Agapito Maestre | Escritor y filósofo
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Agapito Maestre | Escritor y filósofo
«Sin la obra de Menéndez Pelayo la cultura española no se entendería»A Agapito Maestre (Ciudad Real, 1954) le gustaría tener «todo el tiempo del mundo», para dedicarlo a leer a Marcelino Menéndez Pelayo. En su última obra 'El gran heterodoxo', el escritor aspira a superar los prejuicios suscitados en torno a las creaciones del polígrafo cántabro, ... recomendando aquellos textos que considera claves, con un planteamiento ameno y didáctico. Presentará su obra esta tarde en el Centro Cultural Doctor Madrazo (19.30 horas), acompañado por Ramón Mandado y Juan José Teijeiro.
-¿Por qué es el gran heterodoxo Menéndez Pelayo?
-Porque es un gran ortodoxo que ha creado el concepto de heterodoxia utilizado por los heterodoxos. ¿Te parece poco? Es un coloso, no solo de Cantabria, sino de España y del pensamiento universal.
-¿Qué percepción se tiene de su figura en su propio país?
-Don Marcelino siempre ha sido una figura mundial de gran reconocimiento. No por parte de los españoles, sino por parte de todos los grandes de la cultura universal en el siglo XX. Da igual que te muevas por Estados Unidos o Francia. Pero se creó una ideología, una falsedad, un engaño, no un sistema de ideas, con muchísimos prejuicios. Es un autor al que se ha utilizado y manipulado.
-¿Qué consecuencias tuvo ese engaño?
-La tesis fundamental de mi libro es que, después de la Guerra Civil Española, se instrumentalizó su figura, hasta el punto de crear ese prejuicio en torno a su obra. Paso revista en el libro a cómo le leyeron las generaciones posteriores a él. Él pertenece a la generación del 1868, una de las que en términos políticos, literarios, intelectuales, ha sido de las grandes de España y la capitaneó junto a Galdós, Pereda, Pardo Bazán... La del 98 rompe con cosas importantes de esa anterior. También la del 14, o la del 27, que nunca admitió la poesía de Don Marcelino, quien nos dio conocimientos de nuestra propia cultura. La cultura es fundamentalmente continuidad, y cuando se rompe con alguien, volver a suturar, cuesta.
-Cuesta mucho, en este caso, con el resultado de que las generaciones actuales desconozcan la importancia de su obra.
-Uno de los grandes problemas es la discontinuidad y querer empezar siempre de cero como si fuéramos monos. De lo que se trata en este libro es de entrar a Don Marcelino por las orillas y descubrir el gran océano. Esto es un ensayo, no un libro académico y tiene una parte de creatividad y otra de investigación.
-¿Cómo hila esas dos partes?
-Hay una figura que es el Brujo de Villaizán que me va preguntando sobre qué puede ir leyendo. Yo le recomiendo obras y vamos estableciendo un diálogo. Voy pasando revista a muchos temas que tienen como misión mostrar la gran escritura de Don Marcelino; el prólogo a una obra de Pardo Bazán, la visión de la generación del 27, especialmente Gerardo Diego y Dámaso Alonso o el rescate que hacen de Don Marcelino Clarín y Cossío. También hay una parte de plantear cómo toda la obra de Menéndez Pelayo podría ser leída como una gran novela. Su modo de escribir, como los capítulos que dedica al Quijote o 'El coloquio de los perros', donde hace metaliteratura. Es imposible conocer todavía hoy la historia de las Indias occidentales sin una obra tan importante como 'La historia de la poesía de Hispanoamérica'. Todo lo que hizo para celebrar el cuarto centenario es una obra portentosa. O qué decir de una obra como su discurso de entrada en la Academia de la Lengua Española sobre la mística. En el apartado de filosofía es impresionante; está no solo en sus obras de comentarios, sino en 'La historia de las ideas estéticas', algo sin superar a día de hoy. Los valores fundamentales podrían vertebrar entre múltiples maneras, pero el primero es que sin su obra, la cultura española no se entendería. Lo que hace es instituir las columnas fundamentales de nuestra cultura, sobre todo literaria y artística.
-Habla de Cossío y Clarín como rescatadores.
-Los primeros que le rescatan, después de la Guerra Civil, son quienes están en el exilio. El propio Luis Buñuel quería llevar al cine algún capítulo de 'Los heterodoxos'. Vuelven a releerlo.
-¿Sigue siendo necesario a día de hoy rescatarlo?
-¡Por eso escribo este libro! (ríe). Todos los que se llaman a sí mismos heterodoxos han tenido que aceptar la obra de Don Marcelino Menéndez Pelayo. Lo que es importante es llevar su discurso, su prosa, su letra, a que la gente lo lea: hacerlo accesible. No con obras completas, que hay muchas ediciones y estudios críticos, sino para que lo lea el común de los mortales, el lector medio. Hacer ediciones manejables, porque las obras completas son como un ataúd para enterrar a los autores, pero leerle a él es un lujo, un gozo, un placer. Eso es mi libro. No hay jamás confusión en su prosa; es una de las prosas más limpias del castellano del siglo XIX y XX. Ya lo dijo Unamuno. En lo artístico, lo concreto, la narración, Marcelino domina por encima de lo fárrago y lo abstracto. Estamos ante un artista erudito, un creador, un hombre más de libros vivos que de archivos muertos.
-¿Y qué habría pensado Don Marcelino de su libro?
-Estaría encantado, le gustaría muchísimo y además ¡hablaría conmigo y me diría: Agapito, has hecho el mejor libro sobre mí en los últimos cien años! ¡Claro que sí! Es de los pocos autores que no solo tiene un planeta a sus pies sino que es un autor con ciudad. Nadie puede hablar de Santander sin hablar de Don Marcelino y viceversa.
-En esa ciudad está su legado, lo que más valoraba. ¿Cree que se conoce y se valora adecuadamente su biblioteca?
-Una de sus obras maestras es su testamento del legado que deja a Santander y por qué se lo deja, por qué no quiere romper la biblioteca e incluso dice de modo muy sutil quien debe dirigirla. El único que se saltó esa norma un tiempo fue Cossío. No se está cuidando en absoluto. Don Marcelino no está siendo cuidado ni en las instituciones ni en las universidades. Incluso hubo una señora, directora general, una loca, que quiso quitar la estatua del vestíbulo de la Biblioteca Nacional. No se le protege, es un nombre, una estación de metro, una avenida... Desde el punto de vista de las instituciones hay buenas ediciones de sus obras, a las agencias de socialización cultural de este país no les preocupa nada Don Marcelino. Todo lo contrario, lo que hacen es alimentar ese prejuicio de cavernícola. Está fuera de la agenda cultural española.
-Siendo un gran polemista. ¿Cómo imagina que se hubiera manejado en el actual entorno de crispación y redes sociales?
-Genial. Era un hombre que se llevó bien con todo el mundo y hasta sus adversarios terminaron admirándole.
-Como experto, ¿qué recomendaría a quien no tiene nociones, de la obra de Menéndez Pelayo?
-Muy fácil, que comience leyendo 'Historia del gran heterodoxo' de Agapito Maestre. Que lea los textos más breves y sencillos. O que abra 'La historia de los heterodoxos' por cualquier capítulo y se quedará colgado. Llegas al mar entrando por la orilla.
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