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ROSA M. RUIZ
SANTANDER.
Jueves, 17 de noviembre 2022, 01:00
Pablo Alaña nació en Castellón de la Plana en 1991, pero su familia se trasladó a vivir a Santander cuando era aún muy pequeño. Una época que recuerda bien porque fue cuando se aficionó a leer, poco antes de que empezase a escribir sus propias ... historias. Luego le llegó una tercera vocación, la de la abogacía, profesión que ejerce en Cantabria y que le ha servido para tejer la que es su primera novela: 'La sospecha eterna' (Ediciones Versátil) que presentará este jueves, a las 19.30 horas, en el Ateneo de Santander y por la que ha obtenido este mismo año el Premio València Nova.
La suya es una novela negra en estado puro, tal y como falló el jurado de ese certamen integrado por dos autores del género con una gran trayectoria, Pere Cervantes y Susana Martín Gijón, «una novela de intriga que no deja de generar sorpresas en el autor». Si bien, su autor prefiere calificarla dentro de la categoría de las 'domestic noir'. «Que no es que sea muy original porque ya lo hacía Agatha Christie con Miss Marple pero que a mí me ha servido para crear una historia detectivesca protagonizada por una abogada penalista». Esa letrada es Clara Caballero que por defender a una amiga en apuros se ve involucrada en una auténtica investigación policial, una novela que está ambientada en un entorno en el que las apariencias son, a menudo, más importantes que la realidad. Y ese es, según señala, un poco el objetivo de su novela. «Hacer que los lectores se pregunten ¿qué haría yo ante una situación similar a la que vive la protagonista?».
Y es que esta abogada asume la defensa de su amiga a pesar de que ha sido encontrada arrodillada junto al cadáver y empuñando el arma del crimen. «Es una historia sobre las apariencias, los prejuicios y la confianza», explica sobre su historia que está centrada en algunas cuestiones no ajenas a la vida cotidiana en la que las relaciones «se pueden volver frágiles cuando hay que tomar partido por alguien».
El autor, y es algo que destaca también su editorial, juega con ventaja en un trhiller de abogados que bien conoce. «Es cierto que me ha ayudado a construir la trama con más realismo y a moverme en la historia con más agilidad, así como en la narración, porque tanto los abogados como los escritores deben saber jerarquizar la información, dosificarla y relatarla con claridad», señala. Si bien, reconoce que «he intentado que cada personaje tenga su propia entidad por lo que he evitado introducir rasgos o gestos míos».
Y cómo no podría ser de otra forma está ambientada en Cantabria. «En Santander porque es mi ciudad, en la que he vivido siempre a pesar de haber nacido en Castellón, y en Comillas porque es una población que se ajustaba muy bien a lo que buscaba, una localidad no demasiado grande para que todo el mundo más o menos pueda conocerse y que además cuenta con una universidad que me venía muy bien para la trama».
En cuanto a la creación de 'La sospecha eterna' ha sido, según explica, «más bien metódica». Reconoce que antes de que se sentase a escribir el primer borrador tomó muchísimas notas, elaboró esquemas y hasta preparó varios resúmenes. «La empecé a escribir en 2017 aunque la idea había surgido antes y no la di por acabada hasta 2021 tras un buen número de correcciones».
Un trabajo que le está dando muchas alegrías, como el premio obtenido en Valencia y que no está dirigido al talento joven, sino a las primeras novelas de autores de cualquier edad. Ese respaldo ya le ha dado el impulso necesario para pensar una nueva historia, en la que no descarta que vuelvan a aparecer algunos de los personajes de esta. «Pero de momento quiero disfrutar del éxito de esta», asegura.
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