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En un mundo jerarquizado, que se mueve cada vez más a partir de los datos, la cantidad de seguidores o los impactos virtuales, la ... cultura representa un ente un tanto intangible, susceptible a ser evaluado, medido y cuantificado. Así ocurre con el informe del Observatorio de la Cultura. Un documento que aglutina más de 700 propuestas culturales de toda España, señaladas por los panelistas como las mejores en las diferentes categorías propuestas.
Elaborado por Fundación Contemporánea, esas propuestas han sido seleccionadas en esta edición por 461 miembros del sector, de los que un 43,7% trabajan en una organización cultural pública, un 34,7% en una organización cultural privada y el 21,6% restante como profesionales independientes del sector.
El resultado se presentó el pasado miércoles en Málaga y situó a Cantabria como la novena comunidad del país en cuanto a calidad e innovación de su oferta cultural en 2024 (bajando un puesto respecto al año previo) y a la capital, Santander, manteniéndose en la octava posición de las 41 ciudades mencionadas.
El lugar destacado de esta edición es, por su presencia múltiple, para el Centro Botín, que ha crecido en cuanto a valoración (sube un 7,3%), se ha colado en la lista nacional ocupando el vigésimo puesto de 106 gracias a la exposición de Shimabuku, figura como uno de los proyectos 'Imprescindibles' y ha recibido la 'Insignia cultural' como lo más destacado de Cantabria. Desde el centro de arte, su directora ejecutiva, Fátima Sánchez, indica que se sienten «muy agradecidos y contentos» con el resultado del Observatorio de la Cultura. «Especialmente es un orgullo que Santander y Cantabria estén tan bien posicionadas en el ranking y que el Centro Botín haya sido considerado centro de arte imprescindible en España», destaca. La entidad felicita al resto de iniciativas artísticas y culturales de Cantabria y del resto de España «porque demuestran la calidad y la importancia de la cultura en nuestra sociedad», según Sánchez.
Entre los proyectos que salen de la capital está la Torre de Don Borja, en el undécimo puesto del ranking cántabro, mencionada en 'Lo mejor de la cultura en el medio rural y 'Lo mejor del patrimonio histórico, monumental y natural'. Su director, Marcos Díez cree que este tipo de clasificaciones «hay que verlas con prudencia y no darles demasiada importancia», primero porque tiene la sensación de que no vota demasiada gente a nivel regional y unos pocos votos pueden hacer que la lista cambie de forma significativa. «Hay proyectos culturales de Cantabria que hacen un gran trabajo y no aparecen». Dicho eso, que aparezca, la Torre «es un motivo de alegría y un reconocimiento al trabajo discreto que hacemos durante el año». Y, añade «es una alegría ver también el reconocimiento a una librería como Gil, me parece que tiene mucho mérito que sea tan bien valorada».
Precisamente, desde la librería, en el segundo puesto de la región y creciendo un 16,9% en votos, Paz Gil valora el reconocimiento, uno más en la relación de los que han ido sumando en los últimos meses. Sin embargo, le resta importancia al resultado, poniendo el foco en los clientes y amigos que le dan vida a la librería y sus actividades. «Ellos son lo importante», reivindica. Cree, además, que en esa clasificación deberían figurar propuestas como el Centro de Documentación de la Imagen (CDIS), la Fundación Caja Cantabria, el Colegio de Arquitectos, los espacios expositivos de El Puerto, el Faro, la Nave Sotoliva, el Palacete del Embarcadero o la Universidad de Cantabria, con su amplia programación anual que abarca distintos campos «y llega a público muy diverso». A su juicio, el liderazgo indiscutible debería tenerlo el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, «nuestra joya de la corona».
Otro de los proyectos singulares es La Ortiga Colectiva. Aparecer por tercer año consecutivo en dos de los listados del Observatorio de la Cultura (el de Cantabria y lo mejor del medio rural nacional) «para una asociación pequeña como La Ortiga quizás tenga su mérito». «Aunque, para ser sinceras -dice su directora, María Montesino- no es algo que nos preocupe porque nuestras lógicas no son las del ranking, sino una manera de estar en el mundo» . Al compartir listado con algunas instituciones con muchos más recursos, «creemos que lo mejor que podemos hacer es visibilizar una cultura comunitaria potente, como práctica desde lo pequeño, descentralizado (tantas veces invisibilizado) y reivindicar siempre una soberanía del tiempo y de la alegría de hacer lo que nos gusta, independientemente de lo que dicte el mercado de las industrias culturales».
Bajo los soportales de la plaza de Pombo, un hombre consulta su teléfono. Es asiduo de la Librería Gil y cree que el reconocimiento es merecido. El del Centro Botín lo contextualiza: «No me gusta nada el edificio». En cualquier caso, «Santander tiene mucho; siempre hay alguna actividad cultural», afirma y «para una ciudad de este tamaño», ocupar el octavo puesto a nivel nacional «no está nada mal».
La misma valoración hace María José, que sale con su libro recién adquirido, quien tampoco conoce el informe, «pero me habría gustado». «Hay bastante movimiento en Cantabria, aunque podría haber más», dice. Sobre los resultados, clienta habitual de Gil, le gusta «mucho todo lo que tienen y cómo lo organizan». Entre los asiduos del espacio cree que hay «un buen nivel cultural». Echa en falta «más actividad musical». Respecto al ganador de la categoría, «competir contra el Centro Botín es complicado, no solo por su actividad sino por otros intereses», concluye.
«Si necesitas algo te lo piden, si es para los niños te orientan y te lo solucionan». Para Isabel, que observa el escaparate con atención, la Librería Gil realiza una labor cercana y necesaria. También el Palacio de Festivales «que últimamente están haciendo cosas interesantes», Unate o el Ateneo de Santander. Puestos a pedir, le gustaría que hubiera más teatro y más cine. Se alegran del puesto de la ciudad en la lista, cuyo contenido desconoce. «Para ser tan pocos, está bien».
Elvira y Berta, madre e hija, pasean por la plaza Alfonso XIII con un carrito de bebé y una niña que corretea feliz. Al fondo, el edificio al que ya se han habituado las miradas. «Hace tiempo no lo hubiera puesto en primer lugar, pero hoy por hoy sí, se está consolidando», afirma Elvira, quien añade que «Gil es una maravilla», en cualquiera de sus dos locales. «No acabamos de arrancar en que el visitante llegue y se quede en Santander por su oferta cultural», lamenta. Berta lo compara con otras ciudades que sí cubren este frente infantil para «inculcarles cultura de Cantabria». Sobre el octavo puesto en la lista nacional para Cantabria creen que «está muy inflado, porque el nivel es bajo». También echa de menos un espacio cultural pensado para los más pequeños o que se potencien más lugares como Tabacalera.
La más veterana de las consultadas, Julia, comparte este punto de vista. A sus 81 años, cree que en la lista debería aparecer la actividad cultural que realizan los centros cívicos de la ciudad, motores para los barrios. «Son muy importantes y abarcan muchas cosas -incide- y el Centro Botín se vende solo».
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