muestra, bajo el epígrafe de 'Mundus Novus', de contenido eminentemente bibliográfico, que, a través de una treintena de piezas, algunas en edición facsimilar y otras en ediciones originales de gran relevancia y valor, realizan un viaje por las consecuencias trascendentes derivadas del descubrimiento del Nuevo Mundo. Será en la sede de la entidad el Palacio de la villa de Santillana del Mar, epicentro de numerosas muestras históricas en el pasado, de Ibarrolla a Gruber, de Alberto Corazón a Pablo Hojas.
El diseño expositivo es paralelo a la ingente muestra de arte precolombino que la Fundación Caja Cantabria y la Colección Pérez Trespalacios han desarrollado en los últimos años y que está pendiente de su apertura permanente al público en función de la evolución de la pandemia. La entidad espera abrir antes del verano 'Mundus Novus', de modo coincidente con el quinientos aniversario de la Conquista de México.
La muestra se articulará en cinco ámbitos: el primero de ellos relacionado con Cristóbal Colón y el Descubrimiento; el segundo, revisa varios de los códices coloniales realizados por los cronistas novohispanos; el tercero, los descubrimientos geográficos, con la conquista de nuevos territorios al sur y al norte y el desarrollo, parejo, de nuevas expediciones científicas; el cuarto ámbito, como reflejo de los dos grandes epopeyas, muestra la conquista del México Azteca y del Perú Incaico; y, por último, el nacimiento de la arqueología precolombina, a modo de nueva ciencia para el conocimiento de las grandes culturas indígenas.
La muestra se inicia así con dos joyas bibliográficas, síntesis del encuentro entre dos mundos: por un lado una reproducción facsímil del denominado Códice Maya Tro-Cortesiano, datado en el siglo XV, y por otro, una primera edición de Grammatica de la lengua castellana de Antonio de Nebrija, publicada en Salamanca en 1492 y, por lo tanto, un incunable de gran valor.
Las Capitulaciones de Santa Fe, con los acuerdos establecidos entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón; el Libro de la Primera Navegación que contiene la transcripción que Fray Bartolomé de las Casas hace, con su puño y letra, a mediados del siglo XVI, del diario original escrito por Cristóbal Colón en su primer viaje a las Indias, en donde aparece la famosa glosa «hallan ya tierra». Y el Libro Copiador en el que se recogen las cartas enviadas por Colón a los Reyes Católicos con información de las vicisitudes de sus diferentes viajes. Todos marcan el inicio del relato expositivo, en el que existe una especial referencia al marino cántabro Juan de la Cosa.
Junto con esta información se muestran las Cartas de Indias, obra editada en 1877 por el Ministerio de Fomento en Madrid, imprenta de Manuel G. Hernández, que se considera «un texto raro, muy apreciado entre los estudiosos de la historia colonial».
Los códices coloniales son documentos producidos en el área de México después de la Conquista española en el año 1521. Representan una continuidad en la tradición de registro de aquellos sucesos importantes para los pueblos indígenas y reflejan el imparable proceso de mestizaje cultural. Todos los documentos mestizos que se realizaron entre los siglos XVI y XVIII en la Nueva España incorporan temáticas indígenas e intentan adaptar la iconografía mesoamericana a la sensibilidad europeizante de la sociedad novohispana.
Entre los más significativos se muestran, en las mejores ediciones facsímil, el Códice Tudela, el Códice Veytia, el Códice Florentino, el Códice Pomar y la Relación de Michoacán.
El siguiente ámbito recoge las grandes expediciones científicas españolas. En el siglo XVIII, con la llegada de la dinastía de los Borbones a España, el número de expediciones científicas es inmenso y de diversa índole. Hubo exploraciones marítimas e hidrográficas donde los buques se convirtieron en «laboratorios flotantes». Se hicieron aportaciones cartográficas de alta calidad, expediciones astronómicas y geodésicas. Entre ellas, destaca por su significado e importancia la abordada por la Academia des Sciencies de París con participación española. En 1734 dos jóvenes marinos españoles, Antonio de Ulloa y Jorge Juan y Santacilia, son comisionados para encabezar la participación española en la expedición geodésico-astronómica del naturalista francés La Condamine a Quito. Una expedición organizada por la citada Academia francesa para determinar con exactitud la magnitud y forma del planeta. Su obra 'Observaciones astronomicas, y phisicas hechas de orden de S. M. en los Reynos del Perú / por D. Jorge Juan y Santacilla... D. Antonio de Ulloa... de las cuales se deduce la figura y magnitud de la Tierra y se aplica a la navegación» es un texto de trascendencia histórica y científica. La belleza de la impresión y de los numerosos grabados y láminas desplegables «enriquecen esta magnífica obra».
Acompañándola, las principales obras bibliográficas del siglo XVIII que referencian las exploraciones tanto de los territorios del norte, con la Florida y California, como los nuevos espacios del sur, con Venezuela y el Orinoco, junto a compilaciones cartográficas inéditas en su época que contribuyeron de forma decisiva al conocimiento geográfico del Nuevo Mundo.
La Conquista del Imperio Azteca por Hernán Cortés y del Imperio Inca configuran las dos grandes Epopeyas del Nuevo Mundo: cuatro obras excepcionales, que fueron punto de partida de la historiografía posterior, recogen las luchas civiles y de conquista que terminaron con el fin de la supremacía azteca e incaica.
En la de México, las dos obras de referencia ineludible, son: La Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés, editada en México en 1770, que fue compilada y anotada por el arzobispo de Nueva España, Francisco Antonio de Lorenzana; y la magna obra de Antonio de Solís y Rivadeneyra, 'Historia de la conquista de México, población y progresos de la América Septentrional', conocida con el nombre de Nueva España, publicada por vez primera en Madrid en 1684.
En el caso de la Conquista de Perú, los Comentarios Reales de los Incas y su continuación, la Historia General del Perú, publicadas en 1722-23 y escritas ambas por el Garcilaso de la Vega,'el Inca'.
Por último, se da cabida a una referencia obligada a las exploraciones arqueológicas. Generalmente los cronistas novohispanos «no desarrollaron interés por los vestigios arqueológicos y sólo hicieron referencia a ellos como corolario de su labor evangelizadora». Aun así, sus informaciones de primera mano merecen ser destacadas como las primeras descripciones de ruinas americanas en los textos del mundo occidental. Pasada la época colonial, el despertar de la arqueología americana vendría de la mano de visitas de interés científico, no exentas de romanticismo. Entre las publicaciones exhibidas cabe destacar la obra de John L. Stephens Incidents of travel in Yucatán, publicada en Londres en 1843, en la que se da a conocer al mundo las ciudades mayas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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