La gente...

Ala gente sólo le gusta…»; «A la gente…». Ese es el mantra que lleva tiempo precediendo cualquier sentencia vehemente de un opinador profesional, de esos que pululan en barras de bar, tertulias, parques y jardines, foros virtuales y otros huertos llenos de zarzas. «A la ... gente…». A la gente le gusta la literatura, si no sería imposible explicar la alquimia que compuso las cuatro horas y media de firma y conversación de Ian Gibson con las lectoras que aguantaron –como él– hasta las 12.20 horas de la noche del viernes al sábado. «A la gente…». A la gente le gusta el pensamiento crítico o la historia peinada a contrapelo porque de no ser así, las casi 700 personas que aguantaron frío y lluvia para construir la hermosa comunión que se produjo ayer en la tarde con Nieves Concostrina serían catalogados como locas por algún experto en etiquetas y zarzas. «A la gente lo que le gusta…». Y quién demonios sabe qué le gusta a la gente sino la gente. ¿Y quién es la gente si no una suma de individualidades con criterio, con pensamiento propio, con emociones, con decisiones? La gente se ha tomado Felisa 2024 y hay en la Plaza Porticada una especie de electricidad nada estática que hace que el fútbol sea un rumor en su primer día, que la lluvia racheada y el frío conformen un combinado de fresa y mango, de letras y creatividad, que soporta cualquier prueba de resistencia.