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María Pagés (Sevilla, 1963) vuelve este sábado al Palacio de Festivales con su compañía y uno de sus espectáculos más especiales 'De Scheherezade', una obra en la que, a través del flamenco, quiere restituir el principio femenino y asumirlo como parte fundamental de la naturaleza ... humana. También es una reivindicación de la palabra porque está plenamente convencida de que si la utilizáramos bien, como la protagonista de 'Las mil y una noches', «seríamos capaces de convivir mejor y ser mucho más felices».
-Esta vez llega al Palacio de Festivales con 'De Scheherezade' ¿Qué va a ver el público?
-'De Scheherezade' es un espectáculo muy vitalista. Lo estrenamos en el Teatro del Liceo de Barcelona en julio de 2022 y también es el de mayor formato con el que ha salido la compañía de gira. Ha tenido un largo recorrido, por ejemplo ahora acabamos de volver de hacerlo en Pekin, y su personaje central es Scheherezade.
-Háblenos de ella.
-Es una mujer que fue capaz de vencer y convertir al amor a un asesino a través de la palabra. En nuestro espectáculo partimos de esa ida con una dramaturgia de El Arbi El Harti con el que, además de ser mi marido, trabajo creativamente y colaboro desde hace muchos años. Él es además un gran conocedor de esa parte de la literatura de oriente y de ese personaje que nos apetecía mucho afrontar, sobre todo en un momento como el que estamos viviendo ahora. Esta obra viene a decir que a través de la palabra podemos llegar a superar todos esos conflictos que sufrimos porque nosotros estamos convencidos de que si usásemos bien y mejor la palabra seríamos capaces de convivir mejor y ser mucho más felices. Es nuestro mayor escudo contra la violencia.
-¿Entonces muestra a Scheherezade como un símbolo?
-Sí, porque lo es. Es un símbolo y un personaje que usando la palabra y la inteligencia fue capaz de cambiar a una persona, un asesino, y llegar a amarle aunque al principio no le podía querer.
-En la obra aparecen muchas otras mujeres significativas.
-Scheherezade es el personaje central que va ligando toda la obra, pero, efectivamente, en el texto de El Arbi El Harti va entrando en contacto con otros personajes literarios de mujeres que de alguna manera han sido poderosas y tenido un significado importante en nuestras vidas, personajes como Safo, Medea, la Blimunda de José Saramago, o la Bernarda de Lorca. A través de todas ellas llegamos a visitar y a poner en valor la importancia de la palabra y también de la mujer.
-¿Qué acompañamiento musical le pone a todas estas mujeres?
-Como siempre, toda la música es original y acompaña a unos textos maravillosos porque para nosotros el aspecto musical es superimportante. Son poemas cantados por dos cantaoras que nos acompañan: Ana Ramón Muñoz y Cristina Pedrosa que, en realidad, se convierten en las narradoras de la historia. Así que entre las bailarinas, las cantaoras y los siete músicos que nos acompañan, compartimos escenario 16 personas.
-Y, por supuesto, sonará el flamenco.
-Así es, en prácticamente la totalidad del espectáculo suena el flamenco. Hay guitarra, un chelo, un violín y percusión. El acompañamiento a todas esos textos tan maravillosos es música flamenca por medio de estos instrumentos y del cante. Aunque también hay guiños a otros compositores como Rimski-Kórsakov y su ' Scheherazade' que nos ha inspirado. Hay muchos referentes musicales en este espectáculo que de alguna manera están entretejidos en la obra y en su composición musical. También hay un trabajo rítmico de zapateao en una de las piezas. Al final es impresionante el potencial y el nivel de evolución del flamenco que no para y hace que prácticamente todo lo que toquemos se convierta en flamenco porque también hay soleas, soleas por bulerías, seguidillas... Prácticamente todos los palos y hasta bailes populares de las mujeres del Sacromonte.
-¿Cuál es su forma de ver y bailar el flamenco?
-El flamenco es un arte que está enriquecido por todo aquello con lo que ha entrado en contacto y no hay nada más que escuchar a Paco de Lucía, cómo le influyó el jazz y cómo lo hemos hecho nuestro. Creo que esto forma parte del ADN del flamenco que es un arte hospitalario que recibe y que asimila todo.
-La protagonista de su obra cuenta durante mil y una noches un cuento a un sultán. ¿Se imagina bailando todas esas noches?
-Pues mira, ¿sabes lo qué te digo? que para mí todas las noches que bailo los espectadores son lo más importante. Y te lo digo de una manera muy sincera porque es algo que va con cumplir años. Cuando empecé a bailar, siendo niña, lo hacía porque me gustaba, casi que bailaba para mí. Luego ya de más jovencilla cuando empecé a subir a los escenarios me encontré con el público, sí, pero tuvo que pasar un tiempo para darme cuenta de lo que significaba. Cada vez lo aprecio y lo disfruto más y por fin he entendido que sí, que bailo porque me gusta y eso me parece un privilegio, pero además estoy compartiendo una ceremonia con cada uno de esos espectadores que vienen a verme. Y para mi esto es muy importante y, sobre todo, fundamental para dar sentido a lo que hago.
-En 2022 le entregaron, junto a Carmen Linares, el Premio Princesa de Asturias de las Artes. ¿Le ha cambiado mucho?
-Sigo trabajando igual o más. Recibir ese tipo de premios, aparte de la satisfacción personal, de la de la gente que te quiere y la del sector del flamenco, supone una responsabilidad mucho mayor. Va sumando responsabilidades porque ya no eres solo tú también eres lo que representas. Yo sé que represento al flamenco, a la danza, y mi nivel de compromiso está a muerte con este arte. No me he tomado el Princesa de Asturias como algo solo para mí. Creo que es un premio del flamenco y con esa responsabilidad lo asumo.
-En varias ocasiones se ha referido a los bailarines como los 'profesionales de la crisis'. ¿Se sigue sintiendo así?
-Sí. La danza en este país tiene todavía que superar muchas cosas y en eso estamos entregados El Arbi El Harti y yo desde el Centro Coreográfico en Fuenlabrada y en el nuevo proyecto que tenemos en Matadero (Madrid). La sociedad y las instituciones tienen una asignatura pendiente en el reconocimiento de la danza como el arte que es y del flamenco como arte propio de este país. También en valorarlo, reconocerlo, quererlo, acompañarlo... y por supuesto darle los medios que necesita porque es verdad que los que nos dedicamos a la danza siempre estamos en la precariedad más absoluta. Somos maestros en esto de las crisis porque para nosotros son otro momento más de la vida que no son muy diferentes del resto. Obviamente es duro soportar la situación actual y es cierto que nosotros tenemos una función en Santander, pero a lo mejor otra compañía no tiene ninguna porque no se está programando danza. Programar es un triunfo, casi una cosa de héroes. Por eso, nosotros en nuestro nuevo proyecto Danza Matadero vamos a darlo todo no solo para programar sino también para impulsar, agitar y animar a que la danza llegue a más teatros. En Fuenlabrada no paramos de hacer cosas en este sentido y también en colegios y fundaciones.
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