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¿A qué huelen las obras de Gustav Klimt (Viena, 1982)? A néctar de naranja. Lejos de ser una referencia a un eslógan publicitario de higiene femenina, es una pregunta que surge al visitar 'El Oro de Klimt', la propuesta inmersiva para la que se ... han creado distintas fragancias específicas con las que acompañar el viaje creativo del autor. Las pequeñas flores que salpican sus creaciones cobran vida en Santander, se redimensionan hasta ocupar enormes diámetros móviles y caen como una lluvia colorida. Llueven píxel a píxel a través de las enormes pantallas que invitan, desde hoy y hasta el 23 de septiembre, al visitante a sumergirse los 1200 metros cuadrados, de brillo y sensorialidad a partir de las obras más reconocibles del, de por sí, identificable artista austríaco.
El Palacio de Exposiciones es de nuevo el envase para el universo pictórico en movimiento en la segunda iniciativa que Nomad Art trae a la capital cántabra. Si el año pasado fue Van Gogh quien ocupó las salas con la historia de su amarga trayectoria vital y artística, este año el ornamentado legado de Klimt se ofrece sin interpretaciones. Sonido y color sin hilo narrativo conductor.
Exposición inmersiva Nueve perspectivas distintas de la obra del autor austríaco.
Dónde En el Palacio de Exposiciones de Santander.
Fechas Del 16 de junio al 17 de septiembre. De 9.00 a 23.00 horas.
Entradas 11 euros. Las mil primeras vendidas tendrán como regalo una lámina.
Paneles explicativos reciben al visitante con capítulos abreviados de la vida de Klimt. Sus primeros años, la precocidad de su talento alentado por sus padres, la formación como profesor de dibujo que dio pie a cientos de bocetos posteriores de sus obras, su etapa en la Secesión Vienesa con la meta de reinterpretar estilos pasados ante el avance de la era industrial y la mecanización del arte. Un arte, el suyo, que ahora forma parte de un entramado digital e hipnótico alejado de su propia concepción.
El salto a su etapa dorada, fundiendo figuras humanas y elementos decorativos en una combinación que le aportó, no solo un marcado y destacado estilo, sino además, el éxito comercial. Y finalmente, su última época, cuando comienza a alejarse de la vida pública, encadena cargos institucionales en organismos vinculados al arte y acumula paternidades (hasta 14) hasta su muerte en 1918, dejando múltiples obras sin terminar.
En un rincón, cuatro vestidos podrán verse expuestos por primera vez. Cedidos por el Museo del Automóvil y el Traje de Málaga, son dos diseños de Nina Ricci, un Christian Dior y un Emmanuel Ungaro inspirados en el arte de Klimt.
'El beso', mucho más grande de su 1,80 por 1,80 permite ahora al espectador ser parte de la composición, antes de hacer brillar el estudio del pintor pegando láminas doradas en las paredes o sentarse en el banco amparado por un muro florido (y artificial) que se asemeja a los jardines que Klimt tenía en sus respectivos estudios de Viena, a los que solo se podía acudir para posar o como invitado. Allí donde era habitual verle ataviado con su túnica azul y sandalias, instalado en su propio universo.
Cinco mujeres tienen su espacio propio. Una delicada Sonia Knips, a cuya diestra Mada Primavesi desafía desde la niñez con la mirada. Le siguen su compañera de vida, Emile Flöge, la vaporosa Fritza Riedler y Adele Bloch-Bauer, su retrato más famoso, también conocido como 'La Dama de Oro', obra fundamental que tardó tres años en concluir y la única mujer a la que Klimt pintó en dos ocasiones. Una pincelada a la importancia que musas, seductoras y etéreas, tangibles en su sensualidad, consideradas cuasi pornográficas y alejadas de los cánones, habitan su recorrido vital.
Un universo que se pisa, se mira, gira sobre sí mismo y abraza al visitante en la sala más grande del recinto, que pierde su perspectiva original para ser, toda ella, una sucesión de visiones a los cuadros de genio. De ahí el concepto inmersivo. Nadar en geometría visual. «Siempre que los lienzos estén vacíos, habrá esperanza». En esta muestra no hay espacio para el vacío.
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