Arrebato de clarividencia

Todo debería ser así. La normalidad, mecida por la bahía o por los demonios interiores… qué se yo. La 'barbaravillosa' normalidad agitada por lo que ayer denominó María Sánchez como un «arrebato de clarividencia», incontenible, brutal, fugaz. El arrebato hay que percibirlo, hay que tener ... la capacidad de verlo, de sentirlo. Anoche, la Plaza de la Palabra supo que estaba aconteciendo el arrebato cuando José Luis Esteban y Naiel Ibarrola comenzaron sus 'Sobras completas'. La plaza se llenó, se dejó sorprender y la palabra, la poesía cargada de agitación se tomó el alma de más de 350 personas que quedaron arrebatadas por la clarividencia y la calidad de Esteban. «Dígame que esto se está grabando», me espetó una ciudadana en pleno arrebato. «No se graba intencionalmente… quien lo está viviendo será un ser único que contendrá este instante en su interior». Ya lo sé, respuesta pedante y engolada, pero es la verdad. Necesitamos vivir momentos únicos, romper con la ficción e que podemos asistir a todo gracias a las redes sociales o a los malditos streamings en los que se han convertido nuestras vidas. Ayer, cientos de personas pudieron escuchar recitar a María Sánchez reclamando la voz de la animalidad frente a un banco. Otros cientos conectaron con Javier Gallego mirando de lado a la Agencia Tributaria. Poco después, unas 400 personas andaban dialogando con 'Los Alemanes' de Sergio del Molino mientras el mundo, en el afuera, se dirimía en nimiedades o en asuntos de enjundia. Cómo explicarles a quienes no estuvieron el humano arrebato de la belleza, de la dulzura, del remezón que contienen las palabras amasadas y cocidas en el horno de lo común. Yo no puedo hacerlo, pero hoy, durante unas horas, todavía tienen posibilidad de que les sorprenda en una esquina de la Plaza de la Palabra el arrebato de la clarividencia.