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Al abordar un clásico de Chéjov siempre ocurre lo mismo: en el texto subyacen tantas capas, que al acabo de los años, cuando se releen las obras, se encuentran temas e interpretaciones diferentes. Al dramaturgo y director Pablo Remón le sucede con 'Tío Vania', una ... obra de la que ha hecho dos montajes distintos. 'Vania x Vania' ofrece dos caminos para acercarse al drama, con los mismos actores pero visiones distintas. «Si íbamos a hacer un texto que se ha representando miles de veces, teníamos que hacer algo muy personal. En la pieza de Chéjov, está el germen de todo el teatro del siglo XX, desde Becket a Harold Pinter», dice Pablo Remón. La obra, que habla sobre el deterioro de la vida, las existencias mediocres y los sentimientos de hastío y tedio, se puede ver en las Naves del Español del Matadero (Madrid) del 29 de febrero al 7 de abril.
El reparto de esta doble función, una producción de Kamikaze y el Teatro Español, está encabezado por Javier Cámara (Vania) y compuesto por Juan Codina (Alexander), Israel Elejalde (Astrov), Marta Nieto (Elena), Manuela Paso (Marina) y Marina Salas (Sonia). Si en la primera versión Remón opta por un montaje desnudo, minimalista y sin escenografía, cuyo peso recae en el poder de la palabra y el trabajo actoral, en la segunda adopta un formato de corte más cinematográfico, más tradicional, en el que la acción avanza en una finca rusa a finales del siglo XIX -como en la obra original-, y en un terreno de Toledo en la actualidad. «Cada frase de estas dos obras me interpela, son como un espejo. La obra aborda los conflictos, habla de los sueños, los fracasos, los amores y los deseos», alega Javier Cámara.
La idea de hacer dos versiones nace de la insatisfacción. «Cuando veo un espectáculo mío, siempre quiero volver a montarlo. Si hubiera tomado esta decisión en lugar de aquella, si hubiéramos ido por este camino en lugar de aquel. Me dan envidia entonces los pintores, que vuelven una y otra vez sobre el mismo motivo», argumenta Pablo Remón en programa de mano. «Decía T. S. Eliot que cada poema era un tipo diferente de fracaso. ¿No sería interesante ver a un director acercándose a una obra no una, sino dos veces? ¿O al mismo actor en busca del mismo personaje dos veces?».
Las dos versiones, en cuya escritura Remón ha imprimido buenas dosis de humor, son completamente distintas, aunque pueden verse de manera consecutiva o por separado en el orden que se prefiera. «No son obras muy coherentes. Me gusta que tengan momentos de comedia o tragedia cuando menos te lo esperas», dice Remón, quien escribe teatro pensando de antemano en los actores que le gustaría que lo interpretaran. «Tengo 57 y me veo reflejado en Vania, Todo lo que le pasa al personaje, en mayor o menor medida, me ha pasado, me pasa y pasará. ¿Por qué no estar aquí encima del escenario mostrándome así ante el público», apunta Cámara, quien firma su segunda colaboración con Remón después del éxito de 'Los farsantes'. «Creo que Chéjov es no solamente un clásico, sino uno de nuestros contemporáneos más vivos», aduce el actor.
Al director y dramaturgo le apasiona el texto de Chejov por el caudal inagotable de interpretaciones que brinda su lectura, lo que hace que la obra sea muy humana y enigmática. «Si se ha montado tantas veces es porque permite mil acercamientos diferentes», arguye Remón, para quien la pieza sigue estando plenamente vigente.
Chéjov llegó algo tarde a los teatros españoles. Rivas Cherif puso en escena 'El oso' en 1928. Y la primera obra que montó José Luis Alonso en Madrid fue 'El jardín de los cerezos', dirigida por él en 1960. Pero la versión de 'Tío Vania' que con el transcurrir de los años aún se recuerda es la que William Layton puso en pie en 1978. La de Remón promete no defraudar. «Pablo ha hecho dos versiones preciosas, creo que Chéjov estaría orgulloso de él», sentencia Cámara.
«Es muy complicado mantener el rigor de cada una de las funciones, de modo que una no contamine a la otra, porque son muy diferentes entre sí. Pensábamos que podían tener más elementos en común pero de pronto hemos ido observando que se convierten en algo realmente distinto, aunque la historia sea la misma. Ha sido un reto mantener la cabeza fría», sostiene Manuela Paso.
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