El recuerdo que seremos

Es posible que solo podamos aspirar a ser eso… a ser recuerdos tan leales como transformados, recuerdos que los que siguen vivos necesitan para tener un hilo al que aferrarse, para saber que venimos de un lugar que (re)conocemos. Ayer, Felisa, que tiene nombre de mujer, recordó a un hombre, a Óscar Muñiz, que fue librero, agitador del mundo del cómic y motor de una Feria que movió agarrado del hilo de los recuerdos de todas aquellas y aquellos que habían asumido antes su organización. 43 ediciones dan para una cosecha inigualable de recuerdos que, puestos todos juntos, construyen un universo de resistencia ante la cultura del simulacro y de las pantallas. Los libreros y libreras de Santander y Cantabria están sembrando un poderoso recuerdo en la Plaza de la Palabra. Nadie que haya pasado estos días por este lugar —que a partir del lunes volverá a ser la Plaza Porticada—podrá verlo igual porque, un martes cualquiera de agosto o un sábado cualquiera de noviembre, los recuerdos de Felisa le asaltarán y una sonrisa íntima brotará como flor tardía de otoño.

Y luego están las memorias que se agazapan en los libros. Decía Carlos Fortea que todo lo que ha aprendido estaba en las novelas, «porque en las novelas está todo». Yo sumo los poemarios, los ensayos o los libros ilustrados donde autoras y autores van escondiendo semillas para que décadas, centenarios después, descubramos la potencia de lo desconocido. El recuerdo de lo que hemos sido y el recuerdo de lo que seremos está en los libros y esa verdad es mucho más esperanzadora de lo que podemos siquiera imaginar.