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Un cuaderno, un bolígrafo, una pelota, un pincel, una acreditación, una botella de agua y un programa repartido con colores. El símbolo azul es un ... pasaporte a las aulas. El rojo lleva a la Máquina Transformadora. No es peligrosa, se especifica. Y café en todos los espacios.
Con el viento sur haciendo bailar la bahía de Santander, el Centro Botín es el marco donde trazar rutas en torno al 'poder transformador de la creatividad'. Ese es el eje del II Encuentro Internacional: Artes, Emociones y Creatividad que comenzó ayer. Y la palabra encuentro no tiene nada de casual.
En el campo del arte, la suma de disciplinas, visiones y perspectivas contribuye a evolucionar al artista y sus resultados. La institución cántabra, de la mano de la Universidad de Yale, ha convocado a especialistas internacionales, a cuya llamada han respondido dos centenares de personas, pues «la colaboración toma forma de muchos modos», señaló Zorana Ivcevic.
La investigadora científica del Centro de Inteligencia Emocional de Yale recordó que la colaboración entre ambas entidades se fraguó «cuando este edificio era solo una idea». Y tener una idea es «parecido a fantasear», por eso «queremos fomentar el uso de las habilidades para transformar esas ideas».
La creatividad no es solo pensar, también es hacer y en ese proceso, con altibajos, se originan las emociones, explicó Ivacevic. Con este planteamiento, el programa del Encuentro ha incluido sesiones teóricas de la mano de investigadores, pero también talleres colectivos en los que experimentar. Como el almuerzo creativo que sumó al menú alimentos que, a lo largo de su vida hayan tenido significado para los ponentes. Sobre mesas redondas de relucientes manteles blancos se repartieron distintos productos, locales y exóticos, en los que, de nuevo, pudieron encontrarse los asistentes, con el sabor como estimulador de las emociones.
Previamente, la psicóloga polaca Aleksandra Zielinska abrió las ponencias invitando a «domar» el proceso creativo a partir de una pregunta aparentemente sencilla; ¿cómo crean las personas?.
A la romantización del hecho creativo se contrapone la realidad del arduo trabajo que supone. Bosquejar, abordar el bloqueo o la frustración, buscar caminos alternativos son pasos a dar tras el nacimiento de una idea. «Mucho que gestionar y mucho esfuerzo práctico».
Previsión, expectativas, ejecución, gestión de objetivos, regulación de emociones, autorreflexión, enfoque de mejora… «Las estrategias son una caja de herramientas para navegar en el proceso creativo; marcan la diferencia».
Y respecto a las diferencias; la creatividad puede transformar una cultura, la economía y «existen pruebas de que puede utilizarse para responder a cuestiones sociales», expuso Izabela Lebuda, educadora y psicóloga en el Laboratorio de Comportamiento Creativo de la Universidad de Breslavia. «Como luchar y reducir los prejuicios y a nivel más personal, aprender de forma más eficiente, disfrutando del aprendizaje». En ese proceso de aprendizaje, la experiencia profesional y vital es clave. «Aprendemos porque vemos cómo lo hacen otras personas. Tenemos que prestar atención, recordar lo que se hace, añadir la motivación y la repetición», insistió.
Comparándolo con un ladrillo «que sirve para construir y destruir», la experta puso en el foco los medios de comunicación,que pueden ayudar a tener acceso a modelos creativos y más recursos. «Nos dan feedback, mejoran nuestro autoconcepto y amplifican voces, pero también tienen su parte negativa. El efecto de la tercera persona, ese que indica que los impactos mediáticos afectan a otros y no a nosotros, «es un mito». «Pensemos tan solo cuanto dinero se gasta cada año en publicidad», concluyó Lebuda.
Uniendo teoría y práctica en su primer taller y reconociéndose enamorado de España en sus tres días en el país, Takeshi Okada hizo, literalmente, bailar al auditorio. El profesor de Psicología en la Escuela Superior de Educación de la Universidad de Tokio propuso dibujar los sonidos del viento en caligrafía katakana. Mientras los pictogramas se plasmaban en las pantallas y la música sonaba, los asistentes imaginaban sus brazos cual pinceles de tinta imaginaria que trazaban las formas del silabario. «Encontrar algo de nuestro propio repertorio personal y motivarnos para crear arte, experimentar emociones y nuevas ideas» es, dijo, la definición de inspiración artística.
El director de la Fundación Botín, Íñigo Sáenz de Miera reconoció no ser experto creatividad, «pero de las pocas ideas que se me quedaron de uno de mis profesores fue que surge cuando los ámbitos de dos realidades se unen y de ese encuentro, se crea», dijo en la apertura del encuentro. «Ojalá os encontréis, que falta nos hace». Hoy, en la segunda jornada, será posible de nuevo.
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Ana del Castillo
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