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'Los orígenes de la cultura pop y rock en Cantabria', el último libro de José Pellón, promete convertirse en el acontecimiento editorial de la temporada en la región. Se trata de una obra monumental con más de cuatrocientas páginas a todo color que recoge ... la aventura de medio centenar de bandas surgidas en los ochenta y alrededores, además de buena parte de la actividad artística y creativa de la época. Una historia apasionante que cuenta de manera pasional el músico y escritor José Pellón, fundador de la mítica banda Melopea y autor del texto publicado por la editorial Estudio.
–Hay quien dice que aquí en los ochenta «no pasó nada»… ¿qué les contesta?
–Pasó tanto que hemos necesitado casi quinientas páginas para contarlo. A quienes dicen eso les aconsejaría abrir los ojos y los oídos. Y quizá la mente. Pasó mucho ya sólo a nivel estético y social y, musicalmente, fue una auténtica revolución.
–En cualquier caso, esto ni es un réquiem ni es un libro de historia…
–Para nada. Hemos querido traer el pasado al presente y fusionarlo, mezclarnos para alimentarnos unos de otros si es que no lo estamos ya, y recordar cómo fue todo cuando nada era como ahora. Es una fusión de generaciones unidas por un denominador común: la música pop y rock y la cultura que rompió moldes.
–¿Cuántos grupos aparecen en este libro?
–Cincuenta y tantos, pero hemos empezado en los 60 y acabamos en los 2000. Al final decidimos trascender de los 80 precisamente porque nos dimos cuenta de que todos estamos interconectados, aunque lógicamente los 80 son el plato fuerte del libro. Y luego hay docenas de textos escritos por otros protagonistas, músicos, pintores y artistas de otras disciplinas.
–Suena a curro enorme. ¿Está pagado este esfuerzo?
–Esta clase de trabajos son sumamente arduos y complejos de desarrollar pues el autor debe hacer de 'arqueólogo', perseguidor de personas y sus historias y, una vez que ya lo tienes todo, hay que seleccionar fotos, corregir los textos recibidos… Y aunque como digo se trata de un gran esfuerzo sobre todo intelectual, la recompensa de verlo acabado es suficiente para que impere la satisfacción personal. En su momento ya hice 'La historia del surf' y también acabé con el cerebro frito. Pero me recuperé.
–Lo de contar la historia desde dentro debe ser peliagudo. ¿Se ha tenido que morder mucho la lengua?
–Obviamente, sí. Si en la vida de cualquier persona que se dedique a otras cosas ya ocurren avatares que mejor no airear, dentro de las bandas de rock esta circunstancia suele multiplicarse. Vengo de muy atrás, y lo he visto casi todo. Incluso mucho.
–Más la contención para no hablar demasiado de Melopea…
–Sí, me ha tocado escribir acerca de Melopea Intensiva y Melopea a secas, la segunda es fruto de la primera pero se trata de dos bandas completamente diferentes en todo, incluidos los músicos. Melopea daría para otro libro. La gente conoce lo que vio y lo que les contaron, pero la vida interior de la banda no fue un camino de arena junto al mar azul. Hubo mucho de todo. En su reciente biografía, el difunto Coy se adentra bastante más de lo que yo lo hago en este libro. Claro, como está muerto, raja por los codos. Así cualquiera.
–Lo que no parece gustarle mucho es la etiqueta de 'Marejada cántabra'…
–No me gustan las etiquetas, ni siquiera punk, pop… Aunque reconozco que son necesarias para diferenciar unas cosas de otras. Y la Marejada cántabra, como expongo con detalle en el libro, fue una consecuencia de la 'Movida', no una 'movida'.
–En este libro, como en los ochenta, no todo es música: hay otros artistas, periodistas, empresarios… ¿La 'movida' fue un fenómeno multidisciplinar?
–En esencia justo eso es lo que fue. En torno a los músicos surgieron fotógrafos, videocreadores, performancers, diseñadores de moda, diseñadores gráficos, pintores, cineastas… etcétera. Significó un derroche de talento y ansias de expansión como no se conocía. Y todo ello en apenas una década. Muchos de aquellos artistas hoy son artistas consagrados, en el libro aparecen varios paisanos de todos nosotros que han triunfado no solamente en España, sino a nivel internacional. Aunque sólo sea por hacer que la gente se entere de ello, conozcan sus obras y quienes son, este libro ya ha merecido la pena.
–¿Salen el trap y el reguetón en el libro?
–Tendrán que hacerse el suyo. Éste es de pop, punk y rock clásico. Incluso tecno pop. Y algo de rockabilly.
–En una noticia de 1988, los músicos se quejan de que las instituciones cántabras despreciaban el rock. Hoy aparece en la sección de Cultura y hasta se subvencionan libros sobre el tema. Cómo ha cambiado la cosa, ¿no?
–Pues eso parece. Aunque costó lo suyo que nos considerasen dignos. En el libro salen un montón de recortes de prensa de El Diario Montañés y Alerta de la década de los 80, donde el lector actual podrá comprobar por sí mismo las promesas que se nos hacían de cara a la galería, para no cumplirse ninguna. No nos gustaba ser parias porque no podíamos acceder a los cachos del pastel, pero resultaba muy punki. Los 'modernos' dimos mucho la paliza a los políticos con nuestras reivindicaciones. Los Servicio Público (SP) incluso hicieron un concierto pirata en mitad de Santander y pasaban la gorra para recaudar fondos destinados al Ayuntamiento de entonces, hablo de los 80. En el libro figuran fotos de aquello. Todo fue muy irónico, por supuesto. Hasta que vino la policía y casi se los llevan detenidos, tocaron varios temas. Entonces éramos así.
–También dice en el epílogo que ahora es muy fácil montar una banda y darse a conocer. ¿Le hubiera gustado tener tantas facilidades en su momento?
–Desde luego que hoy en día todo son facilidades. Pero ya me hubiera gustado tener acceso a ellas entonces. Aunque, de haberlas tenido… ¿me habría esforzado tanto por salir adelante como tuve que hacer? Grabar una triste maqueta en una casete ya era una odisea. Que alguien la escuchara, un milagro. Llegar a que sonara en la radio, ciencia ficción. Había mucho talento en bruto que se esculpía a golpe de precariedad. Eso nos hizo ser como fuimos: rebeldes a nuestro modo, gente curtida.
–No para usted de escribir. ¿En qué anda trabajando ahora?
–Pues este 2024 se suponía que iba a tomármelo como año sabático… Y ya veremos que nos trae el 2025. Espero que, como poco, buenas olas y mucho rock and roll.
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