Ara Malikian | Violinista

«En mi país, por la intolerancia y la censura, murieron millones de personas»

-Para alguien que ha dado tantas vueltas al mundo, ¿qué representa Comillas?

-Siempre es un lugar muy especial para mí. Aparte de su belleza, es un lugar al que tuve la suerte de crear una cierta costumbre de volver. Son veinte años haciendo el festival y compartiendo el cariño del público. Este año además hacemos un ciclo un poco diferente, nos ponemos un poco más ambiciosos

-Los Caprichos Musicales cumplen 20 años. ¿Es un proyecto que ya anda solo?

-Nunca nos pusimos metas; era un proyecto pensado también para fomentar el turismo, pero desde luego no esperábamos llegar tan lejos. Poca gente nos conocía, nadie sabía nada del festival. Empezamos de forma precaria, con conciertos cortos por las calles de Comillas y sus lugares emblemáticos para animar a ir a los recitales más largos. Guardo mucho cariño de aquellos inicios. Ahora lo hacemos a lo grande, con gradas, para dos mil personas, en un lugar emblemático sobre el Palacio de Sobrellano y emociona. No es algo calculado o meditado, sino algo que crece y genera cosas preciosas.

-Ha usado varias veces la palabra cariño. ¿Es lo que le genera este lugar?

-Absolutamente. Yo siento mucho cariño. Cada día estoy agradecido con el público que viene a escucharme. Es un amor mutuo y Comillas es un cariño muy grande. Tengo suerte de ser hijo adoptivo de la villa. Siempre he defendido que no pertenezco a ningún lugar, sino a muchos y Comillas es uno de ellos.

-¿Sabe que hay buena parte de los cántabros que creen que usted vive aquí?

-¡Ojalá! Cuando pasen los años, quizá algún día, por qué no...

-Se encontró con ese público cuando estuvo abriendo el Año Jubilar Lebaniego. ¿Cómo vivió que le eligieran para ese papel?

-La verdad es que fue un momento emocionante. Siempre digo que el mejor concierto está por venir y todos son especiales porque me entrego en cuerpo y alma. Es el momento lo que importa, más que el lugar o el escenario, pero es cierto que caminar, tocando durante una hora por sitios tan bellos, es un recuerdo inolvidable para mí. Algo que se me quedará para siempre. Especialmente este camino tocando Bach, música que me gusta, rodeado de miradas, con personas muy cerca, todos juntos. Fue casi un trance y estaré siempre agradecido por darme esta oportunidad.

-Fue un acto simbólico, con una parte religiosa y se eligió la música como nexo de unión. ¿Hay una lectura más profunda?

-Absolutamente. No solo la música, el arte, la cultura es el idioma común. El significado es la libertad. Es el respeto. La aceptación. Para mí es un mensaje muy importante hacer esta caminata no como peregrino, pero acompañar a otros haciendo música significa muchísimo.

-La música y el arte son una forma de sensibilizar que pueden llegar a generar influencia en momentos complicados. ¿A día de hoy haría más falta?

-Siempre hace falta y a día de hoy aún más. Aunque tenemos la sensación de que el mundo va a peor, nunca debemos rendirnos y hacer el esfuerzo sobre todo hacia los jóvenes y la educación. Vivimos una época de odio, de desconocimiento, falsas informaciones... Es una pena porque el mundo puede ser maravilloso y las noticias son cada vez peores. Nunca debemos perder la fe y siempre intentar, cada uno como pueda, poner su parte bella. En mi caso es la música, otros será la literatura, el teatro, la danza... El arte y la cultura suponen repartir belleza y crear una sociedad más sensible.

-A lo largo de todos estos años, ¿cuánta gente cree que sabrá quienes son Pagagnini o Sarasate gracias a su trabajo?

-No lo sé, la verdad, pero es verdad que a veces me emociona, porque hoy en día, con las tendencias nuevas de música, donde estamos cada vez más lejos de lo que yo hago, sin querer decir que es mala, porque respeto los gustos, me siento afortunado por seguir generando interés. Muchos jóvenes vienen a escuchar la música, mis composiciones o las de los compositores que me gustan. Motiva mucho para un artista como yo, que no seguimos tendencias. Renovarse es hacerlo personalmente, con tu propio arte, sabiendo hacia donde ir. Es como la moda; con un estilo personal no tienes que seguir una tendencia y vestirte como te dicen. Hay que seguir el propio crecimiento personal.

-Usted ha conseguido un estilo propio y personal. ¿Cree que existe ese sello Malikian?

-Crear un sello mío, sin duda. Que le gusta a unos y a otros no, como es natural. Lo contrario no sería normal. A mí me costó muchos años de pensamiento, de estudio, de análisis de mi camino. Y cuando lo encontré, encontré mi personalidad, mi propia manera de hacer música y empecé a disfrutarlo. Si no, siempre haces algo impuesto y a la larga te puedes aburrir y entrar en una rutina que te deje sin ilusión.

-Como artista, ¿le preocupa que haya obras o contenidos que se cancelan por ideología?

-Por supuesto que estoy preocupado. A cualquier artista que lucha por la libertad le preocupa. Es una cuestión apolítica, ni de derecha, ni de izquierda, de arriba o abajo. Es una cuestión humana, de democracia, de naturalidad. Vengo de un país donde justo por estas razones de intolerancia y censura, de no aceptar las opiniones y las diferencias de cada uno, murieron millones de personas. Hubo una guerra en el Líbano que duró más de veinte años y que sufrimos todos. Algo he aprendido y mi aprendizaje de ver mi pueblo sufrir, empezó quitando la libertad de expresión de cualquier ser humano.