Óleos del mar al natural
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Los días de verano en la playa de la Virgen del Mar quedan inmortalizados en la nueva obra del pintor Félix de la ConchaA las diez de la mañana el pintor Félix de la Concha, uno de los artistas más relevantes del realismo actual, tiene su bicicleta cargada con lienzos, pinturas, el caballete y su silla plegable para dirigirse a la playa de la Virgen del Mar. Descansa ... aproximadamente a las dos y durante las tardes se va a retratar otras zonas de San Román. Esta es su rutina este verano. Ya ha perdido la cuenta de las veces que ha venido a veranear a Santander desde hace más de 60 años, cuando lo trajeron a visitar a sus abuelos paternos a la semana de nacer. Este año llegó a principios de verano, sin ningún proyecto en concreto, pero en una de sus visitas a la playa el viento del noreste soplaba a su favor para dejar ver con claridad lo que sería la inspiración de su nueva serie. «Vi la escena en un día de cielo azul, mar color esmeralda y llegué a ese sitio estratégico, me pareció fascinante y fue amor a primera vista», apunta con ilusión.
Lleva varios días pintando al natural en óleo sobre lienzo una zona de la Virgen del Mar desde un acantilado. Está concentrado en un puzle de 20 piezas y va terminando una a diario, si el clima se lo permite. Para De la Concha, quien con sus obras invita a analizar la realidad a través de las diferentes fases del tiempo con su «concepto temporal», cada día es diferente en Santander: «La mañana puede estar de una manera y a la hora cambia». El viento del noreste solo lo ha acompañado «unos tres días» en esta temporada. Cada día cambian los detalles del cielo, el mar y las rocas que dibuja. Estos lienzos, pintados de forma aleatoria, tienen luces diferentes, algunas más oscuras, otras con más luz del sol.
Desde niño tiene «una conexión familiar» con este lugar. La casa de sus abuelos, vecinos del escultor cántabro Manuel Cacicedo, le servía como taller durante sus vacaciones. Su familia ya no está allí y desde que volvió de Estados Unidos, donde continuó su vida artística durante dos décadas, alquila un lugar vacacional, a unos cuantos kilómetros de la playa. Sus pinturas han sido expuestas en grandes museos, ferias y galerías del país norteamericano, España, Francia e Italia. Estudió en la Facultad de Bellas Artes en Madrid desde 1981 y cuatro años después fue premiado en la Primera Muestra de Arte Joven. En 1989 recibe una beca para pintar en la Academia de España en Roma y trabaja allí hasta 1995, año en el que se traslada a EE UU. En Santander tiene una fuerte vinculación con la galería Siboney, donde ha presentado dos de sus exposiciones.
De la Concha aún no tiene el nombre pensado para esta serie, pero, simultáneamente, sus tardes en San Román le han servido para ilustrar otros espacios que tienen algo en común: las torres eléctricas. A esta le quiere llamar 'Alta tensión', pero aún no se decide.
Con mucha dedicación, el artista busca que las piezas muestren «una emoción de cada día», como una experiencia existencial que logre transmitir «ese momento». En este dibujo hay una continuación y una composición donde el punto central es el mar y las rocas laterales. Argumenta que hay algunas variaciones entre unos y otros, «era algo que no podía programar, para mí es una sorpresa ver la realización y el conjunto general de esta exposición». El clima en esta ciudad siempre es «impredecible».
Para el pintor los detalles son muy importantes, porque cada día tiene momentos que no se vuelven a repetir. «Es una forma de sintetizar una serie de elementos: tener la estrategia de saber que no se va a repetir y que tienes que apurar donde puedas las luces que te interesan y concentrarte en eso». Vive el presente con una fuerte intensidad y alta exigencia de concentración, como la de quien entiende que cada momento es único e irrepetible, «para mí es vital», dice fascinado. Cuando termina el verano, «no le atormenta» el pensamiento de qué va pintar el próximo año. «Normalmente es algo que veo en el momento y me interesa», destaca. No le queda nada para terminar la serie de la playa, pero apunta que «es de las obras que nunca acabas y las amplías según vaya evolucionando». Posiblemente esta obra sea exhibida, hasta llegue a viajar y se presente en otras galerías.
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