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Hace veinticinco años abrió sus puertas el Museo Guggenheim de Bilbao, que en su feliz cumpleaños luce su portentoso músculo de genio y titanio y afronta el futuro con confianza. El edificio de Frank Gehry, que cambió la ciudad que lo impulsó, celebra las ... bodas de plata de su dinámica institución con una exposición histórica: 'Secciones / Intersecciones'. Ocupa sus tres plantas y muestra más de un centenar de piezas de sus soberbios fondos. Un tesoro de apenas 130 obras firmadas por genios del arte desde mediados del siglo XX y que en su última tasación se aproximaba a los 900 millones de euros.
«Es un homenaje a las señas de identidad de la casa: colección y arquitectura», dijo Juan Ignacio Vidarte, al frente del proyecto desde hace 31 años, 25 como director. Rothko, Basquiat, Warhol, Chillida, Oteiza, Koons, Kiefer, Baselitz, Mertz, Motherwell, Barceló, Bourgeois, Beuys, Tàpies o Doris Salcedo son solo algunos de los artistas expuestos. Siempre con obras esenciales. «Muchas de ellas no podríamos pagarlas hoy», explicó la conservadora Lucia Agirre, para destacar la «alta calidad» y «poca cantidad» de sus adquisiciones, en las que han invertido unos 115 millones de euros desde 1995.
Entre las obras de la selección, asoma el santanderino Juan Uslé con una pieza de su serie 'Soñé que revelabas', XI (Airport), 2002, precisamente fechada hace ahora dos décadas.
En 2013 se inauguraba en el Guggenheim una colectiva de seis artistas. En ella fueron incluidos los artistas cántabros Juan Uslé y Manu Arregui. La comisaria Petra Joos confrontaba obras pertenecientes a la colección realizadas por dos generaciones de artistas contemporáneos que investigan espacios de presencia y ausencia: «Con su trabajo emprenden la transformación de una realidad que abarca desde las relaciones humanas y referencias a la historia del arte hasta visiones cósmicas y también microscópicas»
En esa cita ya estaba incluida la obra de Uslé, junto a Prudencio Irazabal y Darío Urzay, representada en el espacio de la abstracción. Una magnífica pieza del año 2002 en tonos grises y negros, perteneciente a la serie 'Soñé que revelabas'. La alternancia de las pinceladas en bandas horizontales y verticales, según ritmos y tonos muy precisos, provoca en el espectador una contemplación de una gran serenidad, casi mística.
La denominada Colección Propia del Museo Guggenheim de Bilbao se vio ampliada en 2002 con la citada obra de Uslé, junto a las de Pablo Palazuelo, Miquel Navarro y Richard Long, cuya incorporación fue aprobada entonces por la sociedad Tenedora Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Bilbao.
Uslé (Santander, 1954) era el más joven de los artistas seleccionados. Reconocido como uno de los pintores más destacados dentro del panorama artístico internacional contemporáneo, su obra está ligada una serie compuesta por once pinturas individuales, «en las que las imágenes se desarrollan desde los elementos pictóricos, desde una pincelada densa a la que subyace la luz». Premio Nacional de Artes Plásticas 2002, la creación del santanderino forma parte de modo creciente de fondos de museos y colecciones públicas como el Centro Pompidou, Museo Reina Sofía, Musèe d'Art Moderne (Luxemburgo), Moderna Museet (Estocolmo), Museum Boijmans van Beuningen (Rotterdams), Staatsgalerie Moderner Kunst (Múnich) o Tate Modern (Londres), entre otras.
Al margen, en la muestra inaugurada ayer destacan dos piezas, una instalación de la veterana 'performer' japonesa Yayoi Kusama, que juega con luces y espejos en 'Infinity Mirrored Room', y otra del ghanés El Anatsui, 'Mar creciente', la última adquisición del museo. Es una pieza monumental de 8 por 14 metros, una enorme cortina que evoca el movimiento del mar hecha con tapones de botellas de licor aplanados. El diseño de Frank Gehry es uno de los más reconocibles iconos de la arquitectura actual. Una titán de titanio, una sinuosa catedral laica para el arte. Fue además el decisivo motor de cambio para Bilbao, que pasó de ser una gris ciudad industrial a una urbe colorista y con futuro.
«Hace 30 años hubo mucho escepticismo, pero el Guggenheim es un ejemplo paradigmático de cómo la cultura es un elemento de transformación positiva», reivindicó Vidarte del envidiado 'efecto Guggenheim'. «No es un modelo de franquicia. Para eso están otros», dijo para diferenciarlo de sus hermanos de Nueva York o Venecia, y del que está por nacer en Abu Dabi.
Inaugurado el 18 de octubre de 1987, se abría al público a las once de la mañana del día siguiente. De sus 24.000 metros cuadrados de superficie, algo menos de 10.000 están dedicados a la exposición. Ha presentado 215 muestras que han permitido ver unas 18.000 obras. De todas, la más exitosa ha sido 'Motorcycles. El arte de la motocicleta', con 870.000 asistentes. Le siguen 'Sombras', de Andy Warhol, con 820.000, y la recién clausurada 'Motion', sobre automóviles, arte y arquitectura, con 751.000 visitas.
Recibe un promedio de un millón de visitantes al año, cuando las estimaciones iniciales no pasaban del medio millón. Desde su apertura han pasado por sus salas 24,7 millones de personas, más del 60% extranjeros. Los visitantes más asiduos son los franceses, el 17%. Un 15% son vascos y un 24% españoles de otras comunidades autónomas. Dos animales son sus grandes símbolos, 'Puppy', el gigantesco perro floreado de Jeff Koons, y la no menos gigantesca 'Mamá', la araña de Louise Bourgeois, ambos iconos en los flancos sur y norte del navío de titanio que Gehry hizo flotar sobre la ría de Bilbao.
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