«La obra de Delibes está vigente porque el de arriba sigue pisando al de abajo»

-Una curiosidad. ¿Leyó primero la novela de Miguel Delibes o descubrió 'Los santos inocentes' con la película de Mario Camus?

-Primero leí la novela, cuando era muy jovencito además, y luego vi la película. Desde entonces he revisitado ambas varias veces, aunque quizás más la película.

-¿Se tuvo que pensar mucho aceptar el papel que bordó Alfredo Landa?

-Al principio no, la verdad. Pero luego, una vez embarcado en el proyecto sí se me generaron muchas dudas. No tanto del trabajo de Alfredo Landa, que efectivamente está en el imaginario colectivo como el de Paco Rabal, Juan Diego o Terele Pávez, si no por ser capaz de representar el espíritu que Delibes plasmó en esos grandes personajes.

-Delibes escribió 'Los santos inocentes' en 1981 y Camus la dirigió en 1984. ¿Por qué ahora esta adaptación?

-Más allá de ser la primera vez que se lleva esta novela a un escenario, tuvimos muy en cuenta que lo que se aborda en ella tiene una gran vigencia. Parece que no han cambiado mucho las cosas y el de arriba sigue pisando el cuello al de abajo.

-¿Y no le sorprende que la obra tenga tanto éxito teniendo en cuenta que es una historia muy triste y de sobra conocida?

-Hablas de tristeza. La obra, por lo que cuenta, más que triste es amarga y desoladora y esta versión de Fernando Marías y Javier Hernández-Simón es escrupulosamente fiel a lo que cuenta Delibes y lo propone como si fuera un cuento, con un planteamiento, nudo y desenlace que abre una puerta a la esperanza.

-La obra empieza con su personaje hablando sobre la educación.

-Así es y me parecen muy relevantes esas primeras frases de Paco el bajo sobre la importancia de la escuela e instruirse. Esta gente sabía que su falta de cultura, pues ellos no habían tenido dinero para instruirse, les privaba de libertad. Y lo que Paco quiere e intenta es que sus hijos sí puedan tener acceso a la cultura para ser más libres. Es en ese sentido en el que la mirada de la novela de Delibes y de nuestro espectáculo es esperanzadora.

-¿Se ha encontrado con muchos señoritos Iván en su vida?

-A diario todos nos tropezamos con muchos señoritos Iván. Algunos que lo son de verdad y otros que intentan o aparentan serlo. Pero, y siento ser pesimista, en estos tiempos de pospandemia vivimos en una sociedad deshumanizada en la que nos obligan a competir desde que nos levantamos. En la que tratamos de abrirnos paso a codazos y en la que no nos interesa ponernos en los zapatos del otro. Así que no nos hace falta ser un señorito Iván para machacar al que tenemos al lado o directamente debajo.

-Habla de tiempos de pospandemia en un año en el que el cine español ha estado más brillante que nunca. ¿La crisis del covid ha inspirado la creatividad?

-Siempre ha habido un gran talento en el cine español, pero sí es cierto que el covid supuso un frenazo en muchas producciones y en poco tiempo ha habido grades estrenos de todo tipo. Muchas de ellas con gran músculo, como 'Modelo 77', 'As bestas' o 'Los renglones torcidos de Dios' y otras más independientes y de autoría como 'La consagración de la primavera', 'La maternidad' o 'Cinco lobitos' que hablan del buen momento del cine español. Pero, sobre todo, yo destacaría la irrupción de las directoras. Antes cuando hablábamos de mujeres directoras pensábamos en Icíar Bollaín, Isabel Coixet y dos o tres más, pero ahora mismo hay una cantidad de directoras interesantísimas que esta temporada han sido capaces de arrebatar premios importantes o por lo menos disputárselos a directores consagrados. El caso de Carla Simón, la primera mujer española en ganar el Oso de Oro de Berlín, con una película como 'Alcarràs' que también ha representado a España en la carrera al Oscar, es algo muy llamativo, muy significativo y que tenemos que celebrar.

-En la gala de los Goya del pasado sábado, el presidente de la Academia pidió que a las 'pelis' se les vuelva a llamar películas. ¿Qué desea Javier Gutiérrez?

-Mi deseo es que vuelva a ver una comunión con el espectador. Esto no es un ejercicio onanista y necesitamos al público y que vuelva a las salas. Uno de los efectos negativos de la pospandemia es que hemos perdido ese habito de salir a disfrutar del cine como hay que hacerlo que es frente a una gran pantalla. Bienvenidas sean las plataformas, la nueva forma de comunicarnos y el nuevo lenguaje del cine que hace que se consuma más y desde otras formas pero yo, que igual tengo una visión demasiado romántica, me resisto a ver el cine de otra forma que no sea en una sala. Me da mucha pena cuando encuentro en un tren o en un avión a los viajeros viendo películas en un dispositivo móvil.

-¿Es por esa visión romántica por lo que siempre se posiciona a favor del teatro?

-Si hay una buena historia, un buen personaje y buenos compañeros de viaje me siento bien en cualquier medio pero sí es cierto que el teatro me da una mayor libertad creativa porque no hay una función igual y porque te permite crecer cada tarde mientras que lo que haces delante de una cámara se queda ahí para siempre. Además en el cine no tienes al público enfrente y esa presencia es muy poderosa para cualquier actor. Es impagable y para mí la gasolina del teatro es algo que necesito.

-¿En qué proyectos está ahora?

-Tengo varios estrenos pendientes. Uno de ellos es la película 'Honeymoon' de Enrique Otero que se estrenará en el Festival de Málaga y en la que trabajo con Nathalie Poza. Y lo siguiente, que aún no tiene fecha, es una road movie de Durà sobre dos perdedores en la que trabajo con Luis Zahera. Además también este año se estrenará otra película en la que actúo dirigida por Luis Nieto y del género de terror.