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Ovnis en La Pasiega
Leyendas de aquí

Ovnis en La Pasiega

Al igual que en Altamira, algunos ufólogos vieron representaciones de seres extraterrestres en las cuevas de Puente Viesgo

Aser Falagán

Santander

Domingo, 14 de enero 2024, 00:29

«Visite Cantabria. Un lugar con inigualables vistas, amplias y confortables cuevas naturales y una población aborigen aún en estado salvaje, pero con una singular maestría para el dibujo. Bisontes, parajes incomparables y una rica gastronomía basada en la carne cruda y la recolección de frutos». Así reza un capítulo apócrifo de la 'Guía del autoestopista galáctico', todo un éxito editorial más allá de la Puerta de Tannhäuser.

Aquel boom llevó a Cantabria, aunque faltaran unos cuantos milenios para que se llamara así, procesiones de platillos volantes con domingueros ansiosos de disfrutar del benigno clima oceánico y conocer una de las civilizaciones más primitivas del universo. El destino preferido era Altamira, pero la masificación y la especulación que disparó los precios recomendaron buscar otros lugares para seguir exprimiendo el negocio, de modo que pronto se puso de moda el Monte Castillo, a no demasiados kilómetros y en el que los turistas espaciales también dejaron su huella.

Algo así debió ocurrir para que milenios después hayan llegado a nuestros días algunas de las representaciones de ovnis y seres extraterrestres más antiguas que se recuerdan. Las que adornan Altamira, sí, como ya se narró en su momento, pero también el complejo de cuevas con yacimientos paleolíticos de Puente Viesgo: El Castillo, Las Chimeneas y, sobre todo, La Pasiega.

Sus paredes han dejado constancia, siempre según la misma rocambolesca hipótesis que tampoco ha tenido demasiado predicamento, tanto de los platillos en los que llegaban y después abandonaban la Tierra como del aspecto de los visitantes a través de dibujos esquemáticos que narran en una época anterior al lenguaje escrito la historia de aquellos primeros contactos.

Eso es al menos lo que defendía un grupo de ufólogos que creó una díscola escuela durante el siglo XX, y que en España tiene como principal exponente a Antonio Ribera i Jordà (Barcelona, 1920-La Garriga, 2021). Sí, el mismo que vio ovnis en Altamira. Un autor que lejos de quedarse en un circuito alternativo o pulp publicó en editoriales de prestigio y mantuvo hasta su muerte sus teorías.

Muchas décadas después de que Hermilio Alcalde del Río (Villamediana 1866 - Torrelavega 1947) descubriera los primeros yacimientos, Ribera visitó las cuevas sabiendo exactamente lo que buscaba. Y lo encontró: «Recuerdo el asombro que se apoderó de mí en una de las cuevas santanderinas de Puente Viesgo, precisamente en la llamada de La Pasiega, al ver representada en una recóndita oquedad la silueta, tan familiar para mí, de la gigantesca astronave extraterrestre que fotografió Ed Keffel en la localidad brasileña de Barra de Tijuca, en mayo de 1952», describe respecto a la cueva cántabra en una cita recogida en un artículo de Julio Arrieta ('Ovnis en el are prehistórico') que desmonta de paso la historia. Entre otros asuntos, porque lo que no dice Ribera –quizá ni siquiera lo supiera– es que aquella imagen, que apareció en la prensa brasileña de la época, no era más que un montaje; la fotografía de una maqueta, como se comprobó posteriormente desacreditando el presunto avistamiento.

Su principal argumento se basa en que los pintores paleolíticos eran extremadamente realistas, para lo que cita como ejemplo precisamente los bisontes de Altamira, pero no tiene en cuenta que lo eran solo cuando les apetecía –o cuando los extraterrestres les dejaban–, porque en el mismo yacimiento cántabro de Puente Viesgo se pueden ver diferentes signos y series de puntos a los que no se ha podido dar una interpretación más allá de hipótesis o conjeturas sobre que fuera una rudimentaria contabilidad o un calendario. Un trabajo, en definitiva, más para la semiótica y la antropología que para la ufología.

Las visitas guiadas a las cuevas de Puente Viesgo, de libre acceso al público y que se pueden admirar con cita previa, ofrecen explicaciones y datación sobre buena parte de las representaciones. Supervisadas por el Instituto de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, señalan también aquello que todavía resta por comprender o interpretar, si es que algún día se consigue, pero sin ningún salto al vacío. Sencillamente, se desconoce su significado y propósito.

Como en Altamira, Ribera seguía los pasos del francés Aime Michel, empeñado como él en ver representaciones ufológicas casi en cualquier yacimiento prehistórico –y en especial en los del norte de España y el sur de Francia– y del suizo Erich von Däniken. La verdadera respuesta la tiene la propia cueva en sus cavidades y muros, pero ella, como buena pasiega, no suelta prenda.

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